RARO EMBARAZO
Carmen pensó que el momento de dar a luz había llegado.
Buscó afanosamente entre un bolsito los documentos de salud, y salió afanada
para el hospital.
El médico de turno le hizo los
primeros tactos... pero algo andaba mal,
y no sabía qué era lo que pasaba. Terminó el examen y le dijo a la paciente que
esperara en la sala. Y así fue. Carmen sentada en la sala sentía extraños
movimientos y dolores, y un olor algo penetrante que venía desde sus adentros.
Pasaron los minutos, y Carmen
sintió que el momento del parto había llegado, y así se lo hizo conocer a la
enfermera. Ésta, mirando el aspecto de Carmen, también lo entendió así, y la
paciente pasó directamente a la sala de partos.
Era un día martes, trece, y el
reloj marcaba las once y cuarenta y cinco. Según los rumores que se escuchaban,
el parto o lo que haya sido, fue duro y doloroso. Pasaron los minutos, y la
paciente recobró la razón luego que el
efecto del sedante fue pasando.
Aún estaba algo mareada, pero lo
primero que dijo fue: ¿Dónde está mi hijo?
La enfermera algo confundida por
lo que había visto, lo único que le respondió fue: -Espere un momento-.
Luego apareció con una bola de carne
o algo parecido a un tumor en una fuente,
diciéndole que lo que había dado
a luz era aquello (asqueroso y mal oliente), y no el niño que esperaba…
Carmen se sentía triste,
decepcionada y de cierta manera, casi que humillada y confundida. Ella que
había hecho tantos esfuerzos para
comprar la ropita y todas las cositas necesarias para esperar a su futuro
bebé,.. y ahora... Todo se perdería como
una vana ilusión.
Carmen estaba nerviosa y lloraba desconsolada
en ahogos de sollozos silenciosos. La enfermera notando y comprendiendo su
desesperación -para reanimarla-, le dijo que se tomara un calmante. Al instante
llegó con una jarra, y vació el agua en un vaso que se encontraba en la mesa de
noche. Carmen lo tomó ansiosamente, y notó que con el agua
se tragaba además de la pastilla, una Pepa
como del tamaño de un fríjol… pero no
dijo nada ni comentó algo al respecto…
Los días siguieron, y Carmen
reinició su vida común y corriente. Volvió al trabajo, y cada noche en su
soledad se consolaba acariciando la ropita que había comprado para su bebé. Una
noche cuando estaba descansando, sintió que algo se movía dentro de su vientre.
Lo primero que pensó fue que de pronto había desarrollado otro tumor, y comenzó
a dormitar sin darle mucha atención.
De pronto, y desde el interior de
su vientre, sintió algo como una vocecita que la llamaba. Desde ese momento,
Carmen comenzó a tener una relación muy cercana con el ser que llevaba dentro.
Con los días, descubrió que Isaac –ese fue el nombre que le puso-, gustaba de
todo lo relacionado con los números y la ciencia, y entonces comenzó por leerle
las matemáticas básicas, las complementarias, para terminar con las de cálculo
y de física.
Todas estas labores las hacía la
madre con una disposición de entrega y sacrificio, que en su cuarto y a veces
hasta la madrugada, se la sentía recitar las fórmulas y los más diversos y
complicados problemas.
Un día, Isaac le dijo a Carmen
desde su vientre, que lo llevara al parque de Atracciones Mecánicas, y que
tratara de subirse en la Centrífuga.
Sin más preguntas, Carmen complacía en todo al
ser que llevaba dentro, y así lo hizo.
Pese al miedo que le producían
las alturas y la velocidad, se subió en la Centrífuga, y no se dio cuenta, que
cuando más fuerte la rueda giraba... -el
movimiento-, le producía un gran vacío
en su vientre,.. Vacío que Isaac aprovechó, para salir limpiamente de su cuerpo.
Isaac había calculado la salida,
el vuelo, la distancia y el espacio con suma precisión. Cuando Carmen volvió
algo cansada y mareada del parque de Atracciones, Isaac ya la estaba esperando en el pequeño cuarto
que ocupaba en el tercer piso de un edificio... al cual, él había entrado por una de las
ventanas que tenía un vidrio roto, cayendo directamente sobre la cama.
Cuando Carmen entró al cuarto, notó
a un niño de aproximadamente nueve años
de edad, sentado sobre la cama, leyendo los libros que
ella misma le leía al ser que llevaba en su vientre. Que cómo se desarrolló
Isaac, a nosotros no nos lo han contado,.. Pero lo cierto, es que cuando el niño miró a Carmen, le dijo
de una manera cariñosa y agradecida: ¡Madre te quiero mucho!
Entonces… los dos se
reconocieron, y se fundieron en un largo
y estrecho abrazo,.. Prometiéndose que
siempre,.. y para siempre estarían juntos… apoyándose en todo lo
que pudieran.
Se dice por ahí: que…
Que Isaac es ahora un científico
de la NASA, y que su madre vive junto a él, con su esposa y sus dos hijas.
FANOR GOMEZ.
GRADO 8°.
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