miércoles, 12 de octubre de 2016

POR UNA COMISIÓN (Relato)

COMISIÓN

POR COMISIÓN


Era el año 95, y dijo llamarse Amparo Valera, y me contrató para vender una  casa de su propiedad. Me dijo que era viuda, y que necesitaba viajar a otra ciudad, y que  por eso,  el motivo de la venta, agregó: Que los papeles estaban al día y que no había ningún problema.
 Acordados los costos de la Comisión, me dejó los  datos del inmueble, para ir a mirarlo, y poderlo ofrecer a los  clientes...
Pasé a mirar la casa… Toqué a la puerta, salió doña Amparo, me hizo pasar, eché una ojeada por dentro, y anoté el número de habitaciones y servicios…Le dije: Que tenía el cliente preciso para la casa…
La casa era esquinera,  situada en  barrio popular sobre calle comercial, lo cual era lo propio para mi cliente, ya que su intención, era la de montar  un  negocio.
Entre  conversas y otros,  le pedí que me mostrara los documentos del inmueble. Ella dijo: que no había problema, y que en horas de la tarde me los llevaba a la oficina.
En ese momento, apareció una chica de aproximadamente 16 años, a la cual me presentó como a su hija, y agregó, que tenía otro hijo menor, que por el  momento estaba estudiando…
Pero raro… Noté que la chica hacía gestos de desagrado…Y en la conversa que tenía con su madre, alcancé a escuchar que le preguntaba: ¿Es cierto vas a vender otra vez…? A lo cual doña Amparo respondía,  afirmativamente, con cierta sonrisa maliciosa…
Me despedí, diciendo que la esperaba  en la tarde para mirar los documentos…para  poder  contactar al cliente, y que mirara la casa.
En la  tarde, estuve esperando a la vendedora, y  esta,  no apareció…
Al otro día, llegó a la oficina en horas de la mañana llevando la copia de la escritura de la casa,  en la cual constaba que estaba a nombre de su difunto marido. Le pregunté que si ella había adelantado la Sucesión, y  dijo: -En este mismo momento vengo del abogado, y que todo estaría en regla el lunes siguiente, y que invitara a la casa a los posibles compradores para que miraran la casa…
Dentro de mí, pensaba que el negocio no estaba claro, pero la señora me aseguraba que no había ningún problema, y motivado más por el dinero de la comisión, cité al posible comprador a la oficina para llevarlo a mirar el inmueble, el cual  me dijo,  que el jueves estaría en la capital en horas de la mañana.
El jueves, acudimos con el cliente a mirar la casa… De su parte,  quedó satisfecho con el inmueble,  y  entre ellos,  comenzaron  a acordar el valor de la venta.
El precio del inmueble era de 122 millones, de los cuales, la vendedora  recibiría la mitad, y ella, le haría la escritura, y le entregaría la casa a más tardar en dos días.
El cliente le dijo,  que se comunicaría con  ella  martes siguiente para hacer las gestiones respectivas,  y  cumplir con lo pactado.
Aparentemente, el negocio estaba hecho, aunque no era claro, tenía muchos inconvenientes de tipo de saneamiento…Por otro lado,  noté que la señora coqueteaba con el cliente, y este, le respondía a las insinuaciones, y en un apretujón accidental entrando a mirar una alcoba, se rosaron en sus cuerpos, y seguidamente miré que el cliente, hacía algunos toques directos a la retaguardia de la vendedora…
Luego, los miraba en conversas  entretenidas, y  dispuse a despedirme porque tenía que atender otros negocios…Pero el cliente,  me dijo que lo esperara para que lo acercara al centro de la ciudad…
Salí, subí al carro, y esperé al cliente un rato para que saliera…Al rato, apareció, mostrando en su cara la emoción del encuentro…
Al llegar al auto, dijo: me entretuve un rato con la vieja… ¡Está buena, y está que se come… Ese huevo quiere sal!
Lo dejé en el centro de la ciudad, y nos despedimos, con el compromiso que este vendría  el próximo martes para adelantar las gestiones y documentos de la compra, y dijo: que lo esperara en la oficina antes de las diez.
El martes lo esperé toda la mañana, y el cliente no apareció. Con las suspicacias del caso, decidí acercarme por la casa de doña Amparo antes de las doce, toqué la puerta por tres veces y nadie abría, me acerqué a la ventana de la sala para ver si se miraba algo, y ciertamente, miré sobre una de las butacas el morral que cargaba don José el comprador…y me dije: Lo vivos quieren hacer el negocio entre ellos, para librarse de pagar la comisión…
Toqué nuevamente la puerta por dos veces, y nadie respondió.
Volví al auto, y decidí rodear la manzana de casas despacio… Y en una de mis pasadas,  noté que un muchacho estaba parado en la puerta esperando  que le abran… Me dije: este debe ser el hijo de la vieja que llega de la escuela… Seguí de largo  y  paré el auto a alguna distancia,  y esperé.
Al rato,  abrieron la puerta y el muchacho entró. Esperé unos minutos, bajé del auto  y me acerqué a la casa, toqué fuerte a la puerta, y al rato salió abrir la hija de la vendedora, me miró entre asustada y sorprendida y me dijo: ¡Qué quiere…?
Le  respondí que quería hablar con su madre sobre el negocio de la casa.
 ¿Negocio?-Respondió. ¡Esta casa no se vende! Dijo, con tono de  seguridad…
Le insistí que llamara a su madre. Enseguida  gritó  desde la puerta llamando a su madre…Eché una ojeada hacia el interior, y  miré que el morral de don José ya  no estaba en la butaca.
Al rato apareció doña Amparo, con una toalla secándose, y me pregunto: ¿Qué pasó con el cliente…? Le respondí tajantemente, que iba por lo de la comisión.
 ¿Cuál comisión? –dijo, si el cliente no ha aparecido. Qué raro, le dije, me pareció que él ya había venido, y que ustedes ya hicieron el negocio.
Aquí no ha venido nadie, -respondió casi gritando. Y agregó: Si acaso hay negocio, y el señor, iremos los dos para darle su comisión…A  mí me gusta ser legal en los negocios…
No habiendo más de qué tratar, me despedí diciendo que la esperaba, y que no me fuera a jugar una mala pasada...Eché marcha  al carro, y decidí dar otra vuelta a la Manzana para ver qué más se presentaba. Noté que en la esquina  había una cafetería, me senté en un lugar desde dónde se podía mirar la casa de la vendedora, pedí un refresco, y esperé.
Al rato llegó un taxi, y dos hombres entraron a la casa. Al rato,  los mismos hombres,  sacaban un paquete de cierto peso envuelto en plástico negro y lo metían en la cajuela…Luego doña Amparo  subía al auto,  y partían.
Tuve la idea  ir por el auto, y seguirlos, pero me contuve, y decidí que en la tarde, volvería a la casa para ver qué más decían… ¿Quiénes eran aquellos? ¿Qué  guardaron en la cajuela?
Había pasado por muchas experiencias y argucias de los clientes queriendo eludir pagar la comisión…Muchos se habían quedado con el pago,  con jugadas ingeniosas, o a la postre, habían salido con cualquier cosa…
En horas de la tarde, me volví a acercar a la casa de doña Amparo, y antes de tocar noté que del interior salía música, risas como si hubiera fiesta. Toqué,  y enseguida abrió doña Amparo arreglada y luciendo una ropa ceñida al cuerpo, con falda corta que la hacía mirar provocativa, y le di la razón al cliente, la vieja esta buena…Y le pregunté que si había venido el cliente.
Respondió que no, que en ese momento estaba con unos primos, y que si gustaba  siguiera…Me llevó hasta donde sus primos, me presentó como al comisionista, y me invitó a que me sentara.
Los hombres estaban  departiendo de sus cosas, me miraron…Y  sin pararse  dijeron: ¡Mucho gusto! Creí que no era conveniente sentarme, por lo cual, y en una salida rápida, le dije a doña Amparo que me prestara el baño…Me indicó dónde estaba, y en el trayecto me decía: Están tomando Whisky, será lo corriente en ellos, o es que tal vez estaban celebrando algo…Vaya uno a saber…
Entré al baño, y noté que había un fuerte olor a algo que al momento no pude identificar, era algo parecido a cloro, con una mezcla de humedad y otro… En la parte de arriba de la puerta pude ver una mancha que parecía sangre…
Salí del baño, y  llamé a doña Amparo, diciéndole que si acaso se daba el negocio me lo hiciera conocer. Ella insistía en que me quedara; hice  resistencia,  y me despedí agradeciendo la invitación,  diciendo que tenía que recoger a un hijo en la escuela.
Volví a la oficina, y desde allí marqué el teléfono del pueblo que me había dejado don José preguntando por él…Del otro lado de la línea me contestaba una mujer, y me decía que el señor había viajado a la Capital por unos negocios, pero que en la noche estaría de vuelta…
Las dudas comenzaron a pasar por la mente…El señor vino y no se acercó por la oficina…Miré su morral en la casa de la vendedora, y esta dice que no  fue por allí…El paquete que sacaban los hombres…Había algo raro en todo esto.
Estuve en la oficina hasta las ocho. Volví a llamar al pueblo para preguntar si  don José había llegado, y me contestaron no.
Cerré la oficina,  y me fui para la casa con la idea de volver a llamar  en la mañana…
Al otro día, pasadas las diez arrimó una señora acompañada de un hombre que me presentó como a su hermano, y  dijo  que era la esposa de don José…
La primera idea que pasó por mi mente es que el señor había mandado con ella el costo de la Comisión, pero mirándola en sus gestos de angustia y preocupación entendí que  había algo más en el Menú.
Entre voces casi secas me dijo que su marido no había llegado la noche anterior, y se notaba su preocupación, y agregó que este nunca desaparecía sin más…Y que estaba en mi oficina,  por unas  indicaciones que le había dado su marido del lugar.
Le respondí, que don José no había aparecido por la oficina el día anterior, y que había hablado con la señora del negocio, y que también había dicho que este no había aparecido.
La señora entró en angustia, y entre llanto decía que su esposo había viajado con 60 millones para “pisar” el negocio de la casa, y que no entendía qué le pudo pasar.
Miraba la escena…Y me venía a la cabeza tremendo rollo…Pero era mejor, no entrar en suposiciones ni especulaciones, y esperar lo que dijeran los acontecimientos.
La señora se despidió, diciendo que si sabía algo la llamara, a lo cual le respondí que con  gusto…
Al día siguiente, volví en horas del mediodía por la casa de la vendedora, toqué varias veces, pero nadie respondió. Pensé volver más tarde, pero acabé la tarde haciendo otras gestiones…
El día siguiente tenía que llevar a unos clientes a mirar unas fincas fuera de la capital, por lo cual se pasó el día. Pensé que volvería el sábado, y tampoco pude por dar cumplimiento a compromisos familiares, igual el domingo…
Volví a la casa el lunes, y noté que la casa estaba desocupada, pero unos señores estaban dentro. Pregunté por doña Amparo, uno de ellos me dijo que él era el nuevo dueño de la casa.
Le pregunté que si me daba razón de la Doña, y dijo: Ella dijo que  viajaría para el norte…
Caso muerto y cerrado, decía entre mí…Cero pollitos. La comisión esfumada…Un desaparecido o algo peor…Cosas del oficio…
Pasaron los meses, y un día me pareció mirar a la esposa de don José el comprador desaparecido, rejuvenecida y haciéndose acompañar de un chico más joven…

Blog: EDWARD BELLOUM. 016.

FOTO: Tomada de la Red.





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