viernes, 4 de octubre de 2013

Raro Eembarazo Cuento



RARO EMBARAZO



Carmen pensó que el momento de dar a luz había llegado. Buscó afanosamente entre un bolsito los documentos de salud, y salió afanada para el hospital.
El médico de turno le hizo los primeros tactos...  pero algo andaba mal, y no sabía qué era lo que pasaba. Terminó el examen y le dijo a la paciente que esperara en la sala. Y así fue. Carmen sentada en la sala sentía extraños movimientos y dolores, y un olor algo penetrante que venía desde sus adentros.
Pasaron los minutos, y Carmen sintió que el momento del parto había llegado, y así se lo hizo conocer a la enfermera. Ésta, mirando el aspecto de Carmen, también lo entendió así, y la paciente pasó directamente a la sala de partos.
Era un día martes, trece, y el reloj marcaba las once y cuarenta y cinco. Según los rumores que se escuchaban, el parto o lo que haya sido, fue duro y doloroso. Pasaron los minutos, y la paciente recobró la razón  luego que el efecto del sedante fue pasando.
Aún estaba algo mareada, pero lo primero que dijo fue: ¿Dónde está mi hijo?
La enfermera algo confundida por lo que había visto, lo único que le respondió fue: -Espere un momento-.
Luego apareció con una bola de carne o algo parecido a un tumor en una fuente,  diciéndole  que lo que había dado a luz era aquello (asqueroso y mal oliente), y no el niño que esperaba…
Carmen se sentía triste, decepcionada y de cierta manera, casi que humillada y confundida. Ella que había hecho tantos  esfuerzos para comprar la ropita y todas las cositas necesarias para esperar a su futuro bebé,.. y ahora...  Todo se perdería como una vana ilusión.
Carmen estaba nerviosa y lloraba desconsolada en ahogos de sollozos silenciosos. La enfermera notando y comprendiendo su desesperación -para reanimarla-, le dijo que se tomara un calmante.  Al  instante llegó con una jarra, y vació el agua en un vaso que se encontraba en la mesa de noche.  Carmen  lo tomó ansiosamente, y notó que con el agua se tragaba  además de la pastilla, una Pepa como del tamaño de un fríjol…  pero no dijo nada ni comentó algo al respecto…
Los días siguieron, y Carmen reinició su vida común y corriente. Volvió al trabajo, y cada noche en su soledad se consolaba acariciando la ropita que había comprado para su bebé. Una noche cuando estaba descansando, sintió que algo se movía dentro de su vientre. Lo primero que pensó fue que de pronto había desarrollado otro tumor, y comenzó a dormitar sin darle mucha atención.
De pronto, y desde el interior de su vientre, sintió algo como una vocecita que la llamaba. Desde ese momento, Carmen comenzó a tener una relación muy cercana con el ser que llevaba dentro. Con los días, descubrió que Isaac –ese fue el nombre que le puso-, gustaba de todo lo relacionado con los números y la ciencia, y entonces comenzó por leerle las matemáticas básicas, las complementarias, para terminar con las de cálculo y de física.
Todas estas labores las hacía la madre con una disposición de entrega y sacrificio, que en su cuarto y a veces hasta la madrugada, se la sentía recitar las fórmulas y los más diversos y complicados problemas.
Un día, Isaac le dijo a Carmen desde su vientre, que lo llevara al parque de Atracciones Mecánicas, y que tratara de subirse en la Centrífuga.
 Sin más preguntas, Carmen complacía en todo al ser que llevaba dentro, y así lo hizo.
Pese al miedo que le producían las alturas y la velocidad, se subió en la Centrífuga, y no se dio cuenta, que cuando más fuerte la rueda giraba...  -el  movimiento-, le producía un gran vacío en su vientre,.. Vacío que Isaac aprovechó, para salir  limpiamente de su cuerpo.
Isaac había calculado la salida, el vuelo, la distancia y el espacio con suma precisión. Cuando Carmen volvió algo cansada y mareada del parque de Atracciones, Isaac  ya la estaba esperando en el pequeño cuarto que ocupaba en el tercer piso de un edificio... al  cual, él había entrado por una de las ventanas que tenía un vidrio roto, cayendo directamente sobre la cama.
Cuando Carmen entró al cuarto, notó a un niño de aproximadamente  nueve años de edad,    sentado sobre la cama, leyendo los libros que ella misma le leía al ser que llevaba en su vientre. Que cómo se desarrolló Isaac, a nosotros no nos lo han contado,.. Pero lo cierto,  es que cuando el niño miró a Carmen, le dijo de una manera cariñosa y agradecida: ¡Madre te quiero mucho!
Entonces… los dos se reconocieron, y se  fundieron en un largo y estrecho abrazo,..  Prometiéndose que siempre,..  y para  siempre estarían juntos… apoyándose en todo lo que pudieran.
Se dice por ahí: que…
Que Isaac es ahora un científico de la NASA, y que su madre vive junto a él, con su esposa y sus dos hijas.


FANOR GOMEZ.
GRADO  8°.



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