EL COBRADOR
Era el año del 2011, día jueves 29 de Septiembre. Pasadas las
ocho de la noche llegué al rancho, crucé
el umbral, y me pareció escuchar en la parte de atrás chasquidos de agua… Pensé
que de pronto algún animal había caído en la alberca, o algún perro
buscaba agua…
Abrí el candado que aseguraba la puerta, entré y busqué el
interruptor, la luz se encendió, dejé las cosas que traía sobre la mesa, busqué
la linterna con la intención de echar un vistazo a atrás…Cuando salí, alumbré directo a la alberca
y descubrí a un hombre que se estaba
limpiando con un trapo su costado
izquierdo…Cuando me miró dijo: -¿Este era el rancho de los Ortega? Sí. –Le respondí, pero ahora es de Doña Clemencia.
-Los Ortega eran buena
gente, -dijo.
-Qué le pasó, -pregunté.
-Anduve en un tropel y me gané unos cortes, -respondió.
-¿Le puedo mirar más de cerca las heridas? -Le pregunté, con desconfianza y temor.
El hombre se apartó de la alberca, recogió un líchigo, y se
dio la vuelta… Rápidamente examiné con la linterna las partes manchadas con
sangre, tenía dos cortes en el cuerpo, y uno en la pierna. No sangraba mucho,
pero todos merecían ser cosidos para lograr una recuperación… Le dije que era
necesario ir al hospital…
-Lo que pasa es que no quiero dar visajes, dijo. Luego preguntó que si yo sabía de costuras… -Le
respondí: -Que tanto como de coser zapatos, o de maternidad de gallinas…pero que en dos
ocasiones lo había hecho, y que los remiendos no habían causado problema.
Lo invité a entrar al cuarto, desocupé rápidamente la mesa
que me servía de escritorio, coloqué una sábana y le dije que subiera y se sentara, para mirar primeramente
la herida de la pierna. Apoyé la pierna herida en un banco para que no quedara colgante, acerqué
la luz de la lámpara para mirar mejor, y rasgué el pantalón un poco con su consentimiento.
El corte era a la altura del muslo 10 cm. arriba de la
rodilla, frontal, y no era profundo,
coloqué agua oxigenada para cerciorarme si era posible la costura, mientras tanto
examiné los otros dos cortes: El del costado izquierdo era chuzón con arma
puntiaguda o puñal, 5 centímetros abajo de las costillas; el de la espalda
cerca del hombro derecho, era un corte de machete, igual que el de la pierna.
Luego del examen le dije: -Por las características que
presentan los cortes, puedían coserse, pero que el único hilo disponible es el de
coser zapatos…Hubo un silencio de duda,
y agregué: ¿Se le mide a la operación…este hilo resulta todo terreno dadas las
circunstancias…? El hombre me miró de manera segura, y dijo: -Haga lo que
pueda.
En un plato herví un poco alcohol, y en él desinfecté las
agujas de coser zapatos, y tres pedazos de hilo de un metro…aparte lo hice con
mis manos. Encendí la grabadora, coloqué
música suave… Y le ofrecí al cliente, un poco de aguardiente, para
amortiguar el chuzón de las agujas. Comencé la operación en la pierna, y la
herida se mostraba limpia, lo mismo sucedió con las otras dos heridas…Serían
las once y media cuando terminé de dar la última puntada a la herida de la
espalda, les puse una solución de yodo, gaza, y vendé todo con tiras de una
sábana, y le dije que si aceptaba una ropa que tenía disponible para que cambiara
la que estaba manchada…El hombre se cambió, y cuando terminó dijo: ¡Listo!
Le ofrecí que se quedara en el rancho en una pieza contigua,
él dijo que no, que al punto de la media noche lo recogerían a la salida de la
vereda según lo convenido…Me dijo, -Cuánto le debo. -Le respondí que nada, que
lo tomara como un acto humanitario.
Para irse, lo doté de un palo para que le sirviera de apoyo,
y no forzara la pierna al caminar. Se
despidió, y dijo: No olvide la oferta que le hice…
Cuando cosía su cuerpo, pude notar que el hombre, tenía más
remiendos que saco de indigente: Cortes largos, cortos, transversos, cicatrices
intensas… Cicatrices de bala…”Por sus cortes los conoceréis…” El hombre tenía
un mapa de recuerdos, si acaso, de decenas de actividades
que había atendido, y de las cuales llevaba sus marcas y nomenclatura…
El hombre era unos de los Duros del cobro de Cuentas, y los
cortes en atención, eran solo una mínima
parte del legajo de memorias de su oficio que tenía en su cuerpo. Me habló que
atendía trabajos para muchos lugares de la región, que antes había transitado
por zonas del Valle, del Viejo Caldas y Chocó, y que por acá, ya había atendido
unas cuantas peticiones. Dijo que no trabajaba solo…Además de cosas
relacionadas con la Oficina, y me plateó en términos de necesidad, los
pormenores de su trabajo. Dijo que yo podía considerarme su cliente, y por
tratarse de mí, atendería mi pedido con los respectivos descuentos…
Dijo que el asunto de los enemigos era cuestión de solución,
porque uno no podía vivir humillándose a gente que lo estuviera acosando o
presionando…Y como supo que trabajaba de
profesor, comentó: -En esta actividad también se levantaban muchos enemigos… Y
que si yo quería deshacerme de los fastidiosos, él estaba a la orden, en el
momento que lo quisiera y dispusiera…
Sin contarle ni confirmarle nada, eché de ver en la mente los
fastidios que me molestaban, y noté que eran Tres las Molestias más importantes,
los cansones que me tenían fastidiado… ¡Que tales serían los indicados, en caso que Decidiera mandarlos
a pasar…! Pero entre mí repetía: “No tomaré tal decisión…No cortaré esos Callos
que me Fastidian: Prefiero renunciar a la incipiente Teta... No quiero imputaciones
con el karma para el futuro, por seres
que tal vez ni valgan la pena, ni cargos de conciencia por muertos de malos entendidos...”
Así lo hice, completé el año y renuncié, pese a que el hombre
volvió a pasar dos veces por allí,
saludándome y diciéndome que si de pronto tenía alguna molestia para arreglar…
Esto fue lo que me comentó a grandes rasgos, un profe que trabajó en el Catatumbo...
Esto fue lo que me comentó a grandes rasgos, un profe que trabajó en el Catatumbo...
Blog: Edward Belloum.014.
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