martes, 2 de diciembre de 2014

El Cobrador



EL COBRADOR


Era el año del 2011, día jueves 29 de Septiembre. Pasadas las ocho de la noche  llegué al rancho, crucé el umbral, y me pareció escuchar en la parte de atrás chasquidos de agua… Pensé que de pronto algún animal había caído en la alberca, o  algún perro  buscaba agua…
Abrí el candado que aseguraba la puerta, entré y busqué el interruptor, la luz se encendió, dejé las cosas que traía sobre la mesa, busqué la linterna con la intención de echar un vistazo a  atrás…Cuando salí, alumbré directo a la alberca y descubrí a un hombre  que se estaba limpiando con un trapo su  costado izquierdo…Cuando me miró dijo: -¿Este era el rancho de los Ortega? Sí.  –Le respondí, pero ahora es de Doña Clemencia.
-Los Ortega eran  buena gente, -dijo.
-Qué le pasó, -pregunté.
-Anduve en un tropel y me gané unos cortes, -respondió.
-¿Le puedo mirar más de cerca las heridas?  -Le pregunté, con  desconfianza y temor.
El hombre se apartó de la alberca, recogió un líchigo, y se dio la vuelta… Rápidamente examiné con la linterna las partes manchadas con sangre, tenía dos cortes en el cuerpo, y uno en la pierna. No sangraba mucho, pero todos merecían ser cosidos para lograr una recuperación… Le dije que era necesario ir al hospital…
-Lo que pasa es que no quiero dar visajes, dijo. Luego  preguntó que si yo sabía de costuras… -Le respondí: -Que tanto como de coser zapatos,  o de maternidad de gallinas…pero que en dos ocasiones lo había hecho, y que los remiendos no habían causado problema.
Lo invité a entrar al cuarto, desocupé rápidamente la mesa que me servía de escritorio, coloqué una sábana y le dije  que subiera y se sentara, para mirar primeramente la herida de la pierna. Apoyé la pierna herida  en un banco para que no quedara colgante, acerqué la luz de la lámpara para mirar mejor, y rasgué  el pantalón un poco con su consentimiento.
El corte era a la altura del muslo 10 cm. arriba de la rodilla, frontal, y no era  profundo, coloqué agua oxigenada para cerciorarme si era posible la costura, mientras tanto examiné los otros dos cortes: El del costado izquierdo era chuzón con arma puntiaguda o puñal, 5 centímetros abajo de las costillas; el de la espalda cerca del hombro derecho, era un corte de machete, igual que el de la pierna.
Luego del examen le dije: -Por las características que presentan los cortes, puedían coserse, pero que el único hilo disponible es el de coser  zapatos…Hubo un silencio de duda, y agregué: ¿Se le mide a la operación…este hilo resulta todo terreno dadas las circunstancias…? El hombre me miró de manera segura, y dijo: -Haga lo que pueda.
En un plato herví un poco alcohol, y en él desinfecté las agujas de coser zapatos, y tres pedazos de hilo de un metro…aparte lo hice con mis manos. Encendí la grabadora, coloqué  música suave… Y le ofrecí al cliente, un poco de aguardiente, para amortiguar el chuzón de las agujas. Comencé la operación en la pierna, y la herida se mostraba limpia, lo mismo sucedió con las otras dos heridas…Serían las once y media cuando terminé de dar la última puntada a la herida de la espalda, les puse una solución de yodo, gaza, y vendé todo con tiras de una sábana, y le dije que si aceptaba una ropa que tenía disponible para que cambiara la que estaba manchada…El hombre se cambió, y cuando terminó dijo: ¡Listo!
Le ofrecí que se quedara en el rancho en una pieza contigua, él dijo que no, que al punto de la media noche lo recogerían a la salida de la vereda según lo convenido…Me dijo, -Cuánto le debo. -Le respondí que nada, que lo tomara como un acto humanitario.
Para irse, lo doté de un palo para que le sirviera de apoyo, y  no forzara la pierna al caminar. Se despidió, y dijo: No olvide la oferta que le hice…
Cuando cosía su cuerpo, pude notar que el hombre, tenía más remiendos que saco de indigente: Cortes largos, cortos, transversos, cicatrices intensas… Cicatrices de bala…”Por sus cortes los conoceréis…” El hombre tenía un mapa  de  recuerdos, si acaso, de decenas de actividades que había atendido, y de las cuales llevaba sus marcas y nomenclatura…  
El hombre era unos de los Duros del cobro de Cuentas, y los cortes en atención,  eran solo una mínima parte del legajo de memorias de su oficio que tenía en su cuerpo. Me habló que atendía trabajos para muchos lugares de la región, que antes había transitado por zonas del Valle, del Viejo Caldas y Chocó, y que por acá, ya había atendido unas cuantas peticiones. Dijo que no trabajaba solo…Además de cosas relacionadas con la Oficina, y me plateó en términos de necesidad, los pormenores de su trabajo. Dijo que yo podía considerarme su cliente, y por tratarse de mí, atendería mi pedido con los respectivos descuentos…
Dijo que el asunto de los enemigos era cuestión de solución, porque uno no podía vivir humillándose a gente que lo estuviera acosando o presionando…Y como supo que  trabajaba de profesor, comentó: -En esta actividad también se levantaban muchos enemigos… Y que si yo quería deshacerme de los fastidiosos, él estaba a la orden, en el momento que lo quisiera y dispusiera…
Sin contarle ni confirmarle nada, eché de ver en la mente los fastidios que me molestaban, y noté que eran Tres las Molestias más importantes, los cansones que me tenían fastidiado… ¡Que tales serían  los indicados, en caso que Decidiera mandarlos a pasar…! Pero entre mí repetía: “No tomaré tal decisión…No cortaré esos Callos que me Fastidian: Prefiero renunciar a la incipiente Teta... No quiero imputaciones  con el karma para el futuro, por seres que tal vez ni valgan la pena, ni cargos de conciencia  por muertos de malos entendidos...”
Así lo hice, completé el año y renuncié, pese a que el hombre volvió a pasar  dos veces por allí, saludándome y diciéndome que si de pronto tenía alguna molestia para arreglar…
Esto fue lo que me comentó a grandes rasgos, un profe que trabajó en el Catatumbo...
Blog: Edward Belloum.014.

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