viernes, 16 de octubre de 2015

SADE II (Relato)


SOLO PARA MAYORES DE EDAD…
SADE II

Recordaba un chiste,  donde un joven inexperto, de buena posición, y presencia,  buscaba por recomendación de su madre,  una mujer ingenua para tomarla como esposa… y  decide casarse con quién obtuvo las respuestas más inocentes. Pero  a su pesar,  la mujer con la que se casa, resulta ser experta en  las lides del amor…

Ella me invitaba a hacer cosas desconocidas,  nuevas,  sucias, y  hasta dolorosas…
Proponía  el 69, que luego el 71… al rato,  colgada de tubos, decía que succionara, luego volteaba…

Decía: “Toca la campana que hemos entrado en  oración…Eres el oficiante, y yo la sacerdotisa… y ahora nos fundimos  en comunión…”
Por los tragos, no lograba desentrañar  el crucigrama…Parecía  Directora de orquesta,  espécimen raro,  contorsionista, tocaba todos los instrumentos…

Enternecía tocando  flauta…entreabría los ojos,  y  miraba  que tenía entre sí,  la más apetitosa fruta. Pasaba su fuente por mis entornos… Me pedía que la estrujara, que la castigara, que me cobrara  sus ofensas...

Regaba  su cuerpo con licor,  y me llevaba a libar de su fuente…  Colocaba la botella en el piso, y  la levantaba con su vagina, y  pedía que succionara el chico.

Decía: Túmbame al piso,  arrástrame, jálame del cabello, colócame  llaves de lucha…

Sentada en mis rodillas,  pedía  que  jalara sus pezones, que los mordiera, que los chupara…
Entre danzas  y movimientos  precisos, pedía que recibiera sus orines. 

Me pedía alargar la lengua,  que hiciera  círculos  dentro de su fuente… Luego me  besaba,  y tomaba para sí cualquier efluvio de su cuerpo,   quedado en mi boca…
Se deslizaba, y me ofrecía su fruto  destilando licor en la boca…

Acudí  al concierto como  aprendiz,  experimenté  cosas que no habían pasado por mi mente.

Regó  licor  en mi cuerpo,  y  libaba de arriba  abajo. Llegó al chico, y comenzó a succionar,  introdujo primero su  lengua, y al rato sus dedos…

Me sentí violado, pero  cedí... 

 Sus  prácticas me parecían extrañas,   y  exageradas...
 Por ratos, sus  ojos estallaban en la penumbra.

Gritaba, chillaba, se escabullía…Entraba,  salía, se volteaba, paraba, acostaba, saltaba… 

No supe si su repertorio era de rutina, o improvisación de ocasión…
La sentía incansable, insaciable en las artes del amor…


Pensé que aquello nunca terminaría…Resistí el embate y el combate. En un momento pareció rendirse al sueño…
Decidí vestirme  rápidamente,  y  huir del lugar…

Nunca la volví a buscar…

Tardé  más de un mes,  en curarme de las magulladuras…

EDWARD BELLOUM. 014.

Foto Tomada de Internet.





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