LAS MANIAS DE BERNI
Eres
el número 44 en este año, me dijo,
haciendo gala de coquetería y seguridad. Le respondí: ¿-Qué cómo así? No
te hagas, dijo: -Y si no lo sabes, luego te lo explico… y se escondió en una sonrisa maliciosa
acompañada de una mirada insinuante. Me preguntaba:
qué sería eso del 44, pues, acababa de conocer y tratar a aquella mujer, y no
sabía de lo que hablaba…. Lo cierto es que aquella noche, no fui a su casa
propiamente por una cita de amor, sino para que me entregara una información
relacionada de los miembros de la Junta Directiva de una
Asociación de Padres de Familia, de la
cual acabábamos de asumir los cargos respectivos: ella como Secretaria, y yo
como Presidente.
Era
noviembre del año 90. Y Berni la Secretaria, me dijo sentándose muy cerca de
mí, que ella había notado mis miradas de gusto hacia ella, y que si yo quería
tener una relación con ella que no había ningún problema, que estaba separada
de su marido, que era una mujer libre e
independiente, que trabajaba como Orientadora Social, que era muy apasionada y
romántica, que le gustaba la poesía de Neruda, las serenatas con Mariachi, y
otros gustos más y compromisos…En uno de tantos decires, revolcó ante mis oídos al hombre que había sido su esposo… Aquello me
parecía usual, porque es lo que hacen
las separadas, para dar entender: que por el momento están libres y a la
orden.
Luego
de varios rodeos, llevé la conversación para que ella me explicara a qué se
refería con aquello que yo era el número 44…A lo cual dijo: -¿Estás seguro que
quieres saber por qué te dije que eras el 44? Está bien- En este año me ha ido bien en las conquistas, y que haciendo
cuentas yo ocupaba el lugar 44 dentro de sus amoríos, o pretendientes… Y remató:
-En este año espero llegar a 50. Al escuchar aquellas palabras de la mujer…pensé
que de pronto me estaba “mamando gallo”, o quería mirar la cara de idiota que
ponía, ante tal confesión… Pero lo dicho por aquella, en
sí no me causaba ninguna sorpresa…
Por
el contrario, pensaba que de pronto, aquella, era otra de esas locas que uno encuentra de
oferta en la feria de la vida, o era un espécimen propenso para el convento de los sueños o el
hospicio… “Vea no más, los propósitos que se hacen ciertas personas”…Y prosiguió:
-Acostumbro a decirles a mis novios, amigos… la clase de persona que soy, para
que después no vengan luego con escenitas de celos a tirarse una nueva cita, o una nueva conquista…Se levantó del sillón y caminó hasta
un escaparate, abrió las gavetas y sacó dos vasos pequeños…Mientras tanto yo
pensaba que fácilmente podría escabullirme con algún pretexto, aunque no me
entregara por el momento la información
que había ido a buscar de los Padres de Familia.
Pero
el ánimo y la curiosidad de mirar en qué terminaba todo aquello me hizo esperar,
y
acomodé mi cuerpo en el fondo del sillón, sin bajar la guardia ante las posibles
reacciones o acometidas que vinieran aquella mujer, en caso de que pudieran resultar peligrosas, y mirando la
forma de un escape ligero, por si acaso, ya entre mí, había planeado ciertos movimientos de defensa
que me habían dado las experiencias de la vida…
Por
ejemplo: estaba listo a usar un arma corto punzante que siempre guardaba en la
caña de la bota o pegada a la pierna. Miraba de reojo si aquella echaba entre
el vaso que me ofrecía algún polvo, o parecido. Siempre me cuidaba de tomar de
primero del vaso que me ofrecían, y dejaba que otros lo hicieran, estaba atento
a las llamadas o gestos sospechosos por si acaso…o a la entrada de terceros, en
fin, atento a todo movimiento que me pareciera inusual…
Seguidamente
sacó una botella de Whisky, y vació dos porciones pequeñas. Tomó los vasos de
manera insinuante, y los acercaba a la
nariz percibiendo hondamente el contenido del licor mientras cerraba los ojos. Seguidamente fue hasta la nevera, y extrajo de una cubeta dos
cubos de hielo que depositó en los vasos con suma delicadeza y coqueteo; encendió luego un equipo de sonido modelo nuevo, e insertó en él
un larga duración de Julio Iglesias, al tiempo que decía con voz emocionada:
“adoro a este hombre…lindo, hermoso, papito”, y se acercaba al pecho y a la
boca la carátula del disco con la cara del cantante. Luego, trayendo los vasos
con licor se sentó muy cerca de mí, al
tiempo que cruzaba su pierna izquierda
sobre la derecha, dejando ver sus muslos revestidos de unas medias grabadas con formas geométricas.
Entre
mí, pensaba que la mujer quería impresionarme o darme entender que era una puta
refinada y distinguida, lo cual no me importaba. Por el contrario, sentía algo
de lástima, y algo de repulsión, sumado a un poco de burla por la ridícula escena de mujer conquistadora que quería representar…Decía que se parecía a Lida Zamora1… y
como Lida quería imitar sus gestos y su
sensualidad, pero para mí, de Lida no
tenía nada.
Aquella, no tenía el encanto o belleza física
como para turbar a un hombre, pensaba que
era de aquellas ilusas o enfermas que se
creía bella, o le gustaba por complejo, ostentar un parecido
de alguien importante para alardear…No me gustaba la mujer, lo confieso. Usaba
un perfume barato que me producía náuseas, el mismo que ella decía que era
finísimo. Era una fragancia parecida a esencia de violetas que me traía
recuerdo de muertos y velorios. Pero en sí, para mis bajos instintos de hombre
apasionado y oportunista, pendiente
siempre de nuevas aventurillas, o de una nueva cita… aquella mujer sin ser un
manjar apetitoso, resultaba ser algo pasable, y comible…pero solo los
instintos.
Comprendía,
lo estúpidos que somos algunos hombres, cuando nos encontramos en situaciones
parecidas… Y olvidando los principios,
incluso el de conservación, lo que buscamos es satisfacer el instinto… y por
ello, nos vemos metidos en laberintos y sin salidas.
Ella
advirtió, que yo fijaba los ojos en sus piernas… y colocó uno de los vasos en mi mano, y se acercó más, sonriendo de una manera que presumo
provocativa… Me hablaba sonriendo como jugando con las palabras en la boca,
levantó la copa y dijo: ¡Por el gusto habernos conocido, y de tenerlo en mi casa Señor Presidente! Mientras me invitaba a tomar el licor
mirándome fijamente a los ojos, al
tiempo, que se subía un poco más la falda.
Pensaba,
que lo más lógico era despedirme y
terminar en el acto con aquella reunión… Aquella mujer me aburría, en sí, no
era la mujer que yo buscara para pasar un rato. Pensaba escaparme en el acto para organizar un parche de los míos, con rumba y todo…pero decidí esperar un poco más, para ver qué pasaba.
Antes
de tomar, le dije que intercambiáramos nuestros vasos por el gusto de
conocernos, de manera que ella bebió de mi vaso, y yo del de ella. Es igual
dijo, y luego crucé mi brazo con el de ella de manera que bebiéramos al tiempo de los dos vasos… esperé
también a que ella tomara. Luego se
incorporó, y dejando su vaso en una
mesa, se sentó en mis piernas. Entre mí dije la partida está jugada, coloqué mi
vaso en el piso, y notando que en la
casa no había nadie más, y adelantando el desenlace de la reunión, metí la mano
por debajo de su falda hasta lograr su entrepierna…De allí en adelante, besos van y caricias vienen... La mujer
accedía a todo, y no mostraba sorpresa ni resistencia… y terminamos deslizándonos por el piso de la sala.
Ella
siguió el juego de las caricias y los
movimientos que yo proponía, que por cierto, eran fuertes, duros, y sin la menor delicadeza. Y cuando nos
encontramos con las miradas, me decía que no cerrara los ojos, y que por favor
en el momento de llegar al clímax, la
buscara con la mirada, porque a ella le gustaba mirar los ojos del hombre, en el momento que éstos se derramaban.
Yo
hice caso omiso de aquel pedido y comencé a subir lo que quedaba de su falda y a bajar lo
que quedaba de sus prendas, al tiempo que desabrochaba mi pantalón y me preparaba
para el ataque final…Y allí sobre el piso tuve mi primer encuentro con aquella mujer. Una vez que terminé la
faena traté de levantarme, pero ella me
apretaba fuerte entre sus piernas, y con cara y sonrisa
de complacencia, me decía que yo era un buen amante…Nuevamente hice el intento
de soltarme, y ella me apretaba, y le
dije que me permitiera ir al baño… ella soltó un poco la fuerza de sus piernas
y me incorporé, al tiempo, me daba sus manos para que la ayudase a levantar del
piso.
Se
levantó y se colgó de mi cuello, y me
decía que muchos hombres la seguían y la pretendían, y que se sentían bien teniéndola a ella como
su amante…Yo hice el esfuerzo de soltarme amablemente de sus brazos y le dije
nuevamente que me diera un permiso para el baño…total, cualquier deseo en ese
momento por aquella, ya había expirado.
Fui al baño, y me dije que la misión estaba
cumplida, y que debía buscar una disculpa para marcharme. No me gustaba la
mujer, ni las cosas que ella decía de sí misma, pensaba que tal vez, los
amantes que tenía eran unos don nadie o algunos desadaptados…viejos o cuchos
sin programa o sin esperanza, tales que,
que no podían levantarse algo mejor…Por mi parte, pensaba que yo
marcando los 32 años, con buen trabajo y dinero, teniendo lo suficiente para
disfrutar de las cosas buenas de la vida: amigas o compañeras de programa, viajes y diversiones que implicaban emociones fuertes
o repentinas, algunas con gasto de adrenalina, como: carreras de autos o de motos, o las
aventurillas de perderse un fin de semana o al año en una isla paradisiaca con
una buena compañía, y otras…
Cuando
salí del baño, ella me esperaba en la sala con un vestido transparente de color
rojo, me dijo que me acercara, que quería hacerme una confesión. Mi intención
era disculparme y marcharme, pero accedí a sentarme. Y otra vez con el mismo
cuento…Me volvió a repetir que varios hombres se volvían locos por ella, y que
igual iba a ser yo…
Disculpándome
le dije que no tenía tiempo para quedarme más porque tenía que salir a
preguntar por un familiar que había sufrido un
accidente, y que aquella gestión la tenía que hacer en ese mismo
momento. Le dije que muchas gracias, y
para compensar el tiempo, le dejé sobre la mesa un dinero compensatorio…ella
miró el dinero y no se opuso. Me despedí como pude, ella me quería besar, de mi parte no guardaba nada para aquella, y la
esquivaba, porque hace rato había cerrado la llave del deseo…y mi deseo más
inmediato era el de marcharme.
La
idea que tenía de aquella, era de lástima y algo de burla. Ocurrírsele que se parecía a Lida, y creérselo me parecía más absurdo.
Pensaba
que era una ilusa, que en sus cuarenta y más, pasada de peso, y sin encantos o belleza
manifiesta…quería a la fuerza o por estúpida presunción, pasar ante los demás, como mujer irresistible…Decía que algunos de sus amantes
y conocidos no le decían Berni, sino Linda Zamora…Que todos sus novios y
amantes para congraciarse le llevaban serenatas con Mariachi, y que la canción
que le dedicaban era: “Si nos
Dejan”… que además, sus novios y amantes
le daban regalos caros y útiles.
Escapé
de aquel lugar sin la lista de nombres de que había ido a buscar…Ya en la calle,
respiré en libertad…Programas en los que uno se mete por puerco y goloso me repetía… y ni siquiera
asomaba a mí una sonrisa de satisfacción. Me llegaba a la mente la imagen de aquella
mujer, y no entendía cómo algunas
personas creen ser lo que no son, o dicen ser algo, o creen tener un parecido a
alguien importante sin entender que para quien los ve o los escucha, no son
nada de lo que dicen o pretenden ser…Aquella mujer me daba nauseas…
En
ningún momento hubiera cambiado a mi pareja, o a mis amigas
por aquella mujer. No me imaginaba yo con esa gorda en piscina, o presentándola a
mis amigos como una conquista apreciable, o teniendo un romance o algo
parecido…Y esa era la realidad, y así tenía que ser…No concebía que pudiera enamorarme de aquella. La sola idea me parecía absurda…la suposición de un romance con
aquella me parecía estúpido e inaudito.
La
idea o plan para terminar esa noche de viernes era la de comunicarme con mis
amigas para planear un programa de verdad… pero mientras caminaba hacia el
parqueadero donde había dejado el auto, me
di cuenta que ya no me interesaba llamar a nadie, y me detuve cerca de un pequeño
jardín dentro del conjunto residencial donde vivía aquella, y sin pensar en
nada, pasé lo que considero un largo rato, sin mirar nada, quieto y alelado. En la misma actitud
desinteresada, llegué hasta el auto, y me detuve largo rato parado cerca a la
puerta sin atreverme a abrirla.
Miré hacia arriba y noté que el cielo estaba
oscuro y sombrío, sentí que aquello era signo de un mal presagio. Ese panorama de tristeza me llevaba
a pensar en infortunio, en situaciones
calamitosas, o en sufrimiento…algo sabía de interpretar aquellas formas
naturales porque en mi niñez había vivido cerca de un familiar que hacía
interpretaciones de los signos naturales…
Cuando
me decidí a entrar en el auto, miré que uno de los vigilantes del edificio se acercaba, y esperé a que llegara, le
comenté en tono de pregunta de que si llovería, el respondió que era lo más
posible. Luego con una sonrisa interesada le pregunté que si fumaba, él dijo:
que gracias, y le ofrecí un cigarrillo, al tiempo que yo metí otro a la boca.
Di chispa al encendedor, y bocanadas de humo
escaparon rápidas y presurosas descomponiéndose en la noche. Más en confianza
con aquel, le pregunté que si conocía a doña Berni, la del 402. Él me respondió que sí, que la señora trabajaba en la lectura de
cartas, y que hacía trabajos de brujería relacionados con la salud, el dinero y
el amor, y que diariamente venían muchas personas a buscarla… La información
del vigilante me cayó como una bomba…Le dije que gracias, y le dejé el resto de la cajetilla de
cigarrillos. Abrí la puerta del auto, y
partí casi sin darme cuenta, no supe tampoco, cómo salí de aquel conjunto de
apartamentos.
Había
tomado sin darme cuenta la Avenida Circunvalar,
y comencé a rodar sin rumbo, pensando en la estúpida experiencia que había
tenido con aquella mujer. Me reía en mis adentros de aquella,.. Y recordando el
sabor de su cuerpo y de sus besos, me llegaban náuseas y asco. Paré en un Bar
al término de la Avenida, con la idea era borrar los recuerdos de aquella
experiencia tomando un trago fuerte. Entre al bar y me senté en un lugar apartado desde
el cual, a través de la ventana se podrían ver las luces de los barrios altos
de la ciudad. Pedí un doble de ron con agua mineral fría… no eran más de las
nueve.
Cuando
llegó el pedido pude apreciar la cordialidad, el fino porte y la belleza de la
camarera, y me dije en mis adentros: ¡Eso sí es mujer! Tal vez relacionando a aquella, con la tal
bruja que había conocido.
¡Bruja!
¡Bruja! ¡Había hecho el amor con una bruja!
Metido
en mis pensamientos, recordé otras de las palabras que había soltado Berni la
bruja. Me había dicho en tono de burla, que ella había hecho el amor con todo
tipo de personas, incluyendo dentro de sus innumerables conquistas a
profesores, ingenieros, empleados de banco, jueces…con tres jóvenes menores de
16 de una vez, con un Cura, comerciantes, policías, y otros. Cuando contaba de
sus experiencias lo hacía de una manera rutinaria, en algunas narraciones se
sonreía y apretaba los labios como dando entender que lo que había hecho, según
ella, era un logro de consideración. En otras que contaba, lo decía con muecas de odio y de desprecio, cuando recordaba algo malo de quien hablaba, y el cual, no le había dado de buena manera lo
que ella le había pedido, por lo cual, lo había tenido que apretar para lograr su
objetivo, y apretaba entre sus manos una especie de rosario, o cordón negro con
varios nudos…Ahora que recuerdo, cuando
yo le hacía el amor me colocó ese cordón en el cuello…
Sus pequeñas historias de conquistas y otros, me
parecían propias de la vida de una ramera
ilusa, y no me conmovían en lo más mínimo, ni siquiera del alarde que
hacía, cuando contaba la relación que había tenido con un Cura, en
el mismo confesionario. Tampoco me impresionaba cuando contaba, que lo había hecho con tres policías en el
mismo carro de vigilancia, con la sirena prendida y en pleno movimiento…Todo lo
que me contaba, no alcanzaba a parecerse en osadía a algunas de mis experiencias… Con la mirada a lo lejos, y como queriendo contabilizar el número de
relaciones amorosas que habían cruzado por mi vida, comencé a hacer un rápido recorrido
y concluí, que a pesar de toda la osadía que había gastado en mi vida, no había nada raro o extraño en mis relaciones
y conquistas… lo normal dentro de la heterogeneidad, con traiciones,
decepciones y malos entendidos…los escapes a sitios turísticos, los encontrones
con algún novio o marido celoso...
Que
la mayoría de mis novias y amigas, eran o fueron compañeras de estudio, de
trabajo, o vecinas de barrio. Que mi
propia esposa era una conquista de barrio. Pero luego de un rápido conteo, y sumando sólo lo más importante, sin tener en
cuenta amigas de parche, o de ocasión, la suma de mis amores de consideración no pasaba de
cincuenta, contando que mi primer
noviazgo fue a los quince años…En 17 años
50. Casi 3 por año.
44,
eres el 44…Eres el número cuarenta y cuatro. Tal cantidad, daba en los amantes
de Berni, un promedio de 4 levantes por
mes…hechos por una gorda sin mucha gracia y atractivo…Tal vez sea un record
entre los sin gracia, o de pronto, entre los que compran uno u otro amor con
dinero... Aterricé en mis pensamientos, y noté que el doble de ron estaba servido
sobre una pequeña bandeja con servilleta, adornado con una rodaja de limón… A
su lado un vaso burbujeante de soda que me invitaba a tocarlo… a sentir ese frío entumecimiento entre mis manos…
Tomé
el vaso y lo acerqué a la cara, sentí entonces, el crepitar particular de las
burbujas jugando dentro del vaso, que me
recordaban otras imágenes y me alejaban
un poco del mal recuerdo de esa noche. Luego, entre tranquilo y reposado, di un corto sorbo
que hice pasar por mi boca deliciosamente, y bajar por la garganta con señales
de gusto y de frescura.
Seguidamente,
tomé la rodaja de limón y la apreté sobre el trago, y vacié en él una cantidad
mínima de soda. Luego acerqué el vaso y comencé a sorberlo lentamente hasta el
final, y así, entre meditabundo y lejano
me sorprendió la camarera diciéndome que si se me ofrecía algo más… Reaccioné,
miré que el trago se había terminado, y pedí el segundo. Y luego otro…Me sentía mareado, pedí el disco
“La Pecera” de José Luis Guerra, y se lo ofrecí a la camarera. Luego, ésta se
dio una vuelta por la mesa y le pregunté que si tomaba algo, y que si podía
sentarse un rato conmigo. Ella respondió que no podía sentarse porque las
reglas no se lo permitían, pero que me aceptaba un jugo para tomárselo por allí.
No
sé si por la emoción o decepción de aquella noche, me sentí mareado, y pensé
que lo más cuerdo era retirarme, no sin antes pedirle el número del teléfono a
la Camarera. A veces, pedir el teléfono
de una chica era un modo de hacer una cita… Con tragos cortos adentro, llegué a
casa temprano, mi esposa siempre casera y a la espera, me dijo que cuál era el
milagro de mi llegada temprano.
Respondí
que el jefe había viajado de improviso, y que por eso se había cancelado la
reunión. Pasé al baño, y estuve largo
rato, dejándome caer el agua fría en la coronilla, en el cuello en la cara…Me
sobaba el cuerpo casi desesperadamente,
queriendo borrar el recuerdo, el
perfume, y el sabor de aquella. Use algunas cremas antialérgicas y lociones
para mayor seguridad. Comí algo, y me dispuse a meterme por un lado de la cama
sin hacer mucho ruido. Yoli mi esposa, se había quedado dormida con el
televisor prendido. A propósito cuando ella se acostaba, no la despertaba nada.
Comencé
a tratar de dormir, pero la imagen de la bruja, o la vergüenza de la culpa por no
me dejaba entrar en sueño. Cerraba los ojos, y la figura de aquella mujer, en esa ridícula bata de dormir copaba mis
pensamientos, y me parecía que escuchaba sus palabras cargadas de burla, repitiéndome:
Eres
el 44, 44…44…
Como
no podía dormir, me levanté de la cama y fui a la cocina, busque agua o líquido frío para
tomar…encontré agua fría, y tomé un largo trago ansiosamente, me pasé la mano
por la frente y noté que estaba sudando.
Creí que lo mejor era refrescarme un poco la cara con un poco de agua fría, y
me apliqué sobre la cara el resto del contenido. Volví a la cama, y en minutos
se repitió la misma situación, no podía entrar en el sueño…y seguía sudando…
Daba
vueltas, y vueltas, y me parecía mirar la imagen de la mujer señalándome
con el dedo que yo era el 44. En otros
momentos su figura envuelta en su bata transparente iba tomando formas
grotescas, gigantescas, formas de horror…
Me
levanté nuevamente y comencé a deambular en la parte baja de la casa, miraba
por la ventana hacia afuera, y luego me sentaba y seguía deambulando…las
imágenes iban y venían en mi mente… Pero lo que yo quería era en ese momento
era dormir, y nada más, por lo cual tuve la idea de tomar un trago largo de licor para
quedar dormido por la borrachera… y no
más.
Recordé entonces, que en el bar había la mitad
de una botella de ron, tomé la botella y bebí el contenido de una vez, bajé con
algo de agua, y volví a la cama con un poco de ardor en el estómago. Me metí en la cama, el licor hizo sus efectos,
y estuve abriendo los ojos antes de la
siete. Comencé a recordar lo sucedido, me encaminé al baño, me di una ducha haciéndome
caer repetidamente agua fría en la nuca, luego como era sábado, vestí ropa
deportiva para salir a hacer un poco de deporte al parque.
Ya
en el parque comencé los ejercicios de calentamiento, y cuando estaba haciendo
giros de tronco de izquierda a derecha, noté como una forma o algo parecido en
forma de Ocho quería entrar en mi cuerpo. Me retiré del lugar, y proseguí el calentamiento al otro extremo del
parque, pero miré que aquello informe e indescriptible me seguía a dónde fuera…Trataba
de descubrir si las personas que estaban cerca de mí notaban lo que me estaba sucediendo, pero nadie notaba ni percibía en lo más mínimo, aquello que me sucedía.
Pensé
que tal vez aquello era producto del guayabo, y me dispuse a continuar con los
ejercicios… De pronto, noté que aquella masa o cosa solo percibida por mí, se metía por mi hombro derecho… en ese momento sentí un dolor
agudo en el pecho parecido a un
pre-infarto. Me consideraba un hombre fuerte en muchas lides… por lo cual, este
pequeño impase o inconveniente no me iba a doblegar…Respiré hondo, y me
aparté del pequeño grupo de deportistas,
y suponiendo que había hecho el calentamiento adecuado, me dispuse a hacer los
30 minutos de trote acostumbrado. Comencé a trotar, y no había avanzado 50
metros cuando paré… Estaba cansado, agotado, totalmente extenuado…
Para
disimular mi flaqueza, comencé a fingir un leve desgarre o lesión, y me retiré
a un lado del parque donde había forma de descansar para pasar desapercibido.
Deje correr unos minutos, y quise reanudar
la marcha, pero fue inútil, estaba cansado y exhausto, por lo cual decidí
volver a casa. En casa, fingí que había
sufrido un pequeño desgarre sin cuidado, por lo cual me puse ropa cómoda y me
metí en la cama a mirar la programación de televisión de fin de semana con los
niños.
Como
siempre, compramos golosinas para para
comer y compartir…Me di cuenta que los momentos que compartía con los niños, la
imagen de aquella era más débil… Pensé que en adelante, trataría de hacer los ajustes necesarios para
pasar más tiempo cerca de ellos.
Llegó
la hora del almuerzo, y entre el hablar y contarles alguna aventura a los niños se pasó el tiempo, y me di cuenta
que no había comido, solo había probado de lo servido. Dije que me guardaran la comida
para más tarde, y me levanté de la mesa.
Siendo
las cuatro, salí de casa diciendo que tenía un compromiso en el Club. Subí al
auto y me sonaba en la cabeza la expresión: Serenata con Mariachi…Me dije que
eran puras tonterías. Saliendo del barrio, tomé la avenida… tenía que virar a
la derecha, e inconscientemente viré a izquierda. Avancé 100 metros y crucé a
la derecha…sabía a dónde iba, quería pasar por el frente del conjunto
residencial donde vivía Aquella, y así lo hice. Reaccioné, y me dije: ¿Yo buscando a esa mujer? Viré
nuevamente a la izquierda para volver a la avenida y dirigirme al Club.
En
el Club estuve solo un momento, me sentía aburrido y sin querer participar en
nada. Tomé una cerveza de mala gana, y salí luego sin despedirme de nadie. Tomé
el auto y comencé a deambular por las afueras de la ciudad. Luego llegué a un
Centro Comercial, dejé el carro en el parqueadero y comencé a recorrer las
instalaciones, y casi sin pensarlo entré en un local que decía: “Así es México”.
Me acomodé en una silla como siempre de frente mirando a la puerta, y pedí un doble de Ron con soda. Cuando estaba
saboreando el trago, en la pantalla pasa
la canción “Si nos Dejan” de Chavela
Vargas…
Casi
suelto la copa por la sorpresa, pero pensé que era normal, que en ese sitio
colocaran rancheras, y seguí saboreando el licor, y con el pensamiento fijo en
los recuerdos de aquella mujer.
Entre
trago y trago y canciones de video corrieron los minutos, noté que el reloj
marcaba las nueve de la noche, cancelé la cuenta y me dirigí al parqueadero…Abordé
el auto y salí del Centro Comercial, sin saber adónde iba, comencé a cruzar calles y avenidas… cuando me
di cuenta estaba estacionado frente al conjunto de apartamentos donde vivía aquella. Dejé el carro en el mismo
lugar, y me dirigí a la portería para hacerme anunciar…el portero me dijo que podía seguir.
Llegué
al 402, y desde afuera se podía escuchar el disco de Julio Iglesias “Pobre
Diablo”, toqué, y se demoraron en abrir… luego en la puerta apareció un hombre
de aproximadamente 50 años, al cual le pregunté por doña Berni. El hombre sin más, me dijo que siguiera…Transpuse el umbral, y me di cuenta que en el interior había varias
personas, tuve la impresión que aquello era una reunión o algo parecido. Pensé
que lo mejor era retirarme, pero cuando le iba a comentar mi retiro a la
persona que me abrió la puerta, noté que Berni o alguien parecida a ella, pero
más joven, elegante y delgada, la que venía
a recibirme. La traté de saludar de manera normal, pensando que era alguna
hermana menor de Berni, y ella me tomó la mano, y dijo: ¡Mi amor¡ por el gusto
de tenerte entre nosotros, se colgó de mi cuello, y me besó en la boca…Qué
linda estaba, o era que estaba borracho, o tal
vez viendo visiones…
Entre
mí no podía salir de la sorpresa, era la Berni que conocí o era su hermana más
joven, o quién era esa mujer que me saludaba…pero en mi interior, tenía que
aceptar que era aquella, quien en la posibilidad de hacerse una cirugía extra rápida, aparecía ante mí y se me ofrecía como un manjar del todo apetecible…Era ella pero cambiada por esa noche para mi bien y mi
disfrute… Y sin buscar más razones o explicaciones al hecho, entre besos y
saludos, nos fuimos introduciendo en una
alcoba… Y sin esperar más, comenzamos a despojarnos de la ropa en medio de palabras amorosas…
¡Qué cuerpo, qué mujer! Ella me preguntaba que
si la había extrañado, que si había pensado en ella…Yo le repetía mil veces que
sí, que ella era todo para mí, y cerrando la puerta tuvimos un encuentro fogoso,
y a veces escandaloso… ansioso y a ratos desesperado…ella gozó varias veces,
mirando el éxtasis de amor reflejado en mis ojos…
No
sé cómo me despedí aquella esa noche… lo
cierto es que amanecí en casa sano y sin novedad, el carro sin un rasguño, todo
bien…Llegaban las imágenes de la noche anterior, y recordaba a aquella, o a su
hermana, y la forma cómo hicimos el amor…y
sonrisas de placer, se reflejaban en mi boca. Mientras me bañaba me examinaba la anatomía y
todo bien…y recordaba, que había hecho un compromiso con aquella, de llevarla a un balneario en la tarde,
aprovechando que era domingo…
Llegó
la tarde, y como siempre, con alguna
disculpa me alejé de la casa, y en par cruces de volante estuve a la puerta del
condominio. Me hice anunciar…y el
celador me dijo que esperara en el auto, que la doña ya venía…Y claro que
venía, toda gorda y entrada en años como en realidad era… Como en realidad
sabía que era, y no como la hermosa mujer
que había estado conmigo la noche anterior…Me preguntaba qué había pasado, y sin
buscar otra explicación, furioso,
encendí el auto y pisé el acelerador…No quería nada con aquella…me alejé
del lugar, dejándola con el plante del paseo.
Despechado
y aturdido por lo que había mirado, fui a detenerme en un parque al otro lado
de la ciudad, era domingo, y las parejas y familias comenzaban a llenarlo.
Miraba parejas de jóvenes tomados de la mano que respondían amorosos y
confiados a sus caricias. Miraba las familias, y recordé que yo también tenía
una familia, y encendí el auto para dirigirme a la casa…Sin bajarme pité, y los
niños salieron a saludarme, y con uno de ellos le mandé a decir a mi esposa que
se preparara porque nos íbamos de piscina. En menos de 15 minutos ya estábamos
saliendo de la ciudad y dirigiéndonos a una cercana población de clima
templado.
Conduje
como autómata, y cuando me di cuenta ya estábamos entrando en la población y
nos encaminábamos al balneario. Llegando buscamos un parqueadero, y en un
rato estábamos sentados ante la mesa del
salón del lugar pidiendo bebidas y helados para todos…
Pasamos
la tarde entre juegos, algunas dinámicas, y mirando de reojo a algún conocido,
lo cierto era que no tenía ganas de hablar con nadie… asimismo, me sentía intranquilo y desanimado. Los niños
se divirtieron, mi esposa gran nadadora hizo unos cuantos saltos y braceadas en
la piscina, además de lucir para el antojo de otros su cuerpo aún apetecible…
Llegó la hora de volver, encendí el auto para dirigirme a la salida del parqueadero,
y justo cuando estábamos por cruzar la salida, se aparece aquella por delante
del carro, lo cual, me obligó a pisar a
fondo el freno para no atropellarla…Mi esposa sentada al lado mío, exclamó:
¡Vieja Idiota! Yo desde adentro baje la mirada y trataba de disimular, cuando
levanté los ojos, aquella ya no estaba, eché unas miradas por ahí, y no vi
nada, y salimos del parqueadero tomando la ruta de regreso.
Llegamos
a casa, y aduciendo cansancio pasé por el aseo y me metí en la cama. Mirando
televisión, me reprendía por los
problemas tan estúpidos en los que nos metemos los hombres por golosos…Me
preguntaron que si iba a comer, y les dije que no. Seguí pensando, y en eso me había quedado dormido.
Sería
la madrugada de esa misma noche, cuando desperté por la impresión que alguien o algo estaba
tocando o raspando el vidrio o reja la ventana de la alcoba, que raro pensé, la
habitación queda en un segundo piso, corrí la cortina y traté de mirar hacia
afuera, y no vi nada. Me volví a acostar
y al momento, sentí nuevamente que raspaban o tocaban el cristal de la ventana…
me levanté algo furioso, busqué el arma y me dirigí a mirar, corrí la cortina nuevamente, y Sorpresa: Miré
la cara de Aquella fuera de la ventana que me miraba con reproche y me hacía
ademanes de amenaza…Solté la cortina, dejé
el arma sobre la mesa de noche, y fui al
baño a echarme un poco de agua para despertar…
No
quería creer lo que vi, cómo era posible que aquella hubiera proyectado su cara
en la ventana…Pensé que lo más lógico era que haya sido una ilusión o un sueño…
¡Bestia!
Volví
a la cama, y quise, o traté de invitar
al sueño pero fue imposible, la imagen de aquella copaba todos mis pensamientos, y ahora miraba o
interpretaba que me amenazaba, y escuchaba su
voz en la cabeza diciéndome: Tú eres el 44…
Amanecí
como pude, muy temprano me metí al baño, llamé a un amigo que alguna vez me
había contado una historia de brujas para comentarle lo sucedido…Juan escuchó
mi estúpida historia sin inmutarse, y cuando terminé de contar, me dijo: La
bruja lo tiene amarrado… Pero no se preocupe compadre, pase mañana por mí a las
10 de la mañana para llevarlo donde otra bruja que hace limpiezas, y rompe ese tipo brujerías…
Le
dije que si no pudiéramos ir ese mismo día. Respondió que no, porque el día
adecuado para esos trabajos era el martes.
Al
día siguiente nos encaminamos donde la bruja, y antes de entrar al lugar,
compramos en una tienda aledaña un manojo de ruda. Entramos al lugar, y había
un número considerable de personas
esperando. En un momento apareció una joven con un cuaderno, anotando nombres y recibiendo la cuota de
curación. Me hice anotar, mi amigo dijo que me esperaba afuera, y al momento nos dijo la joven, que primero íbamos a entrar los hombres, y que luego las mujeres. Seguimos a otra
habitación donde nos esperaba la curandera con una sonrisa en los labios…Luego
a los 20, nos dijo que nos despojáramos
de la chaqueta y la camisa, y en seguida en orden de llegada nos iba azotando
con la misma ruda que habíamos llevado, por
todo el cuerpo, incluidas las palmas de las manos…
Luego
nos rociaba fragancias provenientes de tres tarros en
aerosol. A medida que la curandera iba haciendo su trabajo con cada uno de los
clientes, le iba reconviniendo, y diciendo algunas cosas sobre las causas de
sus malestares o dolencias…En lo personal me dijo: la desgraciada lo tiene
cogido mijito, pero yo se lo voy a hacer soltar…siguió azotándome con la ruda,
y de rato en rato miraba e interpretaba en el manojo las causas y consecuencias
de mis trastornos…
Luego
me dijo listo, pero no se puede ir, tengo que hacerle una segunda curación hoy
mismo, por lo tanto, se viste y me espera afuera hasta después de trate a las mujeres.
Salí,
y le comenté al amigo lo que había dicho la curandera, este me dijo que tranquilo
que ella me curaría… pero que no podía esperarme porque tenía varios
compromisos con clientes que debía atender, le agradecí su compañía, y luego me
senté a esperar largo rato hasta que la
señora me llamó…Entré para la segunda curación. Esta vez estuve solo. La curandera dijo que me
sacara la ropa, y que quedara solo en interiores, y prosiguió la curación con
otro manojo de ruda que me mandó a comprar.
Me azotó con la ruda las partes íntimas, las
piernas y las plantas de los pies, me dio a beber una sustancia amarga que
inmediatamente me causó vómito… no me pude contener, y expulsé una sustancia oscura que la curandera
interpretó como menstruo curado. Prosiguió por unos minutos más, y me dijo
listo mijo, pague nuevamente a la salida,
y vuelva el próximo martes para terminar
la curación, y no se olvide lanzar con
fuerza y hacia atrás la ruda
en un río…que de la limpieza de aquí, me encargo yo…
Salí
del lugar, y me sentí el ser más imbécil
y desgraciado… Me sentía vejado, humillado…Estúpido por creer en brujerías y pendejadas. Lo cierto, es que no volví donde
ninguna de las brujas. Con los días la arepa de mi vida cambió. Los negocios
comenzaron a fracasar, las inversiones no daban
resultado y se perdían…llegó el
endeudamiento, las amenazas de los acreedores, los embargos…y queriendo salvar
algo de lo que quedaba, hice traspaso a
mi esposa del último negocio, y terminé
de amo de casa. Con el manejo del dinero, mi esposa comenzó a protestar porque
solo a ella le tocaba trabajar, y comenzó a recibir consejos de sus amigas e
invitaciones de pretendientes, y con los días dijo que se iba de la casa con
los niños… Y me plateó una separación irremediable.
Llegó
el día del trasteo, y salió de casa sin decir adiós…Yo pensé que aquello no era
el final, y que por los niños teníamos que volvernos a ver…
El
carro del trasteo partió, y cerré la
puerta mirando el interior de la casa casi desocupada, busqué un asiento y
aunque sentía un dolor indescriptible que me ahogaba, después de algunos días
terminé por aceptar la situación… Luego, decía: Sacarse el clavo, buscar
alguien con quien salir, y tomarse un trago largo de licor para ahogar las
penas…Por cierto, hasta allí llegaron mis cuentas de amor…Nunca en adelante
pude conseguir una hembra que tomara el puesto 51… El maldito desplante, o la extraña
relación, acabaron con todo en mi vida…
Quedé
con la casa pero sin trabajo, y las cuentas de los servicios comenzaron a
llegar…Lo siguiente era vender el inmueble para pagar algunas deudas y emprender
en algún negocio. La casa se vendió, con el producto de la venta tomé una casa
en anticresis, le di parte de la venta a mi ex, y con el resto emprendí en un
bar. Al comienzo el negocio daba alguna rentabilidad, pero luego los gastos
eran más que las entradas por lo cual también se vendió con una pérdida
considerable…De allí en adelante pare de contar…solo pérdidas, y finalmente la
agudización de enfermedades…
Un
día luego de las nueve de la noche, queriendo
viajar hacia el interior, me topé
con Aquella en el terminal, se acercó a mí, y sin decir más palabras, me dijo en tono de reproche: -¡Te
lo tenías merecido…! Me limité a escuchar
y a mirarla. Después de veinte o más años era la misma, sexi y
hermosa… igual a la noche antes del desplante…Se alejó, y me quedé pensativo y
estático, aferrado a la manija de la maleta mirando en el piso...
NOTAS:
1.-
Lida Zamora: Actriz y cantante colombiana de los años 60, considerada Símbolo
Sexual, y llamada por la farándula
criolla como: “la Luminosa”.
Blog: Edward
Belloum. 012.