lunes, 29 de diciembre de 2014

Los Mimos (Relato)

LOS MIMOS (Relato)

Tenía un almacén comercial  de ropa elegante de primera línea, en una de las esquinas de un sector de gran movimiento de una ciudad intermedia en Colombia. Eran fines de noviembre, y comenzaban a llegar los pedidos para la época de navidad. Eran las 12,45 de la tarde, y mandé a la empleada de turno por el almuerzo, en un momento entraron por la puerta del lado, dos Mimos elegantemente vestidos, con sombrero de ala corta, corbatín, guantes, y zapatos combinados…Entraron,  y se desplazaron directamente  a la vitrina que estaba en la  otra entrada,  y desde allí comenzaron a hacerme todo tipo de mimos y de gestos.
Desde mi lugar detrás de la registradora, primeramente les dije: A la orden,  qué necesitan, en qué los puedo servir…Ellos como si no me escucharan siguieron en su ritual de gestos. Abandoné mi puesto,  y me dirigí hacia ellos, y cansado de hablarles,  caí en el juego de los gestos, tratando de comunicarme de la misma manera con ellos. Como si no me miraran o les importara,  siguieron en sus gestos ignorándome por completo. Estaba en esas, cuando miro que por la misma puerta entra otro hombre de contextura recia y de anchos hombros que se acerca a mí, y comienza a darme pequeños empujones, comienzo a amenazarlos que si no se van llamaré a  la policía, sabía que estaba lejos de la alarma, y quise volver al sitio de la registradora, pero el hombre que me empujaba me lo impedía.
En esas, comenzó a sacarme la piedra y le asesté un duro golpe, de refilón miré que entraba otro hombre y una mujer… Con furia le  quise dar otro golpe, y el hombre me coge la muñeca,  y de un jalón me saca del local, y afuera, proseguimos la pelea, golpes van, golpes vienen…Ahora entiendo que todo aquello,  solo fue con el fin de alejarme del local…En esas me tira un golpe de izquierda, le tomo la muñeca, lo jalo,  y con la derecha logro cogerlo de la correa de la parte de atrás y lo azoto a la mitad de la calle, en ese momento y dada la coincidencia pasa un campero y lo atropella. El campero para en el acto,  el acompañante  baja a mirar lo sucedido, no mira nada, y  le dice al conductor: No fue nada, siga.
Sube,  y el campero reanuda la marcha, y el atropellado como si hubiera estado sujeto al chasis, se suelta y cae en la calle, se levanta y viene en furia contra mí. Saco un quite al ataque, y aprovechando la fuerza del contrario lo empujo sobre la pared…Nadie más mira el incidente, a esa hora todos se iban al almuerzo, y el lugar quedaba casi escueto.
El hombre duda y tarda en reponerse, trata de levantarse… Vuelvo en mí, y recuerdo que el negocio está abierto,  y regreso rápido al local. Al llegar  pude darme cuenta que las cortinas estaban cerradas, y aseguradas con candado. Sin saber qué hacer, vuelo a dos cuadras a buscar un teléfono público, y llamo a la policía.
Cuando volví al local, miro  a  la empleada que fue por el almuerzo  mirando por las ventanas hacia adentro. Llego, y le digo que busque a  un cerrajero en los locales de la plaza para que  abriera los candados, que lo más seguro es que nos robaron. La empleada deja la bolsa del almuerzo y vuela por el cerrajero. Al instante,  fui  a otro teléfono para llamar a casa y contar lo sucedido, pidiendo asistencia de quien hubiere en ese momento para que se acercara al almacén.
Cerca de las dos, apareció la empleada con el cerrajero, y comenzaron a llegar los otros empleados. En un momento llegó la patrulla, les narré en cortas palabras lo acontecido… Esperamos que el cerrajero abriera uno de los candados, entramos, y recomendé a los empleados no tocar nada hasta que la policía inspeccionara…Luego de unos momentos, en conjunto hicimos la revisión de las existencias y de más,  la registradora y la caja,  estaban abiertas,  y faltaban: la consignación de las ventas del día, y un arma. Al rato, recibí el informe de las otras cosas que faltaban: Cuatro paquetes de los últimos pedidos aun sin abrir, ocho cajas de zapatos selladas, y el surtido de cuatro  bastidores de ropa elegante para dama.
En cuentas rápidas,  el robo ascendía a: 60 millones de la consignación, 18 de las ventas del día, 420 de los nuevos pedidos, 60 de las ropa de los bastidores, y otros…
Al rato, y mirando la patrulla estacionada en la puerta, comenzaron a cercarse los vecinos de los otros locales, y uno que otro curioso, para enterarse de la novedad…Desde ese momento, cada que veo un mimo en la calle, siendo ganas de cogerlo a pata…Recuerdo, que días atrás dos tipos me ofrecieron mantenimiento de engrase para los rieles de las cortinas, era cerca del mediodía, y se demoraron dos horas en ello…

Blog: Edward Belloum.014.

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