viernes, 4 de octubre de 2013

Aquella Voz Cuento

AQUELLA VOZ



Qué pereza, va a amanecer nuevamente lloviendo. La de sociales dijo que es por el “fenómeno del niño”,.. En un rato habrá que levantarse…  y con lo crecido que estará  el río hoy. El lunes de la semana pasada no pude ir a la escuela porque también llovió, y tuve que regresarme del puente, y ni siquiera Julián el niño de Once pudo pasar.
¡UUUYYY! Qué frío hace, me cobijo un ratico, y luego me levanto o me levantan… da igual.
Igual a qué. ¿Que cuánto es la mitad de dos más dos?  Me parecía tan fácil y no supe cuánto era; sólo el sapo del Mono dijo que eran: tres,  y justificó la respuesta. Imagínese en ese tiempo cursaba el Noveno y no saber esa chimbada.
Por esos días, como otras veces me quedé un momento boca arriba sobre la cama, y ahí fue: otra vez la voz. ¿Qué voz? No sé, pero en esos días, escuchaba una voz que me decía cosas… me prevenía de accidentes y de problemas,..  y siempre aprovechaba  esos momentos en que me quedaba  boca arriba para posesionarse de mí, y  era entonces,  cuando me hablaba…
Al principio me daba miedo, y quería gritar, pero daba lo mismo, el miedo no me permitía ni moverme. Luego me hablaba  y yo le escuchaba con tranquilidad, incluso había aprendido a preguntarle cosas, como: Si pasaba el examen de Matemáticas, que quién sería  elegido Personero,  que quién ocuparía el primer lugar en el Periodo, y tantas otras cosas más. Preguntas éstas, que  siempre me las  contestaba con una increíble certeza.
Y lo mejor, había  mejorado en todas las notas, era la primera en todo, y siempre ocupando  el cuadro de honor. Pero la envidia y la zalamería de Valeria no se hicieron esperar. Me decía que yo era muy linda, y que quería hacer grupo de estudio conmigo. Que le contara el secreto de mis buenas calificaciones, y mil cosas más.
Yo le sacaba todo tipo de disculpas, y le decía: que para sacar buenas notas, había que estudiar con dedicación. No le podía contar nada, porque la voz me había dicho: que nunca le contara nada a nadie, o el encanto desaparecería.
Pero un día de esos que estaba un poco aburrida, acepté que  Vale me llevara a su casa. Ella tenía llaves y abrió la puerta y me hizo seguir. Sentadas en la sala me dijo que estuviéramos tranquilas, que nadie nos interrumpiría porque ella era única hija y que sus padres no estaban en el caserío.
Luego de comer unas golosinas, me dijo que si tomaba un poco de Champaña, yo dándomelas de veterana le dije que Okey, pero lo cierto es que a mis trece  años, nunca había probado licor. Tomé el primer sorbo y me sentí como en las nubes… y Vale  volvió a traerme el cuento de Julián, el niño más lindo de Décimo, y me embolató diciéndome que me había mandado saludos, y otros cuentos más.
Luego, tomé unos tragos más, y aturdida por la Champaña, volaba entre cortinas de seda y algodón… Valeria me volvió a preguntar que quién me ayudaba en las tareas…  Ya sin trabas en la lengua por el efecto del licor -lo estúpida que fui-, le conté todo, completamente todo sobre aquella voz que me  ayudaba en todo y que me asistía.
De eso,  ha pasado aproximadamente un año y medio. La voz me abandonó. Vale  sigue igual de frívola. Julián ya está cursando Once y como siempre ni siquiera me mira.  Ahora  ocupo el puesto número veinte, y pese a todos los esfuerzos no he podido mejorar. Soy muy juiciosa, pero un poco desmemoriada.
Al otro día del incidente en la casa de  Vale, ésta regó la bola como pepas de café, y le contaba a todo el mundo entre risas y burlas,  de que yo estaba endiablada y otra sarta de  mentiras más. De allí en adelante, la vida en el colegio fue insoportable, y  con los días, tuve que decirles a mis padres que me cambiaran  a otro lugar.
 ¡No!  ¡Qué pereza mija!  Y tener que levantarme…
¡Oh, No!  ¡Volvió a pasar! volvió a pasar…  estoy posesionada por aquella fuerza extraña: la voz ha vuelto, ha vuelto…
¡Claro que ha vuelto mija! ¡Ha vuelto a dormirse!   ¡Levántese que  se le ha hecho tarde… ¡



ALEJANDRA MARTINEZ.  GRADO: 9°.

 

 

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