Me levanto o no me levanto… dudaba una noche en medio del
miedo y la confusión. Alrededor de la una de la madrugada tal vez, escuché un
llanto que identifiqué como el de una mujer, lo más seguro me dije, en medio
del sueño y de la oscuridad de la
vereda, es que sea la Llorona. (Tal suposición surgió porque por
aquellos días se respiraba en la vereda un aire de incertidumbre e intranquilidad
por las posesiones de espíritus en las personas de algunos niños de la
escuela).
Pero la mente racional me decía: ¡Que qué Llorona ni qué
nada! Y
me invitaba a seguir durmiendo; pero la curiosidad y la gana de ver un espanto
o espíritu, por primera vez, me
impulsaba a vencer la pereza, el sueño y los nervios… ¡SI! No podía perder esa oportunidad
de poder ver por una vez en la vida un espanto de verdad. Eso era lo que me
repetía, y me obligaba a levantarme para mirar a ver qué era.
Cavilé entre dudas incontables
sentado al filo de la cama,..Por otro
lado, la especulación y la vena de echar
cuentos me decía: Que cómo iba a desperdiciar esa oportunidad de tener una
historia verdadera para un cuento, y que tal posibilidad de ser cierta, sería
algo parecido a lo fabuloso, a lo
increíble…narrado en palabras sacadas de
la realidad para los nietos y otros…Imagínense:
¡Una historia real de espíritus para ser contada!
Me incorporé despacio y calculadamente de la cama, los
nervios me aprisionaban la garganta y no
me dejaban respirar… las piernas se me trababan, luego, comencé a caminar
lentamente hacia la ventana de la habitación que ocupaba en el Puesto de Salud
de la vereda, y no vi nada, pero el llanto de una mujer seguía llegando a mis
oídos. Luego abrí la puerta de la habitación y salí de esta con más miedo que con
decisión, y me acerqué a una de las ventanas que daba a la calle, pero tampoco
vi nada. La misma operación realicé acercándome al resto de ventanas de la
edificación para mirar si desde allí se veía algo, pero nada.
Me quedaba sólo la
ventana de la puerta principal…fui hasta allí, y tampoco vi nada. Lo último que
quedaba era abrir la puerta… lo dudé por varios segundos, y comencé a abrir despacio y con cuidado…pero desde el umbral
tampoco se veía nada.
El paso siguiente y decisivo era salir…lo dudé mil veces,
pero era lo último que quedaba por hacer…y
fui proyectando mi cuerpo hacia afuera recelosamente, cuando había avanzado dos
metros aproximadamente en ocho pasos maniatados, miedosos y tambaleantes,
escuché no sólo el llanto de la mujer, sino también la voz en oración fuerte de
un hombre que hacía fondo al llanto de
la misma…Al instante, toda ilusión de encontrarme con la misma Llorona se vino
al piso, y pude concluir que: quien
lloraba no era la terrible Llorona, sino la llorona de la vecina que vivía en
la casa de madera de al lado.
Tanto esfuerzo y quema de adrenalina para nada, o mejor así,
creo que no hubiera soportado la experiencia de encontrarme frente a frente con
un espectro y seguir con vida. Lo cierto, seguir durmiendo y esperar de pronto
otra oportunidad…me dije.
Como en eso de las diez de la mañana del mismo día, un
sábado o domingo no recuerdo bien, salí hacia
el centro del caserío buscando algo para desayunar, y cuando iba por la
mediación de la cuadra , me llama la
atención una vecina preguntándome a
gritos: ¿Profe, escuchó anoche a la Llorona?
Porque yo si la escuché dijo, pasó por aquí, llegó hasta el Esquiazo1,
lanzó chispas y partió para abajo.
Yo le respondí, que a la única Llorona que había escuchado,
era a la llorona de mi vecina, a la cual acompañaba su esposo con una oración
fuerte parecida a la de un exorcismo…
A propósito me dijo la vecina, refiriéndose a la familia del
cuento, se dice que allá en el grupo
religioso al cual ellos pertenecen, las normas y las prohibiciones sobre el
aspecto sexual son estrictas, y que a
las parejas solo les permiten tener una sola “satisfacción” por vez… y que
pareja que tenga dos o más satisfacciones, tiene que pedir perdón a dios por
sus culpas…de la misma manera que usted escuchó.
No sé si la situación que me narraba la vecina por las
lágrimas y la oración de la pareja, correspondía a lo que yo había escuchado: “que mientras la
mujer lloraba en oración, el hombre la acompañaba en una oración fuerte casi a
gritos, también pidiendo perdón a dios”. (Sobre el asunto sexual y sobre las
prohibiciones que había en aquel grupo religioso, quise preguntar alguna vez si
aquello era cierto, pero no tuve ganas
ni tiempo de corroborarlo).
Las consecuencias de lo escuchado por mí la noche anterior,
y el comentario hecho por la vecina, no se hicieron esperar. Luego de
despedirme de la vecina demoré, no más
de media hora en buscar el pan y otros que necesitaba para el desayuno, además
de saludar a uno u otro parroquiano… y cuando volvía de la tienda, el chisme
había dado dos vueltas al caserío en
múltiples y variadas versiones…
No sé qué tanto aumentaron al relato, y al chisme de la vecina, que cuando volví al
Puesto de Salud, la dueña de las lágrimas de la noche anterior me había estado
esperando en la puerta todo altanera para reclamarme airadamente: que qué era
lo que yo andaba diciendo.
Frenteando a la vecina le dije en realidad lo que yo
había escuchado, y en últimas, le dije:
“Que si querían
llorar, buscaran otro sitio para hacerlo, donde no quitaran el sueño de los
vecinos…”
Y sin más…entré al Puesto de Salud.
Notas:
1.- Esquinazo:
Sitio otrora lugar de “los grandes espectáculos” farras y otras…
EDWARD BELLOUM 012.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario