domingo, 4 de noviembre de 2018

EL CIRCO (Primera Parte)


EL CIRCO I


PRIMERA PARTE:
Nada más placentero para los chavales del barrio, que llegue el circo, o la ciudad de hierro... Las pelotas  de trapo se guardaban, demás juegos a esperar…Entonces todo giraba y se  movía en el  sabor y color de circo…
Marzo del año 58…
 El Circo Royal Dumbal, trajo para esa ocasión  tres elefantes africanos, donde se destacaba Dumbo, un elefante con orejas gigantescas,  que cuando las movía levantaban el aserrín de la pista.
Dumbo  era más grande de los tres.  Había también un elefante bebé que comenzaba a hacer sus primeros pasos en el circo, y aparecía  al final de las presentaciones,  trayendo en su trompa un  gigantesco biberón,  que insinuaba según las palabras del animador que tenía hambre, y  empujaba a los otros elefantes hacía la salida de la pista para que le dieran de comer  entre el aplauso del público.
  Mirar a los leones en sus jaulas estallando tremendos rugidos en sus fauces, nos hacía desear, estar alejados de la probabilidad de caer entre sus dientes, porque  decían, que cuando un león abría  sus fauces, tenía  ganas de comerse un niño malo, o un perro…Pero ojo, cuando  llegaban  de los circos, desaparecían misteriosamente los perros callejeros…
Los perros amaestrados llamaban la atención y la complacencia de todos, porque mirarlos en sus números y movimientos era divertido y asombroso.
Mirar a  la perra Pekinés Laika, tirándose  desde lo alto del trapecio en movimiento….para caer justo en un saltarín… Deteniendo la respiración del público…y  luego,  escuchar el estallar de los aplausos.
Otros perros,  bailaban y  pasaban a través de obstáculos, subían  encima de los caballos…Y al final, un perro Alemán rescataba de entre las llamas a su amo…
Nosotros, queriendo domar a los perros del vecindario, recibíamos solo  mordiscos…Perros brutos que no querían convertirse en estrellas.  
Además de los perros amaestrados, traían perros propios para la seguridad, y que perseguían a  los vagos y que entraban  al circo por los huecos sin pagar.
 Otra de las atracciones,  eran los osos siberianos que pasaban por el temible aro de fuego, luego de bailar y  leer periódicos.
Todo el andamiaje y los elementos propios  del circo, eran la admiración y motivo para el chisme y el comentario. Todo lo que decían los mayores, despertaba interrogantes, y asombro.
La música y las invitaciones al circo, salían de bocinas con fuerza y con estruendo. Era el tiempo de los discos de la Sonora, con sus cantantes de fama, Celia;  los tangos de Gardel y otros, entre los cuales sonaba: “Hasta siempre amor”… boleros de tríos, Tito Cortez, y el Jefe Daniel Santos.
La música,  vibraba entre los reflectores  del circo, y el Royal Dumbar trajo Cuatro para esa oportunidad,  colocados  en los  puntos cardinales, y  en las noches se cruzaban  sus chorros de luz, y cuando se encontraban en el horizonte,  parecía mirarse principio de los cielos…para nuestra mentalidad de niños, aquello era grandioso, y misterioso.
 Entre las niñas trapecistas y contorsionistas…Había una niña en especial, de ojos azules y cabellos dorados, que  parecía un ángel,  y  la cual  aparecía en varias  presentaciones…
En la calle se la miraba bella,  pero normal. En una de sus presentaciones aparecía  dentro de una caja pequeña para su tamaño, donde solo se le veía la cara, y la caja a su vez estaba sostenida por un trípode, donde tomaba una carta con la boca, que luego el mentalista leía  el porvenir de  los curiosos.
El mismo mentalista, aparecía luego como mago, y la niña era atravesada por espadas dentro de otro cajón;  y en otro,  la niña giraba dentro de una rueda, donde el mismo mago con disfraz de indio,  le lanzaba puñales…
 Sobre el número de la caja, y como niños, nos preguntábamos cómo la niña podía alcanzar en una caja tan pequeña…Y el Benitín (apodo de un niño flaco y pequeño)  nos decía que su mamá había dicho que para alcanzar en la caja el mago le cortaba el cuerpo… y que luego del número,  se la volvía a pegar… por lo cual el pequeño mentiroso, se ganaba una rechifla y  la pamba de todos. 
Las mujeres  buscaban la oportunidad de tomarse una foto dentro del circo, con el cantante de ojos soñadores. Y  cuando este salía a la calle, despertaba en las mujeres  el ánimo  de tocarlo, y era acosado y  perseguido…
Para evitar el acoso de las mujeres,  el cantante salía a la calle  disfrazado. En el escenario,  lucía vestidos de charro dorados y plateados, e interpretaba canciones mejicanas y otras de moda,  como: Chacha Linda…esta la dejaba de última, porque eran tantos los aplausos, que la  repetía hasta cuatro veces.
 El comentario que hacían del cantante Loáis Esteban, era que de chico éste ayudaba a su padre con el cuidado y mantenimiento de los leones, y que una vez por descuido se acercó  a un león hambriento, y había recibido un zarpazo que le desgarró las partes íntimas…Luego notaron, que su voz  se volvía dulce y melodiosa…
 Los trapecistas, hombres fuertes,  y mujeres agiles y bellas que volaban por los aires como pájaros humanos, y  que al subir  por una cuerda lo hacían sin esfuerzo, con  gracia y elegancia… En sus presentaciones, y justo en el último momento, quitaban la red de protección para jugarse la vida con  sus “triples saltos mortales”… mientras el animador,  pedía el silencio de los asistentes: Cualquier ruido o distracción puede  poner  en peligro la vida de los artistas, decía
 Los payasos con sus prendas llamativas, sus enormes zapatos que se arrastraban por el piso como hojas gigantescas. Con sus caras pintadas que tapaban su identidad,  hacían el entretenimiento de todos, con sus  tomaduras de pelo, y sus innumerables golpes  con varas bifurcadas que sonaban cuando hacían contacto con el cuerpo de los otros sin causar daño.
Su lenguaje  lleno de dichos y remoquetes, la tergiversación o la simulación de las situaciones que llevaban a la broma,  llenaban de alegría.
Para entonces, los operarios ya habían alistado las redes de los trapecios, o las jaulas de los leones,  u otros, según el número que continuara. 
El hombre de acero que doblaba entre su cuerpo y sus brazos  varillas de hierro de una pulgada, y luego el animador retaba a alguien  del público capaz de desdoblarlas. Algunos, los más fuerte se medían al  intento, pero nada…Y ante el asombro de la gente, el hombre de Acero,  las desdoblaba y las dejaba listas para el siguiente número.
El mismo,  levantaba sobre sus hombros 230 kilos representados en una enorme pesa. En otro Acto, dejaba que cuatro hombres se colgaran de una varilla: dos a cada lado, y luego los levantaba, y pedía  que dos niños reforzaran el peso, y también los levantaba….
Decían que el Hombre de Acero se alimentaba con una ternera diaria, porque comer carne en cantidad aumentaba la fuerza. Otros decían que se comía 50 huevos crudos todos los días… que tenía 3 testículos, que era hijo de Supermán,  o de,  el Santo…Era gigantesco,  media más de 1.80, y que pesaba más de 200 kilos…
 La Mujer Barbuda,  que despertaba el terror de las mujeres y su compasión, porqué dios la había castigado por curiosa, porque de niña se había raspado la cara con una cuchilla con  la que habían rasurado a su padre recién fallecido... La mujer aparecía en una jaula comiéndose un pollo crudo para infundir respeto y terror…
El hombre elástico,  que al inicio de la presentación aparecía en una caja diminuta, y luego iba sacando una a una sus extremidades. Decían que este había nacido así,  porque su madre cuando estaba en embarazo se había comido varios paquetes de salchicha con todo plástico. Que en el momento del parto, la vida de la madre había corrido mucho peligro porque las piernas del niño estaban pegadas  a la garganta de la madre como enredaderas, y que esta se había visto obligada a hacer gárgaras de eucalipto con aceite de Ricino  para despegar las piernas del niño. Que el momento de nacer, el niño se había estirado tanto que parecía una cuerda que dio dos vueltas a la cama, y que luego con mimos y cuidados, había cobrado tamaño normal.
El hombre que se convertía en esqueleto, y  luego volvía a recobrar su apariencia normal. Se decía que tenía pacto con el diablo, quién en el momento de convertirse en esqueleto se lo llevaba al infierno, y que luego con la ayuda de la Virgen del Carmen recobraba nuevamente su apariencia.
Desde el día que lo miré  a los ojos tenía pesadillas. Ese día encontramos a  Albert Yang, en la tienda de don Asmodeo comprando algo,  sus ojos eran como tizones de fuego, y tenía una forma de mirar que lo emborrachaba a uno. Desde ese momento lo soñaba por las noches manejando un carro de fuego tirado por dos caballos negros brillantes que corcoveaban en el techo del inquilinato.
 Otro era el Mago-Mentalista que adivinaba la edad, el nombre y el sitio de residencia de los espectadores… En su número pedía a un asistente el reloj y una fotografía los cuales hacía desaparecer, y luego aparecían en el bolsillo de otros  asistentes. Adivinaba el nombre, la edad  y sitio donde vivían los participantes...
Cuando el lote donde llegaban los circos  quedaba corto o pequeño, algunos tomaban  piezas en alquiler  en las casas vecinas,   por el tiempo que duraba la temporada.
El “Mil Caras”, tomó en arriendo una pieza en nuestro  inquilinato, y lo buscábamos para que nos contara  sus historias. Decía haber viajado  a países lejanos y misteriosos, y haber pasado por muchos  peligros.
Que  cuando arribaron a Japón,  desembarcaron en muelle equivocado, y que cuando tocaron tierra, comenzaron a ser atacados por un grupo de hombrecillos amarillos, los cuales tenían los ojos  rasgados como  ranura de alcancía, y que volaban como si tuvieran alas, y  los atacaban con todo tipo de golpes y  gritos aterradores.   Que si no hubiera sido en ese momento, por la intervención de: Hernie, “El lanza Cuchillos”, quien había  clavado sus cuchillos en las piernas de los hombrecillos, éstos los hubieran matado…

CONTINUA…

BLOG: EDARD BELLOUM. 014.


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