viernes, 27 de septiembre de 2013

Me Levanto La Llorona

Me levanto o no me levanto… dudaba una noche en medio del miedo y la confusión. Alrededor de la una de la madrugada tal vez, escuché un llanto que identifiqué como el de una mujer, lo más seguro me dije, en medio del sueño y de  la oscuridad de la vereda,  es que sea  la Llorona. (Tal suposición surgió porque por aquellos días se respiraba en la vereda un aire de incertidumbre e intranquilidad por las posesiones de espíritus en las personas de algunos niños de la escuela).
Pero la mente racional me decía: ¡Que qué Llorona ni qué nada!  Y  me invitaba a seguir durmiendo; pero la curiosidad y la gana de ver un espanto o espíritu, por primera vez,  me impulsaba a vencer la pereza, el sueño y  los nervios… ¡SI! No podía perder esa oportunidad de poder ver por una vez en la vida un espanto de verdad. Eso era lo que me repetía, y me obligaba a levantarme para mirar a ver qué era.
Cavilé  entre  dudas  incontables  sentado al filo de la cama,..Por otro lado,  la especulación y la vena de echar cuentos me decía: Que cómo iba a desperdiciar esa oportunidad de tener una historia verdadera para un cuento, y que tal posibilidad de ser cierta, sería algo parecido a lo fabuloso,  a lo increíble…narrado en palabras  sacadas de la realidad para  los nietos y otros…Imagínense: ¡Una historia real de espíritus para ser contada!
Me incorporé despacio y calculadamente de la cama, los nervios me aprisionaban la garganta y  no me dejaban respirar… las piernas se me trababan, luego, comencé a caminar lentamente hacia la ventana de la habitación que ocupaba en el Puesto de Salud de la vereda, y no vi nada, pero el llanto de una mujer seguía llegando a mis oídos. Luego abrí la puerta de la habitación y salí de esta con más miedo que con decisión, y me acerqué a una de las ventanas que daba a la calle, pero tampoco vi nada. La misma operación realicé acercándome al resto de ventanas de la edificación  para mirar  si desde allí se veía algo, pero nada.
 Me quedaba sólo la ventana de la puerta principal…fui hasta allí, y tampoco vi nada. Lo último que quedaba era abrir la puerta… lo dudé por varios  segundos, y comencé a abrir  despacio y con cuidado…pero desde el umbral tampoco se veía nada.
El paso siguiente y decisivo era salir…lo dudé mil veces, pero era  lo último que quedaba por hacer…y fui proyectando mi cuerpo hacia afuera recelosamente, cuando había avanzado dos metros aproximadamente en ocho pasos maniatados, miedosos y tambaleantes, escuché no sólo el llanto de la mujer, sino también la voz en oración fuerte de un hombre que hacía  fondo al llanto de la misma…Al instante, toda ilusión de encontrarme con la misma Llorona se vino al piso, y  pude concluir que: quien lloraba no era la terrible Llorona, sino la llorona de la vecina que vivía en la casa de madera de al lado.
Tanto esfuerzo y quema de adrenalina para nada, o mejor así, creo que no hubiera soportado la experiencia de encontrarme frente a frente con un espectro y seguir con vida. Lo cierto, seguir durmiendo y esperar de pronto otra oportunidad…me dije.
Como en eso de las diez de la mañana del mismo día, un sábado o domingo no recuerdo bien, salí hacia  el centro del caserío buscando algo para desayunar, y cuando iba por la mediación de la cuadra ,  me llama la atención  una vecina preguntándome a gritos: ¿Profe, escuchó anoche a la Llorona?  Porque yo si la escuché dijo, pasó por aquí, llegó hasta el Esquiazo1, lanzó chispas y partió  para abajo.
Yo le respondí, que a la única Llorona que había escuchado, era a la llorona de mi vecina, a la cual acompañaba su esposo con una oración fuerte parecida a la de un exorcismo…
A propósito me dijo la vecina, refiriéndose a la familia del cuento,  se dice que allá en el grupo religioso al cual ellos pertenecen, las normas y las prohibiciones sobre el aspecto sexual son estrictas, y  que a las parejas solo les permiten tener una sola “satisfacción” por vez… y que pareja que tenga dos o más satisfacciones, tiene que pedir perdón a dios por sus culpas…de la misma manera que usted escuchó.
No sé si la situación que me narraba la vecina por las lágrimas y la oración de la pareja, correspondía  a lo que yo había escuchado: “que mientras la mujer lloraba en oración, el hombre la acompañaba en una oración fuerte casi a gritos, también pidiendo perdón a dios”. (Sobre el asunto sexual y sobre las prohibiciones que había en aquel grupo religioso, quise preguntar alguna vez si aquello  era cierto, pero no tuve ganas ni tiempo de corroborarlo).
Las consecuencias de lo escuchado por mí la noche anterior, y el comentario hecho por la vecina, no se hicieron esperar. Luego de despedirme de la vecina demoré,  no más de media hora en buscar el pan y otros que necesitaba para el desayuno, además de saludar a uno u otro parroquiano… y cuando volvía de la tienda, el chisme había dado dos vueltas  al caserío en múltiples y variadas versiones…

No sé qué tanto aumentaron al relato,  y al chisme de la vecina, que cuando volví al Puesto de Salud, la dueña de las lágrimas de la noche anterior me había estado esperando en la puerta todo altanera para reclamarme airadamente: que qué era lo que yo  andaba diciendo.
 Frenteando  a la vecina le dije en realidad lo que yo había escuchado, y en últimas,  le dije:
 “Que si querían llorar, buscaran otro sitio para hacerlo, donde no quitaran el sueño de los vecinos…”
Y sin más…entré al Puesto de Salud.

Notas:
1.- Esquinazo: Sitio otrora lugar de “los grandes espectáculos” farras y otras

EDWARD BELLOUM 012.

 

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