Diversiones II
(La Kuskunga. Capítulo 6. Fragmento)
El
comerciante baquiano conoce los lugares donde compra, sabe de precios,
calidades, marcas y otros. A diferencia del turista que sale a dar vueltas y
compra en cualquier parte de lo que se
antoja, o de lo que cree es bueno tener o necesita.
Visitamos a
un paisa que tenía su carreta para atender, y decía: “A mí me dicen el pastuso
(cuando los clientes eran pastusos), porque vendo barato, y favorezco a quienes
me compran, mis precios están por debajo de mis competidores, escoja y separe
lo que quiera y luego arreglamos, usted sabe que estamos en lo mismo barco y
que todos tenemos nuestras necesidades…Si Usted me favorece con su compra, yo
la favorezco con precios bajos…”
La tía tenía
algunos créditos, y al tiempo que cancelaba las cuentas anteriores, abría
nuevas facturas de las cuales pagaba algunas, y de otras quedaba debiendo algo…Como siempre algún
comerciante preguntaba por algún cliente al cual le habían dado crédito y el
cual había dado con su ausencia…
Se iba
comprando, se pagaba y se daba las indicaciones del hotel donde hacían llegar
la mercancía. La mercancía que llegaba al hotel llegaba en cajas y paquetes
grandes, los cuales nosotros
organizábamos en paquetes pequeños y manejables para poderlos manipular, y
poderlos arreglar en el avión y otros.
En San
Andrés no había el peligro de robos, no había habitantes de la calle,
preocupaciones de raponeros u otros. El puerto era tranquilo. Para esa ocasión,
la Cucha había tomado pasajes con Tur, porque daban la oportunidad de pagarse a
crédito, por lo cual la salida a conocer distintos lugares estaba incluida.
A las dos de
la tarde luego del almuerzo nos invitaron a visitar el Johnny King, unos
islotes cerca de la isla a los cuales se llegaba en yate.
El trayecto
era agradable, sentados o tomados de los pasamos del yate, se podían apreciar
las bellezas naturales de la isla.
A lo lejos
una ballena tiraba un chorro de agua hacia lo alto llamando la atención de
todos…Yo calzaba las chanclas y tenía
puesta la ropa que me había regalado Isabel, quien me miraba de reojo mientras
intercambiaba conversa con algunas señoras. En un momento se acercó por la
espalda, y sin arrimarse dijo: Cómo amaneció el pajarito, le contesté que bien. Por
el resto del corto viaje, Intercambiamos palabras acerca del día, del sol, del
bronceado, y otros.
Llegamos al
islote y nuestros pies tocaron el agua tibia y la arena. Comenzamos a caminar y
fuimos hasta un local donde ofrecían bebidas y agua. En un rato llamaron para
participar en una dinámica, y jugamos:
“Al Encuentro de la Mamá”. El juego
consistía en separarse por parejas, hablar algo, conocerse en la voz. Luego una
de las parejas vendaba a la otra, por lo
cual resultaban varios los vendados que se dejaban en el centro… y alrededor,
las supuestas madres llamaban a sus hijos. Los supuestos hijos entre movimientos torpes, tropiezos, y caídas
buscaban a sus madres… Para que la búsqueda se hiciera más difícil, las madres
rotaban o cambiaban de lugar. Terminada la ronda, se intercambiaba el papel
entre los participantes.
Para la
primera parte del juego, me tocaba encontrar como madre a Isabel. Me vendó con
su pañoleta, quedé en la oscuridad sintiendo la caricia del sol y de la brisa
en mi cuerpo, y con su mano, me llevaba hacia el centro del juego… Cerca se
escuchaban risas y voces. Al mandato del
organizador, se escuchó, madres den varias vueltas a sus hijos en su
sitio…Ahora: ¡Retírense y llámenlos. Madres llamen a sus hijos… Hijos, a buscar a su Madre!
Tenía que
pronunciar la palabra madre o mamá que hacía mucho no lo hacía…La palabra se
ahogaba en mis labios, tal vez, mi respiración no daba para entonarla o
gritarla…Dudé mucho en pronunciarla, y cuando
al fin pude decirla, salió débil, tenue, moribunda, sin ánimo…
Luego de
mucho esfuerzo pude pronunciar ¡Mamá! Entre
risas. Luego lo repetí nuevamente, y los recuerdos se apoderaron de mis
sentimientos, era huérfano, y recordé
aquella realidad entre pesares incalculables. Recordaba los ojos
mi madre, el momento de su
muerte… En ese momento, la angustia que se había apoderado de mí… Recordaba que
el día su muerte que había coincidido con el día de juego de inocentes, y los
jugadores apostados en azoteas, y
balcones, creyendo que el féretro era parte del juego, nos lanzaban todo tipo
de bombas y regueros de agua sin ninguna
consideración. Algunas calles tenían barricadas, por lo cual había que bajarse para abrir paso al carro
fúnebre que llevaba el ataúd…Complicado para los dolientes, que un familiar
muera en días de fiesta, o en época de
carnaval…El médico que debía firmar el Acta de defunción estaba perdido en los
recovecos de la celebración y del alcohol. Todo cerrado, y por cierto a falta
de Cura, tuvimos que velar 2 días el cadáver…
¡Grite a su
madre! -Me dijo el organizador… Volví a gritar: -¡Mamá!...Y sentí que las
lágrimas se escapaban de mis ojos, sentía un nudo en la garganta, y con las
manos extendidas toque un cuerpo, y lo agarré del brazo, era una mujer, quien
al instante me dijo entre risas: ¡Suéltame, yo no soy tu madre!
Grite dos o
tres veces más ¡Mamá!, y entre los espacios: recordé cómo había muerto mi madre,
flaca y desconocida, postrada a una cama con la apariencia de una clavera. Su
cuerpo se había reducido en estatura, por lo cual el ataúd quedó grande para su
tamaño. Comenzó a sufrir de reumatismo, el cual al principio lo trataban con
masajes de petróleo crudo, luego con masajes de maceración de marihuana en
alcohol, luego le comenzaron a aplicar una inyección de Dispropan cada tres
meses, luego la dosis fue más repetida…Al
final, terminaron aplicándole la dosis cada tres días…a la semana murió…La
señora está muy malita, recuerdo que dijo el enfermero, no aguanta ni una gota
más...
Con mi
hermana casi que no nos despegábamos de la enferma. Luego de muerta y contando
sobre la droga que le había servido de tratamiento, alguien dijo: La
embarraron: Esa ampolleta no se aplica sola, sino con una de Complejo “B”… A
quién culpar: Al médico que le había recetado la dosis o a nuestra ignorancia. En
un momento sentí que unos brazos me tomaban, y entre risas y sentimiento me
decían ¡Hijo!, era Isabel. Sin hacer esfuerzo por quitarme la venda me refugié
en sus brazos, no sé si ella sintió mi necesidad de apoyo y de ternura, lo
cierto es que me sentí protegido…En un momento me quitó la venda, y me dijo: Tenemos
que seguir el juego, colócame la venda…
Continuamos
con la siguiente ronda del juego, yo gritaba ¡Hija!, pero mis pensamientos
estaban puestos en la desaparición de mi madre, recordando como luego de su partida había
quedado al cuidado de mi tía…Me sentía fuera de lugar, o como si algo grande e
importante me faltara. El juego siguió, y terminé por encontrar a Isabel en su
papel de hija, para buscar de pronto un poco de consuelo, que ella sintiera mi
necesidad de ternura. El juego terminó, dijeron que podíamos esperar un poco, y
que luego ellos daban la señal para la siguiente actividad.
Volvimos al
local buscando algo para tomar, ella me preguntó que porque estaba tan callado,
le dije que en el juego había recordado la partida y la ausencia de mi
madre…Ella respondió: Pobrecillo tocándome la cabeza con ternura, la miré, y
entendí que no valían más lamentos.
Ella pidió
una gaseosa, y yo una cerveza que engullí desesperado. Nos sentamos sobre una
banca dentro del local buscando un poco de refugio del sol. Comentamos algunas
cosas, y le pregunté que dónde había ido la noche anterior, que cuando la fui a
buscar a su habitación no estaba. Dijo que había ido a entregar una mercancía
que había llevado.
Salimos despacio
del local, y nos acercamos a la orilla
con dirección a donde estaba un nativo mirando a distancia con unos binóculos, le pregunté que
qué miraba. El respondió que las montañas de Nicaragua. Le dije que si aquello era posible, éste me pasó el aparato, y
ciertamente a lo lejos se miraban unas montañas con tonos azules.
Le pregunté
qué cuánto se hacía desde San Andrés hasta Nicaragua, respondió que no más de
dos horas. En un rato, llegaron al lugar otros nativos y comenzaron a hablar en
un extraño inglés.
Se arrimó un
compa que le decíamos el Guatarilla, y pasando de chistoso se puso a hablar con
los nativos remedándoles o tratando de hablar en el Inglés que estos
hablaban…Al rato, estos se dieron cuenta
que lo que decía el compa era mamadera de gallo, y así se lo repetían: Lo que tú hablas no es
nada.
Entre los
nativos se podía ver el orgullo de ser colombianos, decían que muchas veces
Nicaragua había querido reclamar la isla como parte de sus territorios, pero, ¡Nicas,
Nunca…Nunca! Repetían.
Como parte
de las actividades del Tur, los nativos presentaron saltos al mar desde un
peñón, luego del cual debían aparecer en la superficie con un pescado en un
arpón, y a la vez invitaban a quienes quisieran refundir con equipo para mirar
en el fondo las tonalidades y las
especies marinas.
Escuché el
llamado de mi tía, y fui a mirar de qué se trataba. Me dijo que si quería tomar
algo, le dije que no, que no se preocupara. Di una vuelta por allí, y miré a
una joven que estaba recogiendo conchas en su bolso dizque para llevar de
regalo o como recuerdo a sus familiares. Le dije que no debía hacerlo, porque el agüero era
que tenerlas en casa traía la ruina…Como movida por un resorte sacó rápidamente
las que ya había guardado y las dejó sobre la arena…Luego me preguntó sobre lo
que sabía al respecto. Le respondí que aquello lo había escuchado de varias
personas, y que incluso el agüero se hacía extensivo a los acuarios.
Me dijo que
se llamaba Daniela, tenía unos ojos claros azulados como el día, su piel era blanca
con pecas, cabello lacio castaño algo largo, tenía un cierto aire de princesa,
extrajo de su bolso una botella de jugo y dijo: si quería, abrí la botella y me
serví un sorbo, traté de devolvérsela, y dijo: Termínala.
Seguidamente
dijo: acompáñame al peñón desde donde saltaron
los nativos, dejó sus cosas al pie, quedó en vestido de baño, subió a la peña, luego
de un impulso y se tiró al mar, y al rato, apareció sonriente y estilando agua por su
cara, y dijo: ¿Quieres probar?
Yo llevaba
un pantalón de baño, regalo también de Isabel, me dispuse sobre la piedra y
salté, volví a la superficie, y Daniela dijo que si refundíamos… Vamos dije. Cuando
tomamos algo de profundidad comencé a sentir un poco de ardor en los ojos, lo
cual pasé por desapercibido. El fondo del islote ofrecía un espectáculo colorido,
peces diminutos de variados colores,
corales, algas y otros… Agotado por el
aire salimos nuevamente a la superficie, pedimos el equipo de buceo, y volvimos
a refundir…Daniela me condujo hacia la entrada de una caverna, entramos, y dentro, se podía observar un mundo de
película.
Gran
variedad de peces pasaban cerca, fijé mis ojos en un pez barbón que parecía
saludarnos haciendo pequeños movimientos en el
fondo de la caverna, dimos la vuelta, y volvimos a la superficie… la riqueza de la
fauna era realmente espectacular.
Entregamos
los equipos de buceo, y nos sentamos con Dani a intercambiar impresiones. Ella
dijo que era la tercera vez que iba a la isla, que sus otros viajes de
vacaciones los había hecho a distintos lugares, que en ese momento la
acompañaban sus tías, a las cuales me indicó desde lejos. Dijo que en Pasto
había recibido clases de natación en un club privado, y me preguntó que donde
había aprendido a nadar, le contesté: que en una piscina pública en la cual
ayudaba con el aseo.
Dani saco
una toalla que cargaba en su bolso, y comenzó a secarse el cabello, el sol
bañaba su piel con tonos de vida, me miró a los ojos, y dijo que si podía esperarla esa noche en el
bar luego de las ocho…Le contesté que bueno,
y nos despedimos.
En un
momento llamaron para abordar el yate que nos llevaría a la isla. Volvimos, y fuimos
rápidamente al hotel para volver a salir en seguida.
Con la tía, estábamos nuevamente en los almacenes buscando
algo más que debíamos llevar.
A las siete
estábamos nuevamente en el comedor, eché de ver a Isabel y no la miré, Dani tampoco fue a cenar. Comí y subí a la
habitación. Pasadas las ocho estuve entrando en el bar, y no miré a Dani,
Salí hasta la puerta del hotel, fui por un cigarrillo y volví. Entré al bar, y sonaba un disco de
Willy Colón, “Periódico de Ayer”, miré hacia la barra y allí estaba ella, lucía
un vestido apretado color blanco de seda tipo mini, cuando me miró se levantó y
pude verla en todo su esplendor, relucía como todo un ángel sacado de la noche,
de aquellos ensueños más recónditos e
ideales… Me tomó de la mano y salimos del hotel con rumbo a otro bar ubicado a
la vuelta.
Sentados, Dany
pidió Margarita para ella, y para mí -dije-
cerveza. El bar tenía pista y algunas parejas se estaban bailando. Suena
el disco de ABBA “Chiquitica”, y dice: Bailemos.
En la pista,
ella coloca el paso, y comienza a moverse de manera muy sexi…En un momento, estábamos cerca, muy cerca, movía sus caderas
rítmicamente al tiempo que tarareaba la canción… Yo trataba de seguir sus
movimientos…Al rato estaba encendido, el pantalón me apretaba en la
entrepierna, ella daba media vuelta y rosaba el montón con sus caderas…el baile
prometía más, y al rato estábamos unidos entre besos.
En el
apartado nos entregamos a las caricias, me decía: En mis viajes aprovecho para
hacer algunas salidas que no puedo hacer en casa. Le dije: Me gustan tus besos. Ella respondió: Espero que te guste
toda. Dani terminó el coctel y pidió otro. Me dijo que no me preocupara por el
costo que ella lo arreglaba, y entre besos, metí la mano debajo de su vestido,
y pude notar que no traía interiores… Comencé a buscar, y su vaso que se agitaba en convulsiones… Metí un
poco más, y sentí mi dedo aprisionado, y entonces comencé a masajear suavemente
hasta lograr encontrar el péndulo, ella abrió un poco sus rodillas, y luego de
un rato se vino entre susurros ahogados…De fondo sonaba una balada de Lorenzo
Santamaría…Si tú fueras mi mujer, mi compañera…
Al rato
terminó el cóctel, y me dijo que fuéramos a otro lugar…Salimos y compramos
licor en una tienda y buscamos un hotel…Algo me decía que debía ser cuidadoso
con ella, al fin de cuentas no era como otras, le dije que si planificaba o si
usamos un preservativo, ella dijo que no había problema, porque acaba de menstruar.
En el
cuarto, se dio la vuelta para que bajara la cremallera de su vestido…la bajé, y
fui descubriendo sus hombros, dejando luego su cuerpo al descubierto, no
llevaba Brasier, y estaba ahora desnuda
ante mis ojos. Se dio la vuelta y tomó el broche de mi pantalón, lo abrió y
comenzó a bajarlo, y luego el interior…En esas apareció el pitón saliendo de su
encierro, y libre de protocolos se presenta descubierto ante la nueva amiga.
Mirando la aparición, ella no salía de la sorpresa, y entretenida pasó unos
minutos presentado sus saludos.
Luego
hablaba de unas cosas que no paré cuidado, comencé a entrar en calor y rodamos por el piso entapetado. A pocos nos
fuimos acercando a la cama, y comencé buscar penetrarla, trataba de
introducirlo pero no lograba el cometido, luego recordé la técnica de subir un
poco sus caderas, y decirle a ella que tomara el pitón y lo colocara justo en
la entrada, sabía que tenía que ir despacio, y así lo hice…Fui entrando
despacio, pero había mucha resistencia, y no cedía…
Hice algo de
esfuerzo por penetrar, y ella dijo que
despacio que sentía dolor…Retrocedí algo, y noté su descansó. No había podido
introducir casi nada…Mi experiencia me decía que Dany era virgen, por lo cual
había que hacer una pauta por ese día, y volver a intentarlo en otra ocasión…El
resto del momento nos dedicamos a saciarnos de caricias, ella se divertía con
el pitón, yo le acariciaba todos los
rincones de su cuerpo. Se vino dos veces más
en entre caricias y besos…Paciencia me decía, otro día será…
Blog: Edward Belloum.015.