domingo, 15 de marzo de 2015

LEOPOLDO (Relato)

LEOPOLDO (Relato)

Decía llamarse Leopoldo Martínez  Chauta, y venir de los lados de Madrid Cundinamarca. Apareció en la Central de Abastos como empleado de  cocina de doña Claudia la “Dura de la frutas”. Lo distinguí cuando llegaba con ella, y lo relacionaba con las personas donde debía hacer las compras de las cosas que necesitaba para llevar  a casa y hacer su labor. Ese día usaba una pañoleta que amarraba atrás de su cabeza estilo pirata, una camisa amplia  blanca de mangas anchas, un pantalón deportivo de color claro, y usaba sandalias. Era una persona aproximadamente de 30 años, delgada, con ojos de mirada vivaz e interrogante, y ansiosa  en sus poses…sin más, tenía rasgos  de  Gay…En mis deducciones machistas, pensé que eso era normal,  tratándose de un cocinero.
Pasaron los días…Y en algún momento,  lo había saludado de lejos con un gesto de cabeza. Un día llega a mi negocio de zapatos y dice de entrada: -¡Qué lindo almacén tienes mi príncipe! ¡Hay que bello surtido! Me mandan a tu presencia para saber si su Merced, me  puede alquilar el local desocupado contiguo a la oficina del Sindicato. Le pregunté que para qué lo quería. Me respondió que para montar un restaurante.
Me comentó, que su labor de cocina la había comenzado hace dos semanas con doña Claudia, y que ahora tiene varios comensales, y que el principal problema que tiene es por la distancia de traer los almuerzos desde la casa de doña Claudia a la Central, y que sus comensales le  habían manifestado, que lo mejor fuera montar el restaurante en las mismas instalaciones de la  Central para mayor comodidad, y me presentó la petición escrita con las firmas de sus comensales.
Sin reunir a la Junta Administradora, y siendo el Presidente, pensé que no había impedimento en alquilar el local para restaurante por sus amplias instalaciones… le dije la tarifa, aceptó las condiciones, y pagó tres meses por adelantado.
En cuanto a lo estrictamente Culinario, Leo tenía una sazón exquisita, mi esposa, los empleados del negocio, y yo  terminamos almorzando allí. Cada día era una comida distinta y especial, no vendía carnes…Y degustando su deliciosa comida vegetariana, ni se nos ocurría pensar en comida de carne…
Por esos días, mi esposa y yo habíamos pasado por un chequeo médico, y  por cuestiones de Colesterol alto, hipertensión y otros, y tratando de seguir  las recomendaciones del médico, “El Menú de Leo”, ese era el nombre del restaurante, nos venía a la medida.
Leo era la persona,  que de pronto muchos estábamos esperando…Además, las mujeres encontraron el Leo, el confidente de sus amarguras conyugales, tanto así que siendo tantas las peticiones que tenía, se comprometió a dictar una charla o conferencia un día entre semana con el Titulo de: “Por el Respeto de la Mujer”.
El título de la charla por sí mismo, iba más allá de las interpretaciones… El mismo Leo,  cuando me pidió el local de reuniones expresó: La intención de la charla, es que las mujeres hagan respetar en su dignidad…Yo con mis escasos conocimientos, pensé que en la charla, no se trataría más que  algunos  consejos  de convivencia y bienestar.
Teniendo yo la llave del salón, me apresuré a abrir antes de las cinco de la tarde, dejé encargado a un familiar para que acondicionara el sonido y demás, y volví al local con intención de cerrar temprano y aprovechar unas horas para ir al juego de Sapo. Cerré, y de paso al juego de Sapo decidí echar un vistazo por el salón, y miré que todas las sillas estaban ocupadas…las mujeres de la Central en su gran mayoría, habían respondido a la invitación, y en primera fila, estaba mi esposa con otras familiares.
Seguidamente apareció Leo, y todas las mujeres se pararon y comenzaron a aplaudir. Pensaba, que viendo el respaldo de todas esas mujeres, ese hombre podría lanzarse desde ya a la política  y salir elegido. Siempre había mirado a Leo vestir ropa holgada de colores claros, a excepción de las pañoletas y los pañuelos de su cuello que eran de tonos fuertes, y estampados…
Ese día, vestía un Frac estilo torero color azul claro con camisa blanca, un sombrero blanco de ala ancha adornado con un penacho de plumas  azul del mismo color de su traje, y zapatos de hebilla blancos con cierto tacón.
Las mujeres no paraban de aplaudir, y con un gesto gentil y suave se despoja del sombrero mostrando una pañoleta roja que le cubría la cabeza y dice para comenzar, con voz cargada de un sentimiento sin igual: “Por la defensa de los derechos de la mujer, por el respeto y la dignidad…”
Las mujeres a una sola voz comenzaron  a vociferar: Leo, Leo, Leo…
Allí pude mirar, que lo que se aproximaba era algo importante. En la charla,  Leo habló de los derechos inalienables de la mujer, de su derecho a la intimidad, de su derecho a progresar con base al estudio, de su derecho incuestionable a decir NO, cuando  estuviera indispuesta para el marido… Todo fue dicho de una manera sencilla e impecable, sin herir los sentimientos de nadie, yo mismo en muchas de su apartes de la charla le di mis razones, y comprendí lo mal que nos portábamos algunos hombres con las mujeres…
En uno de los apartes de la charla, hizo llegar a cada una de las mujeres que asistieron al evento, una rosa de  color Rosado, con un lazo donde se leía, “Tú También Mereces el Respeto”
La charla terminó siendo las 8 de la noche, pero muchas se quedaban tratando de hacer una cita con Leo para consultarle temas personales, otras buscaban preguntar cosas generales, y  Leo tenía para todas la respuesta adecuada.  Las instalaciones comenzaron a desocuparse a partir de las nueve y media, yo mismo por esa noche cancelé mi juego de sapo y las amargas, y esperé a que salieran todos para cerrar el local.
Pensaba que el tal Leo era un ser especial, sus gestos, su forma de decir las cosas eran tan dicientes que por tres meses, sin que sus consejos estuvieran dirigidos a mí, dejé las vagabunderías, y trataba de  portarme como un señor de respeto.
Leo se convirtió en gran consejero de las mujeres, y de algunos hombres que también lo buscaban para consultarles situaciones de infidelidad de sus consortes, y otros como: Disfunciones sexuales, y enfriamiento del lecho conyugal.
Incluso,  con sus recetas y  brebajes y consejos, curó a muchos y muchas, de calambres, fríos, reumatismos,  parálisis, y de  frialdad sexual, yo también me tomé unos preparados de Cañafístula, y Propóleos que me sentaron de maravilla.
En los días siguientes para poder atender sus labores de consulta y otros, Arrendó una casa cerca  de la Central, en la cual atendía en consultorio sentimental en las horas de la tarde…Decían que su casa tenía adornos de velos azules y dorados, y que las estancias olían a aromas de flores, que las cortinas eran del mismo color; y que su cama y  muebles eran adornados con cojines satinados de azul y dorado, y que algunos lucían estampados de piel de tigre.
Algunos maridos comenzaron a sentir rabia de lo que Leo les aconsejaba a sus esposas, y alguno con cerveza en la cabeza  llegó hasta a amenazarlo… Pero Leo siguió en su labor, o misión de manera interrumpida…Eran  ocho meses desde que Leo había aparecido por la Central, y algunos dueños de los sapos y demás negocios del vicio,  se quejaban de haber perdido a algunos de sus más entrañables clientes…
Por nuestra parte, recuperamos la salud y aprendimos por aquel tiempo a alimentarnos sanamente, y en lo personal, me volví más respetuoso, y pude entender algunas quejas, mañas, desmanes, reclamos y otros propios de las mujeres sin violentarme.
El lema de Leo era: “Ayúdate por Dios, y  por tu vida”, y su saludo inconfundible era: Que tengas buen día Príncipe, o Princesa  en el caso de las mujeres. Y cuando se refería a Dios lo hacía como: Nuestro Padre de bondad. No le conocí más familiares, solo  a un muchacho como de 18 años de quien decían era su hermano, y el cual  siempre lo acompañaba,  y que daba la impresión de tener retardo mental…Por ahí andaba un rumor que decía que tenía un novio al cual nunca llegué a mirar o conocer.
Leo nos había cambiado la vida, era como la misma salvación del Palacio del Colesterol, pero como dicen: Lo bueno no dura, y un día lo encontraron en su casa, amarrado de pies y manos a una silla cortado la yugular…Muchos decían que el móvil fue el robo, porque encontraron una caja de valores vacía en el piso; otros decían que fue por celos de amor…Nadie dio razón de su hermano al cual desde ese día, también lo dieron por desaparecido…
Blog: Edward Belloum. 014.


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