EL CIRCO.
SEGUNDA
PARTE:
El “Mil
Caras”, tomó en arriendo una pieza en nuestro
inquilinato, y lo buscábamos para que nos contara sus historias. Decía haber viajado a países lejanos y misteriosos, y haber
pasado por muchos peligros.
Que cuando arribaron a Japón, desembarcaron en muelle equivocado, y que
cuando tocaron tierra, comenzaron a ser atacados por un grupo de hombrecillos
amarillos, los cuales tenían los ojos
rasgados como ranura de alcancía,
y que volaban como si tuvieran alas, y
los atacaban con todo tipo de golpes y
gritos aterradores. Que si no
hubiera sido en ese momento, por la intervención de: Hernie, “El lanza
Cuchillos”, quien había clavando sus
cuchillos en las piernas de los hombrecillos, éstos los hubieran matado…
Me imaginaba
a los hombrecillos amarillos,
parecidos a monstruos voladores
con dientes afilados que bajaban de las nubes para comerse a los niños…El
muelle, me lo figuraba como una
selva gigantesca…
Entre
historia e historia, soltaba chistes o
anécdotas. Contaba que el Perú, una mujer se había enamorado locamente de la
mujer barbuda pensando que era hombre, y
cuando la mujer barbuda le demostró que realmente era mujer, la enamorada había
salido corriendo y gritando que había encontrado al diablo....
En el mismo
país, nos decía que había visitado una ciudad maravillosa construida sobre
terrazas, y que allí los indios habían vivido y sembrado sus alimentos… Cuando
hablaba de terrazas, me imaginaba platos gigantescos colgados del cielo, y a los indios como enanos diminutos danzando y
comiendo encima de los platos.
Contaba, que había comido carne de perro, de caballo y
serpiente…Y que la carne de perro era parecida a la de pollo…
Además de las historias, nos enseñaba algunos
trucos y técnicas sobre el arte del
disfraz. El trabajo de Orlando el “mil caras” en el circo, consistía en disfrazarse e imitar a personajes del cine, cantantes y otros famosos,
como: Cantinflas, Capulina, Resortes, Antonio y Luis Aguilar, el Zorro, el
Santo...
La imitación que hacía de Cantinflas era genial…
La imitación que hacía de Cantinflas era genial…
Nos decía
que lo básico e importante del imitador, es que
debía tener estatura
regular, voz modulada, delgado para adaptarse a la figura de personajes a imitar. Se debe estudiar las características más dicientes…
Cuando decía estudiar, me imaginaba niños jugando rondas en con olor a bombones y tajalápiz…
Con los
días, entre las vecinas, comenzaron a circular rumores que Orlando el “mil
caras”, era novio de casi todas las mujeres
que vivían en el inquilinato, y de otras vecinas, incluyendo a la muda, la patoja, y la ciega,
las siamesas...
Entre otras:
Patricia Burro, la enanita que tenía la gracia de mover las orejas. La señorita
Filomena de su apariencia de vieja quien decía tener veinticinco. La mamá del
Harold que hace poco se había separado de su último marido, y quien decía que
no podía dormir sola porque le daba miedo…
Decían que
cuando el “mil caras “llegaba del circo,
le abrían las puertas de sus cuartos, y lo hacían seguir para ofrecerle
comida y otras atenciones…que se peleaban por tener a Orlando en sus piezas, y darle de comer… Un día mi madre, mandó a llevarle al “mil caras” un plato de
carne de cerdo con ají.
Por aquel
entonces, yo tenía cuatro años, y el Tanico tenía ocho, y decía, que las
mujeres buscaban al “Mil caras” por el
Pololo… Pasaron años, para entender, lo que significaba Pololo,
El circo
Royal, era internacional. Para esa época, estuvo en la ciudad veinticinco días…
La tristeza
llegaba cuando invitaban a la última función:
”Gancho, gancho y más gancho, el circo Royal
Dumbar tiene el honor de invitar a su
última función…Dos personas con una boleta…”
Muchas eran las lágrimas que corrían por la
partida del circo. Con el circo, se iban
los ratos de distracción. En esa ocasión,
sólo falté a Una de sus presentaciones, y fue la noche en que mi hermano
pequeño, se tomó 5 Mejorales
que mamá había dejado en la repisa, y que ella los utilizaba para que no vinieran más hermanitos al
mundo…Recuerdo que para curarlo le colocaron un lavado de jabón con cánula…
El resto de
noches, siempre estuvimos debajo de los tablados, a los cuales llegábamos
esquivando los perros de cuido, a los
cuales hicimos amigos, llevándoles huesos que nos regalaban en las
casas vecinas.
En la función
de Gancho, el Peladura se las quiso gastar de empresario, y comenzó a recibir
de a cinco centavos a los muchachos que querían ver la función. Les decía que
deben entrar rápido, pasar agachados por debajo de una valla,
luego de entrar, quedarse un rato debajo
del tablado… y luego, sentarse al disimulo al lado de las familias, y buscar
pasar como hijo de vecino, o con propiedad
como si hubieran pagado…
Fueron
tantos los que entraron sin pagar la última
noche del gancho, que al rato,
detectaron a los colados y los sacaron.
Algunos, andaban detrás del Peladura
para que devolviera lo que cobró…
A lo cual
respondió: Que ¡Mamola!
Yo cobré
para que entraran, no para que los sacaran…Al peladura nadie le formaba bronca,
se decía que se había volado de la casa desde los cinco años colgado en un
camión, y que había pasado diez años
como gamín en Cali.
El chaval tenía fuertes músculos y un carácter
duro. Era bueno para hacer “la voladora” en las tiendas, y en el equipo de
futbol del barrio jugaba de portero, haciendo
voladas de verraquera…
El circo se
despidió, y nosotros al igual que las mujeres que despedían entre lágrimas al
“mil caras”, también llorábamos.
Miramos cómo
se bajaba la carpa que durante varios
días había alegrado las noches, con sus decenas de bombillas y letreros luminosos donde aparecían pintadas
las caras de los artistas y payasos. Y luego, los carros cargados de tablas y
demás andamiaje, y algunos de los
artistas, que se despedían con
señas de adiós…
BLOG: EDWARD
BELLOUM. 014.
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