ERICA
Se llamaba Érica,
era sorda, algunos le decían la muda, y
otros la mudita. Su familia era de Cartago Valle, y al igual que otras familias
había llegado al bajo Putumayo motivada por la fiebre del “oro blanco”. Érica
era una jovencita de aproximadamente 14 años cuando lo conocí como alumna de la
escuela, cursaba el Grado 5°. Por su deficiencia de Sorda, los profesores para
desarrollar materias de Ética o Religión que no estaban compendiadas en
Cartillas, debían hacer un resumen de la clase y escribirla solo para ella en
el tablero para que copiara los contenidos, y luego los desarrollara en casa,
con la ayuda de su sobrina que también cursaba el quinto grado, la cual tenía
11 años.
Llegó un
profesor nuevo, el cual se mostraba desconcierto,
porque Érica no había contestado nada en
el examen de Ética. Decía que él repartió las hojas con las preguntas, y al
recibirlas: Blanco… No había contestado nada…El caso es que ella podía copiar
las palabras del tablero, pero de muchas palabras no entendía el significado,
por lo tanto, no entendía el sentido de las expresiones u oraciones que copiaba. Su sobrina quien se había
desarrollado con ella, hacía de intérprete de los significados, y al tiempo se los explicaba con ciertas
dificultades, y llegaban a acuerdos para que esta respondiera.
Érica
dibujaba y pintaba bien, pero no podía expresar lo que sentía con palabras
escritas, y esto lo sabían las profesoras…Una de ellas le explicó al profesor
nuevo…que a ella se la debía evaluar como a estudiante especial…Y que los exámenes con respuestas escritas, debía
hacerlos con la ayuda de su sobrina. Visto de esta manera, Érica no hubiera
pasado los años de la escolaridad, en esa escuela para estudiantes normales, sin la ayuda de su sobrina.
La niña Érica
era agradable y cordial, su piel era trigueña, de pelo rizado, 1.40 de
estatura, de ojos brillantes, en conjunto bonita, de caminar elegante y buen
cuerpo…En sus conversaciones, regularmente hacía notar que no se sentía bien en
la vereda y que pronto volvería con su familia a Cartago…
Tenía cierta
manera pícara de hacer gestos cuando se
refería a sus enamorados. Hacía entender que tenía más de tres en un sitio y
otro, y que eran unos papitos, altos,
bonitos de cara, y con plata en el bolsillo.
Un cuento
que contaba uno de sus familiares, era el que había protagonizado Érica,
por la confusión de un novio gemelo.
Resulta que
un día ésta entra a la casa de sus
familiares, y encuentra a su novio en toques y habladurías de enamorados con la
hermana de su cuñada, y pega sus gritos
guturales al cielo…Sus familiares, y el mismo novio le quisieron hacer entender
que él no era el supuesto novio de ella, sino el otro…Pero la joven no entendía, y se
había puesto gritona y altanera con signos de agresión…Como no se le podía
hacer entender la explicación que le daban sus familiares sobre la confusión del supuesto novio, fue
necesario que el gemelo fuera a traer a su hermano, y así presentarse juntos a
la muchacha para que esta entendiera… Mirando
a los gemelos, juntos, Érica con cierta picardía, se muestra más interesada por el otro gemelo novio de su
familiar, que por su supuesto novio...Al tiempo, sus familiares tuvieron que
hacerle entender, que el caso no daba para que ella mostrara preferencias y elección, ante las claras protestas de la joven…
Otro día, su
cuñada va a buscar a Érica para decirle que su supuesto novio está en arrumacos
con otra. Juntas van hacia el sitio a hacer el reclamo, y el joven le explica a
su cuñada, que lo de él con Érica es un vacilón…Tres meses tardaron sus
familiares en hacerle entender, lo que significaba:
Poner los cachos, y lo de tomar a alguien como vacilón.
Terminó el
quinto grado y se matriculó a sexto…Alcanzó a asistir quince días a clases…Contaban,
que en las vacaciones de diciembre, su madre la había dejado en el
pueblo donde unas amigas, y que un joven vecino le había hecho el favor
de embarazarla…Ahí terminó su tiempo en la escuela, luego se supo que había
viajado para Cartago.
En la
vereda, Junto con su familia asistía al culto de los pentecostales, por lo cual,
cuando se celebraba una misa en la
escuela, salía corriendo horrorizada haciendo gestos despectivos a la
cruz, a la cual el grupo religioso la considera
como símbolo de muerte.
Volvió a la vereda
a los tres años con su hijo caminando, y
el cual no mostraba signos de sordera. Se acercó a saludar a la escuela, y en
las conversas gestuales decía: que ella ya no pertenecía al grupo religioso… Y que
ahora estaba interesada más en el baile y en la diversión, y daba claras
muestras de dominio y gracia en la
ejecución de los bailes modernos, y especialmente en la Bachata. En la vereda
hacían chistes: de que el hijo de Érica,
se parecía al uno y al otro…
Blogger: Edward
Belloum. 012.
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