JUEGO DE NIÑOS
Somos marido y mujer, -dijo, y como ellos tenemos
que hacer cosas de los esposos…Acuéstese allí, ordenó. Me acosté sobre el piso
en una estera, y luego ella se acostó encima de mí…Yo estaba acostado de lado,
y ella me dijo: Voltéese boca arriba que lo voy a desvestir...y añadió: Los
hombres cuando llegan borrachos no son capaces de desvestirse, apenas llegan a
la cama se ponen a roncar. Cuando estaba bajando la bragueta del pantalón me
preguntó que si se me paraba el pipí, yo
escuchaba atónito y no sabía qué
responder... Me invadía una vergüenza sin igual, nunca había pasado por tamaña
experiencia.
Habiéndome
sacado los zapatos, bajó rápidamente el pantalón, y luego los interiores…Tomó el pipí entre sus manos y comenzó a moverlo suavemente,
y me dijo: ¡Gorrudo! Y tarareando
cantaba: Ahora vas a perder tu gorrito…Luego dijo: vamos a ver como se porta el
vecino. Comenzó a darme rápidas caricias y besos supongo que apasionados en el
cuello y en la boca…al poco tiempo, dijo: Está listo…Seguidamente se subió el
vestido y bajó sus interiores y nuevamente se subió encima de mí, sentí un
extraño dolor, pero no dije nada…estaba petrificado.
Estuvo por
un rato encima de mí…Luego dijo: Ya hemos encargado… Y se colocó un saco que
acomodó entre su interior, bajó su falda… el relleno hacía aparecer su vientre
abultado. Ahora dijo: Súbase los calzones y váyase a trabajar, y traiga o
compre algo en la tienda para su mujer
que está esperando un hijo suyo.
Subí el interior, y miré que al contacto con mi
cuerpo se manchaba, me ardía y sentía dolor… Me arreglé la ropa algo apenado y asustado, y salí a la
tienda a comprar un dulce para volver a la cama donde quedó Nicol acostada.
Cuando aparecí en la puerta, me dijo: ¡Rápido, traiga un poco de agua en una olla!
Corrí hasta
la cocina y encontré un pequeño platón
que llené con agua de otra olla, y me
acerqué donde estaba ella. Luego dijo: ¡El niño nacerá pronto! Usted me lo
recibe en una toalla, lo besa, le da una palmada, lo baña, y me
lo entrega, para yo darle seno.
Al rato,
ella comenzó a estremecerse en la cama, y de entre sus piernas sacaba un muñeco
que me lo pasaba para que le diera la
palmada, lo bañara, lo secara…y se lo
pasara
Cuando se lo
entregué, dijo: Es el mismo retrato de su padre, ¡Se parece a Usted...! ¿Qué
nombre le vamos a poner? Luego dijo:
Deme lo que compró. Le entregué el dulce…
Le dije que ya era tarde, y que tenía que volver a casa…
Yo no era de
los niños que acostumbrara a contar a la abuela las novedades sucedidas en la calle, por temor a sus
regaños…Al día siguiente era domingo y tocaba baño, por lo cual cuando me saqué
el interior le quité las manchas de sangre en un lavamanos, y cuando la abuela
se acercó a mirarme para ver si ya me había bañado, me miró usando el mismo interior a manera de esponja…
Blogger: Edward
Belloum.012.
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