LEOPOLDO (Relato)
Decía
llamarse Leopoldo Martínez Chauta, y
venir de los lados de Madrid Cundinamarca. Apareció en la Central de Abastos
como empleado de cocina de doña Claudia
la “Dura de la frutas”. Lo distinguí cuando llegaba con ella, y lo relacionaba
con las personas donde debía hacer las compras de las cosas que necesitaba para
llevar a casa y hacer su labor. Ese día
usaba una pañoleta que amarraba atrás de su cabeza estilo pirata, una camisa
amplia blanca de mangas anchas, un
pantalón deportivo de color claro, y usaba sandalias. Era una persona aproximadamente
de 30 años, delgada, con ojos de mirada vivaz e interrogante, y ansiosa en sus poses…sin más, tenía rasgos de Gay…En
mis deducciones machistas, pensé que eso era normal, tratándose de un cocinero.
Pasaron los
días…Y en algún momento, lo había
saludado de lejos con un gesto de cabeza. Un día llega a mi negocio de zapatos
y dice de entrada: -¡Qué lindo almacén tienes mi príncipe! ¡Hay que bello
surtido! Me mandan a tu presencia para saber si su Merced, me puede alquilar el local desocupado contiguo a
la oficina del Sindicato. Le pregunté que para qué lo quería. Me respondió que
para montar un restaurante.
Me comentó,
que su labor de cocina la había comenzado hace dos semanas con doña Claudia, y
que ahora tiene varios comensales, y que el principal problema que tiene es por
la distancia de traer los almuerzos desde la casa de doña Claudia a la Central,
y que sus comensales le habían
manifestado, que lo mejor fuera montar el restaurante en las mismas
instalaciones de la Central para mayor
comodidad, y me presentó la petición escrita con las firmas de sus comensales.
Sin reunir a
la Junta Administradora, y siendo el Presidente, pensé que no había impedimento
en alquilar el local para restaurante por sus amplias instalaciones… le dije la
tarifa, aceptó las condiciones, y pagó tres meses por adelantado.
En cuanto a
lo estrictamente Culinario, Leo tenía una sazón exquisita, mi esposa, los
empleados del negocio, y yo terminamos almorzando
allí. Cada día era una comida distinta y especial, no vendía carnes…Y degustando
su deliciosa comida vegetariana, ni se nos ocurría pensar en comida de carne…
Por esos
días, mi esposa y yo habíamos pasado por un chequeo médico, y por cuestiones de Colesterol alto,
hipertensión y otros, y tratando de seguir las recomendaciones del médico, “El Menú de
Leo”, ese era el nombre del restaurante, nos venía a la medida.
Leo era la
persona, que de pronto muchos estábamos esperando…Además,
las mujeres encontraron el Leo, el confidente de sus amarguras conyugales,
tanto así que siendo tantas las peticiones que tenía, se comprometió a dictar
una charla o conferencia un día entre semana con el Titulo de: “Por el Respeto
de la Mujer”.
El título de
la charla por sí mismo, iba más allá de las interpretaciones… El mismo Leo, cuando me pidió el local de reuniones expresó:
La intención de la charla, es que las mujeres hagan respetar en su dignidad…Yo
con mis escasos conocimientos, pensé que en la charla, no se trataría más
que algunos consejos de convivencia y bienestar.
Teniendo yo
la llave del salón, me apresuré a abrir antes de las cinco de la tarde, dejé
encargado a un familiar para que acondicionara el sonido y demás, y volví al local
con intención de cerrar temprano y aprovechar unas horas para ir al juego de
Sapo. Cerré, y de paso al juego de Sapo decidí echar un vistazo por el salón, y
miré que todas las sillas estaban ocupadas…las mujeres de la Central en su gran
mayoría, habían respondido a la invitación, y en primera fila, estaba mi esposa
con otras familiares.
Seguidamente
apareció Leo, y todas las mujeres se pararon y comenzaron a aplaudir. Pensaba,
que viendo el respaldo de todas esas mujeres, ese hombre podría lanzarse desde
ya a la política y salir elegido.
Siempre había mirado a Leo vestir ropa holgada de colores claros, a excepción
de las pañoletas y los pañuelos de su cuello que eran de tonos fuertes, y
estampados…
Ese día,
vestía un Frac estilo torero color azul claro con camisa blanca, un sombrero
blanco de ala ancha adornado con un penacho de plumas azul del mismo color de su traje, y zapatos
de hebilla blancos con cierto tacón.
Las mujeres
no paraban de aplaudir, y con un gesto gentil y suave se despoja del sombrero
mostrando una pañoleta roja que le cubría la cabeza y dice para comenzar, con
voz cargada de un sentimiento sin igual: “Por la defensa de los derechos de la
mujer, por el respeto y la dignidad…”
Las mujeres
a una sola voz comenzaron a vociferar:
Leo, Leo, Leo…
Allí pude
mirar, que lo que se aproximaba era algo importante. En la charla, Leo habló de los derechos inalienables de la
mujer, de su derecho a la intimidad, de su derecho a progresar con base al
estudio, de su derecho incuestionable a decir NO, cuando estuviera indispuesta para el marido… Todo
fue dicho de una manera sencilla e impecable, sin herir los sentimientos de
nadie, yo mismo en muchas de su apartes de la charla le di mis razones, y
comprendí lo mal que nos portábamos algunos hombres con las mujeres…
En uno de
los apartes de la charla, hizo llegar a cada una de las mujeres que asistieron
al evento, una rosa de color Rosado, con
un lazo donde se leía, “Tú También Mereces el Respeto”
La charla
terminó siendo las 8 de la noche, pero muchas se quedaban tratando de hacer una
cita con Leo para consultarle temas personales, otras buscaban preguntar cosas
generales, y Leo tenía para todas la
respuesta adecuada. Las instalaciones
comenzaron a desocuparse a partir de las nueve y media, yo mismo por esa noche
cancelé mi juego de sapo y las amargas, y esperé a que salieran todos para
cerrar el local.
Pensaba que
el tal Leo era un ser especial, sus gestos, su forma de decir las cosas eran
tan dicientes que por tres meses, sin que sus consejos estuvieran dirigidos a
mí, dejé las vagabunderías, y trataba de
portarme como un señor de respeto.
Leo se
convirtió en gran consejero de las mujeres, y de algunos hombres que también lo
buscaban para consultarles situaciones de infidelidad de sus consortes, y otros
como: Disfunciones sexuales, y enfriamiento del lecho conyugal.
Incluso, con sus recetas y brebajes y consejos, curó a muchos y muchas, de
calambres, fríos, reumatismos, parálisis,
y de frialdad sexual, yo también me tomé
unos preparados de Cañafístula, y Propóleos que me sentaron de maravilla.
En los días
siguientes para poder atender sus labores de consulta y otros, Arrendó una casa
cerca de la Central, en la cual atendía
en consultorio sentimental en las horas de la tarde…Decían que su casa tenía
adornos de velos azules y dorados, y que las estancias olían a aromas de flores,
que las cortinas eran del mismo color; y que su cama y muebles eran adornados con cojines satinados
de azul y dorado, y que algunos lucían estampados de piel de tigre.
Algunos
maridos comenzaron a sentir rabia de lo que Leo les aconsejaba a sus esposas, y
alguno con cerveza en la cabeza llegó hasta
a amenazarlo… Pero Leo siguió en su labor, o misión de manera interrumpida…Eran
ocho meses desde que Leo había aparecido
por la Central, y algunos dueños de los sapos y demás negocios del vicio, se quejaban de haber perdido a algunos de sus
más entrañables clientes…
Por nuestra
parte, recuperamos la salud y aprendimos por aquel tiempo a alimentarnos
sanamente, y en lo personal, me volví más respetuoso, y pude entender algunas
quejas, mañas, desmanes, reclamos y otros propios de las mujeres sin
violentarme.
El lema de
Leo era: “Ayúdate por Dios, y por tu
vida”, y su saludo inconfundible era: Que tengas buen día Príncipe, o
Princesa en el caso de las mujeres. Y
cuando se refería a Dios lo hacía como: Nuestro Padre de bondad. No le conocí
más familiares, solo a un muchacho como
de 18 años de quien decían era su hermano, y el cual siempre lo acompañaba, y que daba la impresión de tener retardo
mental…Por ahí andaba un rumor que decía que tenía un novio al cual nunca
llegué a mirar o conocer.
Leo nos
había cambiado la vida, era como la misma salvación del Palacio del Colesterol,
pero como dicen: Lo bueno no dura, y un día lo encontraron en su casa, amarrado
de pies y manos a una silla cortado la yugular…Muchos decían que el móvil fue
el robo, porque encontraron una caja de valores vacía en el piso; otros decían
que fue por celos de amor…Nadie dio razón de su hermano al cual desde ese día,
también lo dieron por desaparecido…
Blog: Edward Belloum. 014.