DE
LA NOVELA LA KUSKUNGA.
FRAGMENTO DEL CAPÍTULO NOVENO.
FRAGMENTO DEL CAPÍTULO NOVENO.
SEGUNDA
PARTE:
LA FIESTA
Puse
a andar el auto, y mirando
que nadie nos viera o siguiera, me besó, y dijo: ¡Los que se escapan...!
-
Dele, dijo, luego le digo dónde…
Fuimos
a un hotel cercano, cuando entramos al
cuarto, dijo: aprovechemos… Estuvimos un
poco más de una hora en el lugar, y
volvimos a la fiesta… Melba se acercó donde sus amigos…Y aquel con el que
había discutido estaba dormido sobre la mesa, y los otros hablando de
distintas cosas.
Salí
a dejar a mi hermana y a los niños, de allí en adelante seguimos con la tarea
de cierre de la fiesta.
Cuando
volví, quedaban dos mesas, una con dos parejas de invitados, y la otra
con los acompañantes de Melba…
…el
agente dormido despierta furioso, desenfunda su revólver, y hace
tres tiros sobre el techo… toma a Melba y la encañona…
Melba
sin mostrar temor, lo instaba para que se calmara, las mujeres gritaban: ¡La va
a matar! …en un movimiento rápido, sus
compañeros sujetaron y
desarmaron al furioso…
Melba
salió corriendo, y miré que paraba un taxi; mientras los otros agentes sacaban al corajudo…
…de
rebote, uno de los tiros había caído sobre uno de los bafles, el otro sobre una
olla...
Al
día siguiente, el tema de los tiros y del comportamiento del agente fue la comidilla de todos…
Todo
salió según lo planeado, salvo el incidente…
Los
días corrieron, y el 26 día sábado… Me tenía que presentar al cuartel.
El
24 en la noche, le comenté a mi tía sobre el suceso, contestó: Si tienes que
irte y te llevan, tienes que cumplir…Con ese aliento, esa noche fui a
despedirme al Matadero, y al día siguiente salí a caminar desde la mañana, y no volví a casa sino hasta en la noche.
En
mi correría de despedida, encontré un
amigo que dijo pertenecer a los Testigos, y decía, que ellos no prestaban Servicio Militar por Objeción
de Consciencia, y que si quería, me ayudaba.
Me
parecía una opción…
…me
presenté al batallón, y en el primer examen quedé apto y seleccionado para el Servicio.
Y
desde ese momento comencé a despedirme de la vida civil.
Me
sentía solo…pensando en mi madre, me
dije que si ella estuviera viva, todo hubiera sido distinto.
El
día de la incorporación, se presentó
gente que venía de todos los pueblos de Nariño…
Un Sargento me halagó, diciendo que por mi
porte y estatura, estaba bueno para
Capitán…me preguntó, que qué sabía hacer…le contesté: que conducir, y dijo, te
tendré en cuenta.
Pasé
el examen físico mezclado entre los negros venidos de la costa, para pasar desapercibido por el tamaño del
pitón.
Uno
de estos, comenzó a reírse y hacer burlas…pero lo callé diciéndole:
-Cayetano hermano, que las cotorras me dan
nauseas… El negro aguantó y disimuló sus ganas de burla…
BLOG: EDWARD BELLOUM. 015.
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FOTO:
Tomada de la Red.
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