martes, 28 de octubre de 2014

Historia de un Soldado



HISTORIA DE UN SOLDADO(Relato)


Era el año 1988, y había  llegado el momento de presentarse al cuartel, y confiado  de que el intermediario había hecho su trabajo  de comprar a los Propios,  esperaba la salida en la tarde con el resto de mis compañeros… Habíamos entrado al Batallón en Pasto, desde la 7 de la mañana, pasamos por el examen, y siguieron  las horas…A las dos de la tarde no dieron un  refrigerio…Estuvimos formados con lapsos de descanso…Se hicieron las cinco,  y mis compañeros de colegio comenzaron a despedirse…Terminaron de nombrar a los que salían, y yo no aparecía en la Lista de los salvados…Mi desobligo fue grande, estaba dicho… Desde ese momento haría parte de las filas del ejército de Colombia.
 Al rato, comencé a relacionarme con los demás enganchados  de otros colegios, y a cruzar algunas palabras… Supe  que nadie de los colegios particulares había quedado, a excepción de Miguel, los  incorporados eran de otros colegios, de los  públicos…A las nueve luego de otra formación nos acondicionaron en unas esteras y colchonetas  donde íbamos a pasar la noche, porque a las 7.a.m, del día siguiente, tendríamos que partir a Cali, y luego a Bogotá… Antes,  había recibido una nota de mi madre en la cual me decía que me cuide, y me daba sus bendiciones, y con la misma,  me mandaba algunos útiles de aseo y un dinero para gastos…
Llegó el nuevo día, y ya acomodados en el carro, este comenzó a moverse, y  a través de las  ventanillas… Echaba de ver o distinguir a mi madre  para hacerle por lo menos un gesto de despedida,  pero cualquier movimiento  era imposible desde adentro… hacia afuera  no se veía nada,  todos estaban agarrados de  las ventanillas buscando el mismo objetivo: Despedirse… Y afuera  los familiares, también se movían  como  masas de angustia y ansiedad, buscando lo mismo entre las sombras…Lo único cierto,  era que partíamos. Ese día  fuimos enganchados 400.
Llegamos a Cali pasadas las ocho de la noche, hicieron luego una formación, pasamos por los baños, y en un momento ya estábamos en los camarotes descansando para continuar el viaje a Bogotá al día siguiente, el cual decían que era de madrugada, pero luego por otra información, dijeron que el viaje se aplazaría hasta horas de la tarde.
Pasamos el día en Cali, entre formaciones y otros…Por allí se acercaban algunos Cabos y Sargentos que nos daban  confianza,  y  nos decían algunas palabras relacionadas con la vida de la milicia…Algunos nos decían que la vida en Bogotá era muy buena, que mucho ojo con volarnos, que debemos poner atención a las normas, y que cuando salgamos a Campaña deberíamos estar atentos a los signos de peligro, ya que de ello dependía que volviéramos  vivos y completos…
Cuando estábamos en formación,  algunos soldados  se acercaban pidiendo una colaboración o una moneda; y también aparecían los cansones, los que llegaban a burlarse se los pastusos, y los cuales salían con los mismos chistes de siempre,  como: Cara de botín botado, cara de papel leído… Que cómo se pone  la ruana un  pastuso, que la coloca primero en el piso y que luego se tira de cabeza…Llegaba otro y preguntaba a alguien: ¿De dónde es Usted? -El muy bobo le respondía que de Pasto…Y entre burlas y risas le decía: -Cuídese mijo, que si lo ve un burro se lo come…
Nuevamente, a las dos de la tarde nos dieron el almuerzo, pasó la tarde y a las siete ya estábamos listos y sentados  en los buses para partir a Bogotá, y estuvimos arribando a la  Escuela de Infantería No 4, al otro día a las ocho de la mañana… Nos dijeron luego que pasáramos al baño, y en un rato nuevamente estábamos en otra formación…Un Cabo nos hablaba de la buena vida que íbamos a llevar en la Capital, y de nuestra responsabilidad como soldados…Un Sargento nos instruyó sobre el Toque de Dianas, y sobre las distintas convenciones de Grados militares, y además del trato que debíamos acostumbrar…Pasó el mediodía,  y a las dos tuvimos el almuerzo. En otra formación, nos dijeron que por turnos pasáramos a la peluquería, y alrededor de las cinco nos dieron las  prendas respectivas de la milicia, y entre nosotros cambiábamos algunos elementos que nos quedaban grandes o pequeños…
Al siguiente día,  y ya uniformados, nos dividieron en Compañías por selección y apariencia de fuerza y estatura…antes me habían dicho que por mi baja estatura yo quedaría en la compañía de los Rancheros, y que si preguntaban: Qué sabía hacer…  dijera que pan.
Corrieron los días, y mis  funciones de Servicio se limitaron al Rancho, hacíamos pan y otras labores relacionadas con la preparación de los alimentos…Llegó el día de la entrega de armas, y la ilusión era la de volver a ver a mi madre,  y preguntar sobre la vida de los otros familiares…
Siguieron los días en el Rancho, anotando que la instrucción militar para el ranchero era poca, recordaba que solo dos veces habíamos salido a polígono, y mostrábamos  torpeza en el manejo de las armas en comparación a los otros  compañeros asignados a las otras compañías, los cuales ya  habían salido a terreno…
Una noche entre los rancheros, surgió la brillante idea de preparar unos pollos para nosotros con la disculpa que nadie se daría cuenta…Así lo hicimos y metimos los pollos adobados al horno,  y luego a esperar que se cocieran para poder disfrutarlos…Pero como nuestros horarios  eran extensos, el sueño nos venció, y los pollos se quemaron…El olor fue detectado por los guardias, y como castigo nos expulsaron del Rancho y fuimos a parar tres semanas al Calabozo.
Luego de la pena de  Calabozo, nos anexaron a una de las compañías que salía para Campaña  cerca de Honda, en el Tolima. Recibimos con mi compañero el Equipo de campaña, y cuando estuvimos en terreno nos dimos cuenta que  habíamos olvidado  la carpa y el impermeable… El equipo pesaba demasiado, y lo peor era,  que no sabíamos nada de instrucción de supervivencia.
Llegando a un punto llamado El Sapo, lugar del acampe, un Cabo nos dijo que el terreno era culebrero…Llegó la  noche,  y transamos con un Lanza, una  carpa por un radio,  la cual armamos con dificultad…
Al rato miramos que algunos comenzaron a recoger ramas y hacían una fogata alrededor de sus tiendas, nosotros nos acostamos sin hacerlo… Entrada la noche, y cuando ya estábamos descansando, sentí que algo me picaba en un costado de la cadera, me toque el lugar, pero no paré bolas, y seguí durmiendo…Al otro día miré dónde había sentido el dolor, y aparecían las marcas de una picadura y la inflamación…
En seguida se dio la orden de levantar el campamento para proseguir la marcha, porque el objetivo era cortar el  paso a un grupo guerrillero que había sido ubicado en la región. Cargamos el equipo, yo sentía un poco de mareo, y problemas con la pierna…la sentía pesada, y al parecer no me respondía. Habíamos avanzado no más de cincuenta metros, cuando sentí que el techo se me vino encima, y no supe más… Desperté a los tres días en el hospital Militar en Bogotá.
Los médicos decían que había sido picadura de Coral, y que si no reaccionaba al tratamiento iba a perder la pierna…En la convalecencia  tuve la asistencia de un familiar que residía en Bogotá, la cual con el permiso del médico me hacía curaciones, y me espichaba pus de la herida…Cuatro  meses duró mi recuperación que se dio entre los más duros pesares,  y fiebres continuas y repetidas… En las últimas semanas, visitaba en silla de ruedas la sala de Recuperación, y allí pude encontrar a varios soldados que se debatían entre las más grandes dilemas y encrucijadas…Unos habían perdido sus piernas por las Minas Personales, Otros mostraban, tenían distintas heridas de combate…Muchos contaban sus penurias y hablaban de su vida frustrada, porque nunca habían pensado pasar por aquellos traumas…El mal que yo padecía,  era mínimo en comparación a las penurias de otros.
Muchos tenían asistencia sicológica que les ayudaba  a aceptar y a superar la  realidad, allí pude conocer al Teniente Coronel Robinson González del Rio  quien nos visitaba periódicamente, y nos alentaba por ese entonces con voces de aliento y optimismo, y el cual se ganó el aprecio, el reconocimiento y el agradecimiento de todos por sus atenciones…
Luego de la recuperación, terminé el tiempo de Servicio en labores de Rancho… Completo,  y sin mayores problemas…
Solo me resta decir: Un saludo para todos los soldados de Colombia que pasan en estos momentos por los traumas, problemas y los ajustes de la guerra, deseándoles a todos los enfermos una  pronta recuperación;  y,  a quienes han perdido parte y alguna de sus extremidades,  alentarlos a seguir en la lucha, y  deseándoles, que puedan superar sus traumas sin muchas dificultades…
Atentamente,
Ex Soldado:
William Ferney Yela Bazante
Contingente N° 4,  de l988.


Las Manías de Berni



LAS MANIAS DE BERNI


Eres el número 44 en este año, me dijo,  haciendo gala de coquetería y seguridad. Le respondí: ¿-Qué cómo así? No te hagas, dijo: -Y si no lo sabes, luego te lo explico…  y se escondió en una sonrisa maliciosa acompañada de  una mirada insinuante. Me preguntaba: qué sería eso del 44, pues, acababa de conocer y tratar a aquella mujer, y no sabía de lo que hablaba…. Lo cierto es que aquella noche, no fui a su casa propiamente por una cita de amor, sino para que me entregara una información relacionada  de  los miembros de la Junta Directiva de una Asociación  de Padres de Familia, de la cual acabábamos de asumir los cargos respectivos: ella como Secretaria, y yo como Presidente.
Era noviembre del año 90.  Y Berni la  Secretaria, me dijo sentándose muy cerca de mí, que ella había notado mis miradas de gusto hacia ella, y que si yo quería tener una relación con ella que no había ningún problema, que estaba separada de su marido,  que era una mujer libre e independiente, que trabajaba como Orientadora Social, que era muy apasionada y romántica, que le gustaba la poesía de Neruda, las serenatas con Mariachi, y otros gustos más y compromisos…En uno de tantos decires,  revolcó ante mis oídos al  hombre que había sido su esposo… Aquello me parecía usual, porque es lo que hacen  las separadas, para dar entender: que por el momento están libres y a la orden.
Luego de varios rodeos, llevé la conversación para que ella me explicara a qué se refería con aquello que yo era el número 44…A lo cual dijo: -¿Estás seguro que quieres saber por qué te dije que eras el 44? Está bien- En este año me ha ido  bien en las conquistas, y que haciendo cuentas yo ocupaba el lugar 44 dentro de sus amoríos, o pretendientes… Y remató: -En este año espero llegar a  50.  Al escuchar aquellas palabras de la mujer…pensé que de pronto me estaba “mamando gallo”, o quería mirar la cara de idiota que ponía,  ante  tal confesión… Pero lo dicho por aquella, en sí no me causaba ninguna sorpresa…
Por el contrario, pensaba que de pronto, aquella,  era otra de esas locas que uno encuentra de oferta en la feria de la vida, o era un espécimen  propenso para el convento de los sueños o el hospicio… “Vea no más, los propósitos que se hacen ciertas personas”…Y prosiguió: -Acostumbro a decirles a mis novios, amigos… la clase de persona que soy, para que después no vengan luego con escenitas de celos  a tirarse una  nueva cita, o una nueva  conquista…Se levantó del sillón y caminó hasta un escaparate, abrió las gavetas y sacó dos vasos pequeños…Mientras tanto yo pensaba que fácilmente podría escabullirme con algún pretexto, aunque no me entregara por el momento  la información que había ido a buscar de los Padres de Familia.
Pero el ánimo y la curiosidad de mirar en qué terminaba todo aquello me hizo esperar,   y acomodé mi cuerpo en el fondo del sillón, sin bajar la guardia ante las posibles reacciones o  acometidas que vinieran  aquella mujer, en caso de que  pudieran resultar peligrosas, y mirando la forma de un escape ligero, por si acaso, ya entre mí,  había planeado ciertos movimientos de defensa que me habían dado las experiencias de la vida…
Por ejemplo: estaba listo a usar un arma corto punzante que siempre guardaba en la caña de la bota o pegada a la pierna. Miraba de reojo si aquella echaba entre el vaso que me ofrecía algún polvo, o parecido. Siempre me cuidaba de tomar de primero del vaso que me ofrecían, y dejaba que otros lo hicieran, estaba atento a las llamadas o gestos sospechosos por si acaso…o a la entrada de terceros, en fin, atento a todo movimiento que me pareciera inusual…
Seguidamente sacó una botella de Whisky, y vació dos porciones pequeñas. Tomó los vasos de manera insinuante, y los  acercaba a la nariz percibiendo hondamente el contenido del licor mientras cerraba los ojos.  Seguidamente  fue hasta la nevera, y extrajo de una cubeta dos cubos de hielo que depositó en los vasos con suma delicadeza  y coqueteo; encendió luego un  equipo de sonido modelo nuevo, e insertó en él un larga duración de Julio Iglesias, al tiempo que decía con voz emocionada: “adoro a este hombre…lindo, hermoso, papito”, y se acercaba al pecho y a la boca la carátula del disco con la cara del cantante. Luego, trayendo los vasos con licor se sentó muy cerca de mí,  al tiempo que cruzaba su pierna  izquierda sobre la derecha, dejando ver sus muslos revestidos  de unas medias grabadas con formas  geométricas.
Entre mí, pensaba que la mujer quería impresionarme o darme entender que era una puta refinada y distinguida, lo cual no me importaba. Por el contrario, sentía algo de lástima, y algo de repulsión, sumado a un poco de burla  por la ridícula  escena de mujer conquistadora que  quería representar…Decía  que se parecía a Lida Zamora1… y como Lida quería  imitar sus gestos y su sensualidad,  pero para mí, de Lida no tenía nada.
 Aquella, no tenía el encanto o belleza física como para turbar a un hombre,  pensaba que era  de aquellas ilusas o enfermas que se creía bella,  o  le gustaba por complejo, ostentar un parecido de alguien importante para alardear…No me gustaba la mujer, lo confieso. Usaba un perfume barato que me producía náuseas, el mismo que ella decía que era finísimo. Era una fragancia parecida a esencia de violetas que me traía recuerdo de muertos y velorios. Pero en sí, para mis bajos instintos de hombre apasionado y oportunista,  pendiente siempre de nuevas aventurillas, o de una nueva cita… aquella mujer sin ser un manjar apetitoso, resultaba ser algo pasable, y comible…pero solo los instintos.
Comprendía, lo estúpidos que somos algunos hombres, cuando nos encontramos en situaciones parecidas… Y olvidando  los principios, incluso el de conservación, lo que buscamos es satisfacer el instinto… y por ello, nos vemos metidos en laberintos y sin salidas.
Ella advirtió,  que  yo fijaba los ojos en sus piernas… y colocó  uno de los vasos  en mi mano, y se acercó más,  sonriendo de una manera que presumo provocativa… Me hablaba sonriendo como jugando con las palabras en la boca, levantó la copa y dijo: ¡Por el gusto habernos conocido,  y de tenerlo en mi casa Señor Presidente!  Mientras me invitaba a tomar el licor mirándome fijamente  a los ojos, al tiempo, que se subía un poco más la falda.  
Pensaba,  que lo más lógico era despedirme y terminar en el acto con aquella reunión… Aquella mujer me aburría, en sí, no era la mujer que yo buscara para pasar un rato. Pensaba  escaparme en el acto para organizar un  parche de los míos, con rumba  y todo…pero decidí esperar un  poco más,  para ver qué pasaba.
Antes de tomar, le dije que intercambiáramos nuestros vasos por el gusto de conocernos, de manera que ella bebió de mi vaso, y yo del de ella. Es igual dijo, y luego crucé mi brazo con el de ella de manera que  bebiéramos al tiempo de los dos vasos… esperé  también a que ella tomara. Luego se incorporó,  y dejando su vaso en una mesa, se sentó en mis piernas. Entre mí dije la partida está jugada, coloqué mi  vaso en el piso, y notando que en la casa no había nadie más, y adelantando el desenlace de la reunión, metí la mano por debajo de su falda hasta lograr su entrepierna…De allí en adelante,  besos van y caricias vienen... La mujer accedía a todo, y no mostraba sorpresa ni resistencia… y terminamos  deslizándonos por el piso de la sala.
Ella siguió el juego de las caricias y los  movimientos que yo proponía, que por cierto,  eran fuertes,  duros, y  sin la menor delicadeza. Y cuando nos encontramos con las miradas, me decía que no cerrara los ojos, y que por favor en el momento de llegar al clímax,  la buscara con la mirada, porque a ella le gustaba mirar los ojos del hombre,  en el momento que éstos  se derramaban.
Yo hice caso omiso de aquel pedido y comencé a  subir lo que quedaba de su falda y a bajar lo que quedaba de sus prendas, al tiempo que desabrochaba mi pantalón y me preparaba para el ataque final…Y allí sobre el piso tuve mi primer encuentro con  aquella mujer. Una vez que terminé la faena  traté de levantarme, pero ella me apretaba fuerte entre sus piernas, y con cara  y  sonrisa de complacencia, me decía que yo era un buen amante…Nuevamente hice el intento de soltarme, y ella me apretaba, y  le dije que me permitiera ir al baño… ella soltó un poco la fuerza de sus piernas y me incorporé, al tiempo, me daba sus manos para que la ayudase a levantar del piso.
Se levantó y  se colgó de mi cuello, y me decía que muchos hombres la seguían y la pretendían,  y que se sentían bien teniéndola a ella como su amante…Yo hice el esfuerzo de soltarme amablemente de sus brazos y le dije nuevamente que me diera un permiso para el baño…total, cualquier deseo en ese momento por aquella, ya  había expirado.
 Fui al baño, y me dije que la misión estaba cumplida, y que debía buscar una disculpa para marcharme. No me gustaba la mujer, ni las cosas que ella decía de sí misma, pensaba que tal vez, los amantes que tenía eran unos don nadie o algunos desadaptados…viejos o cuchos sin programa o sin esperanza, tales que,  que no podían levantarse algo mejor…Por mi parte, pensaba que yo marcando los 32 años, con buen trabajo y dinero, teniendo lo suficiente para disfrutar de las cosas buenas de la vida: amigas o compañeras de programa, viajes  y diversiones que implicaban emociones fuertes o repentinas, algunas  con  gasto de adrenalina, como:  carreras de autos o de motos, o las aventurillas de perderse un fin de semana o al año en una isla paradisiaca con una buena compañía, y otras…
Cuando salí del baño, ella me esperaba en la sala con un vestido transparente de color rojo,  me dijo que me acercara,  que quería hacerme una confesión. Mi intención era disculparme y marcharme, pero accedí a sentarme. Y otra vez con el mismo cuento…Me volvió a repetir que varios hombres se volvían locos por ella, y que igual iba a ser yo…
Disculpándome le dije que no tenía tiempo para quedarme más porque tenía que salir a preguntar por un familiar que había sufrido un  accidente, y que aquella gestión la tenía que hacer en ese mismo momento.  Le dije que muchas gracias, y para compensar el tiempo, le dejé sobre la mesa un dinero compensatorio…ella miró el dinero y no se opuso. Me despedí como pude, ella me quería besar,  de mi parte no guardaba nada para aquella, y la esquivaba, porque hace rato había cerrado la llave del deseo…y mi deseo más inmediato era el de marcharme.
La idea que tenía de aquella, era de lástima y algo de burla. Ocurrírsele  que se parecía a Lida, y  creérselo me parecía más absurdo.
Pensaba que era una ilusa, que en sus cuarenta y más, pasada de peso, y sin encantos o belleza manifiesta…quería a la fuerza o por estúpida presunción, pasar ante  los demás, como mujer  irresistible…Decía que algunos de sus amantes y conocidos no le decían Berni, sino Linda Zamora…Que todos sus novios y amantes para congraciarse le llevaban serenatas con Mariachi, y que la canción que le dedicaban era:  “Si nos Dejan”…  que además, sus novios y amantes le daban regalos caros y  útiles.
Escapé de aquel lugar sin la lista de nombres de que había ido a buscar…Ya en la calle, respiré en libertad…Programas en los que uno se mete por  puerco y goloso me repetía… y ni siquiera asomaba a mí una sonrisa de satisfacción. Me llegaba a la mente la imagen de aquella mujer,  y no entendía cómo algunas personas creen ser lo que no son, o dicen ser algo, o creen tener un parecido a alguien importante sin entender que para quien los ve o los escucha, no son nada de lo que dicen o pretenden ser…Aquella mujer me daba nauseas…
En ningún momento hubiera cambiado a mi pareja, o  a mis amigas  por aquella mujer. No me imaginaba yo  con esa gorda en piscina, o presentándola a mis amigos como una conquista apreciable, o teniendo un romance o algo parecido…Y esa era la realidad, y así tenía que ser…No concebía que  pudiera enamorarme de aquella. La  sola idea me parecía  absurda…la suposición de un romance con aquella me parecía estúpido e inaudito.
La idea o plan para terminar esa noche de viernes era la de comunicarme con mis amigas para planear un programa de verdad… pero mientras caminaba hacia el parqueadero donde había dejado  el auto, me di cuenta que ya no me interesaba llamar a nadie, y me detuve cerca de un pequeño jardín dentro del conjunto residencial donde vivía aquella, y sin pensar en nada, pasé lo que considero un largo rato, sin mirar  nada, quieto y alelado. En la misma actitud desinteresada, llegué hasta el auto, y me detuve largo rato parado cerca a la puerta sin atreverme a abrirla.
 Miré hacia arriba y noté que el cielo estaba oscuro y sombrío,  sentí que aquello  era signo de  un mal presagio. Ese panorama de tristeza me llevaba a pensar en  infortunio, en situaciones calamitosas, o en sufrimiento…algo sabía de interpretar aquellas formas naturales porque en mi niñez había vivido cerca de un familiar que hacía interpretaciones de los signos naturales…
Cuando me decidí a entrar en el auto, miré que uno de los vigilantes del edificio  se acercaba, y esperé a que llegara, le comenté en tono de pregunta de que si llovería, el respondió que era lo más posible. Luego con una sonrisa interesada le pregunté que si fumaba, él dijo: que gracias, y le ofrecí un cigarrillo, al tiempo que yo  metí otro a la boca.
 Di chispa al encendedor, y bocanadas de humo escaparon rápidas y presurosas descomponiéndose en la noche. Más en confianza con aquel, le pregunté que si conocía a doña Berni, la del 402.  Él me respondió que sí,  que la señora trabajaba en la lectura de cartas, y que hacía trabajos de brujería relacionados con la salud, el dinero y el amor, y que diariamente venían muchas personas a buscarla… La información del vigilante me cayó como una bomba…Le dije que gracias,  y le dejé el resto de la cajetilla de cigarrillos.  Abrí la puerta del auto, y partí casi sin darme cuenta, no supe tampoco, cómo salí de aquel conjunto de apartamentos.
Había tomado sin darme cuenta la Avenida Circunvalar,  y  comencé a rodar sin rumbo,  pensando en la estúpida experiencia que había tenido con aquella mujer. Me reía en mis adentros de aquella,.. Y recordando el sabor de su cuerpo y de sus besos, me llegaban náuseas y asco. Paré en un Bar al término de la Avenida, con la idea era borrar los recuerdos de aquella experiencia tomando un trago  fuerte.  Entre al bar y me senté en un lugar apartado desde el cual, a través de la ventana se podrían ver las luces de los barrios altos de la ciudad. Pedí un doble de ron con agua mineral fría… no eran más de las nueve.
Cuando llegó el pedido pude apreciar la cordialidad, el fino porte y la belleza de la camarera, y me dije en mis adentros: ¡Eso sí es mujer!  Tal vez relacionando a aquella, con la tal bruja que había conocido.
¡Bruja! ¡Bruja! ¡Había hecho el amor con una bruja!
Metido en mis pensamientos, recordé otras de las palabras que había soltado Berni la bruja. Me había dicho en tono de burla, que ella había hecho el amor con todo tipo de personas, incluyendo dentro de sus innumerables conquistas a profesores, ingenieros, empleados de banco, jueces…con tres jóvenes menores de 16 de una vez, con un Cura, comerciantes, policías, y otros. Cuando contaba de sus experiencias lo hacía de una manera rutinaria, en algunas narraciones se sonreía y apretaba los labios como dando entender que lo que había hecho, según ella, era un logro de consideración. En  otras que contaba,  lo decía con muecas de odio y de desprecio,  cuando recordaba algo malo de quien hablaba,  y el cual, no le había dado de buena manera lo que ella le había pedido, por lo cual,  lo había tenido que apretar para lograr su objetivo, y apretaba entre sus manos una especie de rosario, o cordón negro con varios nudos…Ahora  que recuerdo, cuando yo le  hacía el amor me  colocó ese cordón en el cuello…
 Sus  pequeñas historias de conquistas y otros, me parecían propias de la vida de una ramera  ilusa, y no me conmovían en lo más mínimo, ni siquiera del alarde que hacía,  cuando contaba  la relación que había tenido con un Cura, en el mismo confesionario. Tampoco me impresionaba cuando contaba,  que lo había hecho con tres policías en el mismo carro de vigilancia, con la sirena prendida y en pleno movimiento…Todo lo que me contaba, no alcanzaba a parecerse en osadía a algunas de mis  experiencias… Con la mirada a lo lejos,  y como queriendo contabilizar el número de relaciones amorosas que habían cruzado por mi vida, comencé a hacer un rápido recorrido y concluí, que a pesar de toda la osadía que había gastado en mi vida,  no había nada raro o extraño en mis relaciones y conquistas… lo normal dentro de la heterogeneidad, con traiciones, decepciones y malos entendidos…los escapes a sitios turísticos, los encontrones con algún novio o marido celoso...  
Que la mayoría de mis novias y amigas, eran o fueron compañeras de estudio, de trabajo, o  vecinas de barrio. Que mi propia esposa era una conquista de barrio.   Pero luego de un rápido conteo, y  sumando sólo lo más importante, sin tener en cuenta amigas de parche, o de ocasión, la suma  de mis amores de consideración no pasaba de cincuenta,  contando que mi primer noviazgo  fue a los quince años…En 17 años 50. Casi 3 por año.
44, eres el 44…Eres el número cuarenta y cuatro. Tal cantidad, daba en los amantes de Berni,  un promedio de 4 levantes por mes…hechos por una gorda sin mucha gracia y atractivo…Tal vez sea un record entre los sin gracia, o de pronto, entre los que compran uno u otro amor con dinero... Aterricé en mis pensamientos, y noté que el doble de ron estaba servido sobre una pequeña bandeja con servilleta, adornado con una rodaja de limón… A su lado un vaso burbujeante de soda que me invitaba a tocarlo… a  sentir ese frío entumecimiento entre mis manos…
Tomé el vaso  y lo acerqué a la cara,  sentí entonces, el crepitar particular de las burbujas jugando dentro del vaso,  que me recordaban otras imágenes y  me alejaban un poco del mal recuerdo  de esa noche.  Luego,  entre tranquilo y reposado, di un corto sorbo que hice pasar por mi boca deliciosamente, y bajar por la garganta con señales de gusto y de frescura.
Seguidamente, tomé la rodaja de limón y la apreté sobre el trago, y vacié en él una cantidad mínima de soda. Luego acerqué el vaso y comencé a sorberlo lentamente hasta el final, y así,  entre meditabundo y lejano me sorprendió la camarera diciéndome que si se me ofrecía algo más… Reaccioné, miré que el trago se había terminado, y pedí el segundo.  Y luego otro…Me sentía mareado, pedí el disco “La Pecera” de José Luis Guerra, y se lo ofrecí a la camarera. Luego, ésta se dio una vuelta por la mesa y le pregunté que si tomaba algo, y que si podía sentarse un rato conmigo. Ella respondió que no podía sentarse porque las reglas no se lo permitían, pero que me aceptaba un jugo para tomárselo por allí.
No sé si por la emoción o decepción de aquella noche, me sentí mareado, y pensé que lo más cuerdo era retirarme, no sin antes pedirle el número del teléfono a la Camarera. A veces,  pedir el teléfono de una chica era un modo de hacer una cita… Con tragos cortos adentro, llegué a casa temprano, mi esposa siempre casera y a la espera, me dijo que cuál era el milagro de mi llegada temprano.
Respondí que el jefe había viajado de improviso, y que por eso se había cancelado la reunión. Pasé al baño,  y estuve largo rato, dejándome caer el agua fría en la coronilla, en el cuello en la cara…Me sobaba el cuerpo  casi desesperadamente, queriendo borrar  el recuerdo, el perfume, y el sabor de aquella. Use algunas cremas antialérgicas y lociones para mayor seguridad. Comí algo, y me dispuse a meterme por un lado de la cama sin hacer mucho ruido. Yoli mi esposa, se había quedado dormida con el televisor prendido. A propósito cuando ella se acostaba, no la despertaba nada.
Comencé a tratar de dormir, pero la imagen de la bruja, o la vergüenza de la culpa por no me dejaba entrar en sueño. Cerraba los ojos, y la figura de aquella mujer,  en esa ridícula bata de dormir copaba mis pensamientos, y me parecía que escuchaba sus palabras  cargadas de burla, repitiéndome:
Eres el 44, 44…44…
Como no podía dormir, me levanté de la cama y fui a la cocina,   busque agua o líquido frío para tomar…encontré agua fría, y tomé un largo trago ansiosamente, me pasé la mano por la frente  y noté que estaba sudando. Creí que lo mejor era refrescarme un poco la cara con un poco de agua fría, y me apliqué sobre la cara el resto del contenido. Volví a la cama, y en minutos se repitió la misma situación, no podía entrar en el sueño…y seguía sudando…
Daba vueltas, y vueltas, y me parecía mirar la imagen de la mujer señalándome con  el dedo que yo era el 44. En otros momentos su figura envuelta en su bata transparente iba tomando formas grotescas, gigantescas, formas de horror…
Me levanté nuevamente y comencé a deambular en la parte baja de la casa, miraba por la ventana hacia afuera, y luego me sentaba y seguía deambulando…las imágenes iban y venían en mi mente… Pero lo que yo quería era en ese momento era dormir, y nada más, por lo cual tuve  la idea de tomar un trago largo de licor para quedar dormido por la borrachera…  y no más.  
 Recordé entonces, que en el bar había la mitad de una botella de ron, tomé la botella y bebí el contenido de una vez, bajé con algo de agua, y volví a la cama con un poco de ardor en el estómago.  Me metí en la cama, el licor hizo sus efectos, y  estuve abriendo los ojos antes de la siete. Comencé a recordar lo sucedido, me encaminé al baño, me di una ducha haciéndome caer repetidamente agua fría en la nuca, luego como era sábado, vestí ropa deportiva para salir a hacer un poco de deporte al parque.
Ya en el parque comencé los ejercicios de calentamiento, y cuando estaba haciendo giros de tronco de izquierda a derecha, noté como una forma o algo parecido en forma de Ocho quería entrar en mi cuerpo.  Me retiré del lugar, y  proseguí el calentamiento al otro extremo del parque, pero miré que aquello informe e indescriptible me seguía a dónde fuera…Trataba de descubrir si las personas que estaban cerca de mí notaban lo que  me estaba sucediendo, pero nadie  notaba ni percibía en lo más mínimo, aquello  que me sucedía.
Pensé que tal vez aquello era producto del guayabo, y me dispuse a continuar con los ejercicios… De pronto, noté que aquella masa o cosa solo percibida por mí,  se metía por mi  hombro derecho… en ese momento sentí un dolor agudo en el pecho  parecido a un pre-infarto. Me consideraba un hombre fuerte en muchas lides… por lo cual, este pequeño impase o inconveniente no me iba a doblegar…Respiré hondo,  y  me aparté del pequeño grupo  de deportistas, y suponiendo que había hecho el calentamiento adecuado, me dispuse a hacer los 30 minutos de trote acostumbrado. Comencé a trotar, y no había avanzado 50 metros cuando paré… Estaba cansado, agotado, totalmente extenuado…
Para disimular mi flaqueza, comencé a fingir un leve desgarre o lesión, y me retiré a un lado del parque donde había forma de descansar para pasar desapercibido. Deje correr unos minutos, y  quise reanudar la marcha, pero fue inútil, estaba cansado y exhausto, por lo cual decidí volver a  casa. En casa, fingí que había sufrido un pequeño desgarre sin cuidado, por lo cual me puse ropa cómoda y me metí en la cama a mirar la programación de televisión de fin de semana con los niños.
Como siempre, compramos  golosinas para para comer y compartir…Me di cuenta que los momentos que compartía con los niños, la imagen de aquella era más débil… Pensé que en adelante,  trataría de hacer los ajustes necesarios para pasar más tiempo cerca de ellos.
Llegó la hora del almuerzo, y entre el hablar y contarles alguna aventura  a los niños se pasó el tiempo, y me di cuenta que no había comido, solo había probado de  lo servido. Dije que me guardaran la comida para más tarde,  y me levanté de la mesa.
Siendo las cuatro, salí de casa diciendo que tenía un compromiso en el Club. Subí al auto y me sonaba en la cabeza la expresión: Serenata con Mariachi…Me dije que eran puras tonterías. Saliendo del barrio, tomé la avenida… tenía que virar a la derecha, e inconscientemente viré a izquierda. Avancé 100 metros y crucé a la derecha…sabía a dónde iba, quería pasar por el frente del conjunto residencial donde vivía Aquella, y así lo hice. Reaccioné,  y me dije: ¿Yo buscando a esa mujer? Viré nuevamente a la izquierda para volver a la avenida y dirigirme al Club.
En el Club estuve solo un momento, me sentía aburrido y sin querer participar en nada. Tomé una cerveza de mala gana, y salí luego sin despedirme de nadie. Tomé el auto y comencé a deambular por las afueras de la ciudad. Luego llegué a un Centro Comercial, dejé el carro en el parqueadero y comencé a recorrer las instalaciones, y casi sin pensarlo entré en un local que decía: “Así es México”. Me acomodé en una silla como siempre de frente mirando a la puerta,  y pedí un doble de Ron con soda. Cuando estaba saboreando el trago, en la pantalla  pasa la canción “Si nos Dejan”  de Chavela Vargas…
Casi suelto la copa por la sorpresa, pero pensé que era normal, que en ese sitio colocaran rancheras, y seguí saboreando el licor, y con el pensamiento fijo en los recuerdos de aquella mujer.
Entre trago y trago y canciones de video corrieron los minutos, noté que el reloj marcaba las nueve de la noche, cancelé la cuenta y me dirigí al parqueadero…Abordé el auto y salí del Centro Comercial, sin saber adónde iba,  comencé a cruzar calles y avenidas… cuando me di cuenta estaba estacionado frente al conjunto de apartamentos donde  vivía aquella. Dejé el carro en el mismo lugar, y me dirigí a la portería para hacerme anunciar…el portero me dijo  que podía seguir.
Llegué al 402, y desde afuera se podía escuchar el disco de Julio Iglesias “Pobre Diablo”, toqué, y se demoraron en abrir… luego en la puerta apareció un hombre de aproximadamente 50 años, al cual le pregunté por doña Berni.  El hombre sin más, me dijo que  siguiera…Transpuse el umbral,  y me di  cuenta que en el interior había varias personas, tuve la impresión que aquello era una reunión o algo parecido. Pensé que lo mejor era retirarme, pero cuando le iba a comentar mi retiro a la persona que me abrió la puerta, noté que Berni o alguien parecida a ella, pero más joven, elegante y delgada, la que  venía a recibirme. La traté de saludar de manera normal, pensando que era alguna hermana menor de Berni, y ella me tomó la mano, y dijo: ¡Mi amor¡ por el gusto de tenerte entre nosotros, se colgó de mi cuello, y me besó en la boca…Qué linda estaba, o era que estaba borracho,  o  tal vez viendo visiones…
Entre mí no podía salir de la sorpresa, era la Berni que conocí o era su hermana más joven, o quién era esa mujer que me saludaba…pero en mi interior, tenía que aceptar que era aquella, quien en la posibilidad de hacerse  una cirugía extra rápida,  aparecía ante mí y se me ofrecía  como un manjar  del todo apetecible…Era ella pero  cambiada por esa noche para mi bien y mi disfrute… Y sin buscar más razones o explicaciones al hecho, entre besos y saludos,  nos fuimos introduciendo en una alcoba… Y sin esperar más, comenzamos a despojarnos  de la ropa en medio de palabras amorosas…
 ¡Qué cuerpo, qué mujer! Ella me preguntaba que si la había extrañado, que si había pensado en ella…Yo le repetía mil veces que sí, que ella era todo para mí, y cerrando la puerta tuvimos un encuentro fogoso, y a veces escandaloso… ansioso y a ratos desesperado…ella gozó varias veces, mirando el éxtasis de amor reflejado en mis ojos…
No sé cómo me despedí  aquella esa noche… lo cierto es que amanecí en casa sano y sin novedad, el carro sin un rasguño, todo bien…Llegaban las imágenes de la noche anterior, y recordaba a aquella, o a su hermana, y la forma cómo hicimos el amor…y  sonrisas de placer, se reflejaban en mi boca.  Mientras me bañaba me examinaba la anatomía y todo bien…y recordaba, que había hecho un compromiso con aquella,  de llevarla a un balneario en la tarde, aprovechando que era domingo…
Llegó la tarde, y como siempre,  con alguna disculpa me alejé de la casa, y en par cruces de volante estuve a la puerta del condominio.  Me hice anunciar…y el celador me dijo que esperara en el auto, que la doña ya venía…Y claro que venía, toda gorda y entrada en años como en realidad era… Como en realidad sabía que era,  y no como la hermosa mujer que había estado conmigo la noche anterior…Me preguntaba qué había pasado, y sin buscar otra explicación, furioso,  encendí el auto y pisé el acelerador…No quería nada con aquella…me alejé del lugar, dejándola con el plante del paseo.
Despechado y aturdido por lo que había mirado, fui a detenerme en un parque al otro lado de la ciudad, era domingo, y las parejas y familias comenzaban a llenarlo. Miraba parejas de jóvenes tomados de la mano que respondían amorosos y confiados a sus caricias. Miraba las familias, y recordé que yo también tenía una familia, y encendí el auto para dirigirme a la casa…Sin bajarme pité, y los niños salieron a saludarme, y con uno de ellos le mandé a decir a mi esposa que se preparara porque nos íbamos de piscina. En menos de 15 minutos ya estábamos saliendo de la ciudad y dirigiéndonos a una cercana población de clima templado.
Conduje como autómata, y cuando me di cuenta ya estábamos entrando en la población y nos encaminábamos al balneario. Llegando buscamos un parqueadero, y en un rato  estábamos sentados ante la mesa del salón del lugar pidiendo bebidas y helados para todos…
Pasamos la tarde entre juegos, algunas dinámicas, y mirando de reojo a algún conocido, lo cierto era que no tenía ganas de hablar con nadie… asimismo,  me sentía intranquilo y desanimado. Los niños se divirtieron, mi esposa gran nadadora hizo unos cuantos saltos y braceadas en la piscina, además de lucir para el antojo de otros su cuerpo aún apetecible… Llegó la hora de volver, encendí el auto para dirigirme a la salida del parqueadero, y justo cuando estábamos por cruzar la salida, se aparece aquella por delante del carro, lo cual, me obligó a pisar  a fondo el freno para no atropellarla…Mi esposa sentada al lado mío, exclamó: ¡Vieja Idiota! Yo desde adentro baje la mirada y trataba de disimular, cuando levanté los ojos, aquella ya no estaba, eché unas miradas por ahí, y no vi nada, y salimos del parqueadero tomando la ruta de regreso.
Llegamos a casa, y aduciendo cansancio pasé por el aseo y me metí en la cama. Mirando televisión,  me reprendía por los problemas tan estúpidos en los que nos metemos los hombres por golosos…Me preguntaron que si iba a comer, y les dije que no. Seguí pensando,  y en eso me había quedado dormido.
Sería la madrugada de esa misma noche, cuando desperté  por la impresión que alguien o algo estaba tocando o raspando el vidrio o reja la ventana de la alcoba, que raro pensé, la habitación queda en un segundo piso, corrí la cortina y traté de mirar hacia afuera, y no vi nada.  Me volví a acostar y al momento, sentí nuevamente que raspaban o tocaban el cristal de la ventana… me levanté algo furioso, busqué el arma y me dirigí a mirar,  corrí la cortina nuevamente, y Sorpresa: Miré la cara de Aquella fuera de la ventana que me miraba con reproche y me hacía ademanes  de amenaza…Solté la cortina, dejé el arma sobre la mesa de noche, y fui  al baño a echarme un poco de agua para despertar…
No quería creer lo que vi, cómo era posible que aquella hubiera proyectado su cara en la ventana…Pensé que lo más lógico era que haya sido una ilusión o un sueño… ¡Bestia! 
Volví a la cama, y quise,  o traté de invitar al sueño pero fue imposible, la imagen de aquella copaba todos  mis pensamientos, y ahora miraba o interpretaba que me amenazaba, y  escuchaba su  voz en la cabeza diciéndome: Tú eres el 44…
Amanecí como pude, muy temprano me metí al baño, llamé a un amigo que alguna vez me había contado una historia de brujas para comentarle lo sucedido…Juan escuchó mi estúpida historia sin inmutarse, y cuando terminé de contar, me dijo: La bruja lo tiene amarrado… Pero no se preocupe compadre, pase mañana por mí a las 10 de la mañana para llevarlo donde otra bruja que hace limpiezas, y rompe  ese tipo brujerías…
Le dije que si no pudiéramos ir ese mismo día. Respondió que no, porque el día adecuado para esos trabajos era el martes.
Al día siguiente nos encaminamos donde la bruja, y antes de entrar al lugar, compramos en una tienda aledaña un manojo de ruda. Entramos al lugar, y había un número considerable de  personas esperando. En un momento apareció una joven con un cuaderno,  anotando nombres y recibiendo la cuota de curación. Me hice anotar, mi amigo dijo que me esperaba afuera, y al momento  nos dijo la joven,  que primero íbamos a entrar los hombres,  y que luego las mujeres. Seguimos a otra habitación donde nos esperaba la curandera con una sonrisa en los labios…Luego a los 20,  nos dijo que nos despojáramos de la chaqueta y la camisa, y en seguida en orden de llegada nos iba azotando con la misma ruda  que habíamos llevado,  por  todo el cuerpo, incluidas las palmas de las manos…
Luego nos  rociaba  fragancias provenientes de tres tarros en aerosol. A medida que la curandera iba haciendo su trabajo con cada uno de los clientes, le iba reconviniendo, y diciendo algunas cosas sobre las causas de sus malestares o dolencias…En lo personal me dijo: la desgraciada lo tiene cogido mijito, pero yo se lo voy a hacer soltar…siguió azotándome con la ruda, y de rato en rato miraba e interpretaba en el manojo las causas y consecuencias de mis trastornos…
Luego me dijo listo, pero no se puede ir, tengo que hacerle una segunda curación hoy mismo, por lo tanto, se viste  y  me espera afuera hasta después de  trate a las mujeres.
Salí, y le comenté al amigo lo que había dicho la curandera, este me dijo que tranquilo que ella me curaría… pero que no podía esperarme porque tenía varios compromisos con clientes que debía atender, le agradecí su compañía, y luego me senté a esperar  largo rato hasta que la señora me llamó…Entré para la segunda curación.  Esta vez estuve solo. La curandera dijo que me sacara la ropa, y que quedara solo en interiores, y prosiguió la curación con otro manojo de ruda  que me mandó  a comprar.
 Me azotó con la ruda las partes íntimas, las piernas y las plantas de los pies, me dio a beber una sustancia amarga que inmediatamente me causó vómito… no me pude contener, y   expulsé  una sustancia oscura que la curandera interpretó como menstruo curado. Prosiguió por unos minutos más, y me dijo listo mijo, pague  nuevamente a la salida,  y vuelva el próximo martes para terminar la curación, y no se olvide  lanzar con fuerza y  hacia atrás  la ruda  en un río…que de la limpieza de aquí, me encargo yo…
Salí del lugar, y me sentí  el ser más imbécil y desgraciado… Me sentía vejado, humillado…Estúpido  por creer  en brujerías y  pendejadas. Lo cierto, es que no volví donde ninguna de las brujas. Con los días la arepa de mi vida cambió. Los negocios comenzaron a fracasar, las inversiones no daban  resultado  y se perdían…llegó el endeudamiento, las amenazas de los acreedores, los embargos…y queriendo salvar algo de lo que quedaba, hice  traspaso a mi esposa del último negocio, y  terminé de amo de casa. Con el manejo del dinero, mi esposa comenzó a protestar porque solo a ella le tocaba trabajar, y comenzó a recibir consejos de sus amigas e invitaciones de pretendientes, y con los días dijo que se iba de la casa con los niños… Y me plateó una separación irremediable.
Llegó el día del trasteo, y salió de casa sin decir adiós…Yo pensé que aquello no era el final, y que por los niños teníamos que volvernos a ver…
El carro del trasteo partió, y  cerré la puerta mirando el interior de la casa casi desocupada, busqué un asiento y aunque sentía un dolor indescriptible que me ahogaba, después de algunos días terminé por aceptar la situación… Luego, decía: Sacarse el clavo, buscar alguien con quien salir, y tomarse un trago largo de licor para ahogar las penas…Por cierto, hasta allí llegaron mis cuentas de amor…Nunca en adelante pude conseguir una hembra que tomara el puesto  51… El maldito desplante, o la extraña relación, acabaron con todo en mi vida…
Quedé con la casa pero sin trabajo, y las cuentas de los servicios comenzaron a llegar…Lo siguiente era vender el inmueble para pagar algunas deudas y emprender en algún negocio. La casa se vendió, con el producto de la venta tomé una casa en anticresis, le di parte de la venta a mi ex, y con el resto emprendí en un bar. Al comienzo el negocio daba alguna rentabilidad, pero luego los gastos eran más que las entradas por lo cual también se vendió con una pérdida considerable…De allí en adelante pare de contar…solo pérdidas, y finalmente la agudización de enfermedades…
Un día luego de las nueve de la noche, queriendo  viajar hacia el interior,  me topé con Aquella en el terminal, se acercó a mí, y sin decir  más palabras, me dijo en tono de reproche: -¡Te lo tenías merecido…! Me limité a escuchar  y a mirarla. Después de veinte o más años era la misma,  sexi  y hermosa… igual a la noche antes del desplante…Se alejó, y me quedé pensativo y estático, aferrado a la manija de la maleta mirando en el piso...
NOTAS:
1.- Lida Zamora: Actriz y cantante colombiana de los años 60, considerada Símbolo Sexual, y llamada por  la farándula criolla como: “la Luminosa”.
Blog: Edward Belloum. 012.