Desde hace mucho
Que espero a la bruja de mis sueños
Aquella que escuchó mis angustias
Llegando una noche a mis imágenes
Acompañada de un séquito de hombres diminutos
A aquella que por mandato
O dando oído a mis ruegos
Limpiaron de mi cuerpo
Innumerables penas dejadas por el desamor
Parte de aquellos hombrecillos
Limpiaron la base de la columna
Alinearon vértebras y anillos
Desbloquearon el libre tránsito de la energía
Limpiaron hígado, estómago y riñones
Borrando así
Viejos, y añejos depósitos de odio
Enfermedades entrañables
Que me conducían inexorables
A destrucción.
Limpiaron mi pecho,
Borrando marcas de torturas
Quitaron de mi espalda,
Cargas impuestas por la venganza
Limpiaron Nuca y cabeza,
Atenuando los impulsos de suicidio
En fin…
Lo limpiaron todo, casi todo
Imperceptibles raíces
Crecidas sobre el despojo de amores lacerantes…
De pensamientos que vuelven del ayer
De cofres dañados,
Basura desechable y putrefacta
Aquellos
Repitieron su labor durante varios sueños
Una noche dijeron:
Que el trabajo estaba hecho
Pero que quedaban:
Huellas, marcas y cicatrices, imposibles de borrar…
Los hombrecillos se retiraron
Y solo quedó ella,
Diciéndome:
Que en adelante debía cuidarme de mancharme nuevamente
Agregó:
No pudimos limpiar tu mente ni actitudes
Algo fuerte, nos impidió que llegásemos
Hasta el fondo de tu ser…
Era tan bella
Revestía su cuerpo con una túnica blanca transparente
Sus ojos eran claros
Y de una ternura indescifrable
Sus cabellos rojizos caían en bucles sobre sus hombros…
No pude contenerme
En un instante la tomé de la cintura
Y rápidamente,
La reduje a mis deseos…
Ella decía que desistiera…
No contemplé siquiera en agradecimiento…
Los favores que habían hecho en mi cuerpo.
Ciego, sin control…
Desfogué en sus adentros
Los restos sobrevivientes de prácticas pasadas...
Desde esa terrible noche
Estoy atento a mis sueños
La espero
Quiero que vuelva
Que se acerque por lo menos… a una leve ensoñación
Estoy arrepentido, y quiero disculparme
Pero, no sé qué haré,
No sé cómo reaccionaré
Cuando me enfrente nuevamente ante su inefable presencia
Cuando mire los visos de su piel tornasolada
Cuando me hable la flor,
El dulce candor de sus labios…
Le pediré perdón,
¡SÍ!
Cerraré mis ojos para no desearla
Pero si la vuelvo a ver
No sé hasta dónde llegaré…
Desde ese momento:
Ardo cada noche en frenesí
Mi cuerpo se desborda entre el recuerdo de su cuerpo
Todo es pasión, necesidad
Ansias de volverla a poseerla…
Blog: Edward Belloum.014.
O dando oído a mis ruegos
Limpiaron de mi cuerpo
Innumerables penas dejadas por el desamor
Parte de aquellos hombrecillos
Limpiaron la base de la columna
Alinearon vértebras y anillos
Desbloquearon el libre tránsito de la energía
Limpiaron hígado, estómago y riñones
Borrando así
Viejos, y añejos depósitos de odio
Enfermedades entrañables
Que me conducían inexorables
A destrucción.
Limpiaron mi pecho,
Borrando marcas de torturas
Quitaron de mi espalda,
Cargas impuestas por la venganza
Limpiaron Nuca y cabeza,
Atenuando los impulsos de suicidio
En fin…
Lo limpiaron todo, casi todo
Imperceptibles raíces
Crecidas sobre el despojo de amores lacerantes…
De pensamientos que vuelven del ayer
De cofres dañados,
Basura desechable y putrefacta
Aquellos
Repitieron su labor durante varios sueños
Una noche dijeron:
Que el trabajo estaba hecho
Pero que quedaban:
Huellas, marcas y cicatrices, imposibles de borrar…
Los hombrecillos se retiraron
Y solo quedó ella,
Diciéndome:
Que en adelante debía cuidarme de mancharme nuevamente
Agregó:
No pudimos limpiar tu mente ni actitudes
Algo fuerte, nos impidió que llegásemos
Hasta el fondo de tu ser…
Era tan bella
Revestía su cuerpo con una túnica blanca transparente
Sus ojos eran claros
Y de una ternura indescifrable
Sus cabellos rojizos caían en bucles sobre sus hombros…
No pude contenerme
En un instante la tomé de la cintura
Y rápidamente,
La reduje a mis deseos…
Ella decía que desistiera…
No contemplé siquiera en agradecimiento…
Los favores que habían hecho en mi cuerpo.
Ciego, sin control…
Desfogué en sus adentros
Los restos sobrevivientes de prácticas pasadas...
Desde esa terrible noche
Estoy atento a mis sueños
La espero
Quiero que vuelva
Que se acerque por lo menos… a una leve ensoñación
Estoy arrepentido, y quiero disculparme
Pero, no sé qué haré,
No sé cómo reaccionaré
Cuando me enfrente nuevamente ante su inefable presencia
Cuando mire los visos de su piel tornasolada
Cuando me hable la flor,
El dulce candor de sus labios…
Le pediré perdón,
¡SÍ!
Cerraré mis ojos para no desearla
Pero si la vuelvo a ver
No sé hasta dónde llegaré…
Desde ese momento:
Ardo cada noche en frenesí
Mi cuerpo se desborda entre el recuerdo de su cuerpo
Todo es pasión, necesidad
Ansias de volverla a poseerla…
Blog: Edward Belloum.014.
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