LA ESTATUA
Nos saludábamos de
vista, y eso era todo. Un día que se acercó al negocio para preguntar por algo,
le dije que estaba muy chusca, y que si se podía invitarla a alguna parte. Esa
era mi forma de ser, buscando siempre un nuevo parche, picando por aquí o por
allá, para qué resultaba. Me dijo: Que entre semana tenía el horario ocupado
por trabajo y estudio, y que podría ser el domingo en horas de la tarde. Entre
mí, me dije: -Como las Natachas… pero que importa, la Hembra estaba buena, no
vestía como las mujeres lindas que buscan ser atractivas, pero detrás de esa
ropa holgada y gruesa, se podía entrever un cuerpazo bien formado.
Acordamos vernos a
las 2.30
del domingo…luego de alistarme, me dije: -¿Qué llevo en la mano? (era la
manía de verter en algo la ansiedad) Me sentía indeciso…Confundido, agarré una revista, la enrollé y salí a
su encuentro… La primera cita es un
cordón de nervios e interrogantes… ¿Irá
al encuentro con una mini, o con pantalón apretado…?
Mi plan era
invitarla al cine o a bailar…Nos encontramos en el sitio convenido, esperé solo
unos minutos, y luego, apareció de la nada … como si hubiera estado por allí,
pero de manera invisible o camuflada. Nos miramos, y nos saludamos… la detallé, y me dije: Está buena para un desnuque. Ella
preguntó sobre la revista que traía enrollada en la mano, la desdoblé y le
mostré…Al momento marcó sus reproches sobre la publicación, y me dijo: Que la
revista que yo llevaba no tenía nada de interés, y me nombró seis o más títulos de revistas que yo podía
leer como: Cambio, Spunick, y libros
como: Los de Abajo, Huasipungo, la Vida del Ché y otros, que si eran
interesantes.
Le dije: -Que
solo había llevado la revista por llenar la mano, y que al fin, esa era revista
solo para ojear. Me contestó duramente: -Que el tiempo es oro y que por ningún motivo se lo debía
desperdiciar… Primera cantaleta: -Me dije, que sería de mi vida con esta de
mujer de esposa… Quise mandarla al carajo, pero no lo hice, porque me quedaba
sin programa para esa tarde.
Le pregunte: -¿Que
dónde quería ir? Respondió: -Que le era indiferente-
Le dije: Que
decidiera el lugar, que total era ella era la reina y yo su servidor.
Me miró fríamente,
y dijo: -Que no estaba de acuerdo con
las relaciones de servidumbre, y que si no había estudiado algo de Socialismo o
Materialismo Histórico para que saliera con tamañas estupideces.
Pensé que me había
encontrado con alguna feminista recalcitrante, o con alguien que había
pertenecido a un grupo armado y comencé a temblar para mis adentros… ¡Hay mamá,
me decía!
Nuevamente pensé en terminar todo, y decirle que otro
día nos viéramos porque tenía una emergencia, o inventarme algo que me sirviera para abrirme
del parche, pero no fui capaz, mi ansia de rumbear ese domingo era más fuerte, que
las palabras, los gestos, y la actitud de aquella nazi…En la pista, y con
traguitos, cambiaría de pronto su actitud de guardiana del orden… Eso si es que
logro meterla en discoteca…-Pensé.
Su actitud me
recordaba a una profesora de francés que tuve en la universidad de apellido
Bonnet, la cual por su acento, por su gorma de ser, respondía como si estuviera insultando o
peleando con alguien; por lo cual,
ahogué las ganas de poder hacerle una
pregunta, un chiste…o una insinuación de
juego…
Aquella profe,
respondía siempre con palabras duras como sacadas de un congelador…Y es que la
vieja en sí, parecía una nevera fría y gélida. Nunca la vimos sonreír, divagar
o hacer alguna broma en clase… Comentábamos que algunos extranjeros van a lo que van, y marchan fuera
de cuentos, chistes o divagaciones. Algunos
son pedantes y groseros, distintos a algunos latinos que hemos aprendido las
normas de cortesía camufladas y administradas en el doble sentido y la
hipocresía. Como profesora, calificaba lo exacto, y no aceptaba ningún reclamo,
y decía: Que las súplicas son propias de las bocazas de las
gentes del tercer mundo…
Al principio, cuando
comenzábamos a conocerla, algunos se aventuraron a preguntarle algo, pero luego
de escuchar sus respuestas… Nadie se
atrevía a abrir la boca, ni por chiste ni aventura. Por ejemplo: Con la ilusión que despertaba
entre nosotros los juegos de la selección en las eliminatorias, le decíamos que
si de pronto íbamos a interrumpir la
clase porque jugaba Colombia…Y nos respondía: -¡Y a mí que me importa…Yo ni
Usted jugamos en el equipo Señor! A las preguntas de algunas preposiciones o
palabras que se prestaban para confusión en el aprendizaje del idioma,
respondía: ¡Usted cree Señor, que el español es la única lengua que se habla en
el mundo!
Había un compa que
murmuraba entre nos: Así con buenas palabras, cualquiera entiende…La vieja
Bonnet, tenía unos pies feos y huesudos, sus ojos eran como los de un búho, era
de piel blanca con unas manchas rosadas en las mejillas, pelo corto algo
ensortijado, vestía siempre un gabán gris, y cubría su cuello con una bufanda
rosada u negro tejida en sarga de pescado… Entre chistes y comentarios, algunos
insinuábamos a otros: Cuadrátela para que baje sus ímpetus de prepotencia, de
pronto la vieja actuaba así, por falta de hombre…Pero la vieja no inspiraba
nada bonito, de solo verla, producía
dolor de estómago…
Le dije: Que
camináramos, para ver si se nos ocurría algo…-Está bien, respondió secamente.
Caminamos como
veinte pasos en silencio, entre mí divagaba como o qué preguntarle a aquella
nazi sin que me mandara al carajo…
Eran tiempos de
elecciones, y aprovechando una pancarta de un candidato a la presidencia cuyo
lema decía: “Sí se puede”, le dije con tono de burla: -¿Que por quien iba a
votar?
Me miró fríamente
y me dijo: Tengo suficiente madurez política como para saber, que los candidatos a los cargos burocráticos son representantes de la burguesía enquistada por
más de dos siglos en el poder, y que si en algún momento me viera tentada a
votar, lo haría en blanco…pero que esa figura no existe en nuestra legislación.
Con esta mujer no
se puede andar por los aleros, me dije, y calculando bien el tono y el sentido,
pregunté nuevamente: -¿Qué esperanza hay de que un candidato de la izquierda
llegue a ocupar el cargo de presidente? Me miró con ojos de reproche como
echándome en cara la ingenuidad, y mi ignorancia, y dijo: -Ninguna, Colombia es un conglomerado
de ignorantes y vendidos, donde los partidos tradicionales que triunfan en las
elecciones parlamentarias, terminan eligiendo al presidente…A no ser que al
candidato de la izquierda o de la oposición, lo favorezcan condiciones especiales como su
pinta o presencia…U otras, que tienen que ver con circunstancias marginales y
subjetivas…
Como conocedor de
sitios y lugares, traté de encaminarla por las calles que nos conducían
directamente a una discoteca…Cuando estuvimos frente a ella, le dije:
-¿Entramos? –Está bien, respondió fríamente.
Que distinta me parecía aquella estatua de sal a otras mujeres, que cuando llegan a la puerta de una discoteca
expresan su alegría de distinta manera…
Unas comienzan a hacer compases de baile, mueven y contonean su
cuerpo acompañados de gestos coquetos y ansiosos. Otras se encienden en la
mirada y comienzan a tararear la canción que suena en ese momento, otras como conocedoras del lugar, se adelantan a tocar el
timbre, y se saludan con los empleados…
Esta mujer era
distinta, y entre dientes creí escuchar que dijo: En las cosas que pierde el
tiempo la gente…La puerta de la disco se abrió, y el empleado dijo: Con mucho
gusto señores, sigan por aquí… Comenzamos a tropezar en la oscuridad, siguiendo
la luz de la linterna del empleado que nos guiaba hacía una mesa… la amalgama
del olor a cigarrillo, licor, sudor y ambientador nos daba la bienvenida. Una vez ubicados, el empleado volvió a decir:
Qué toman los Señores, ella se adelantó y respondió: Un doble de Ron con agua,
chicles y cigarrillos sin filtro…
Pensaba entre mí,
que cómo era eso, de que las estatuas pidieran tanto servicio, apenas éramos
dos, y pidiendo una botella…
El pedido llegó a
la mesa y nos dispusimos a tomar…
Nada de jodas,
como otras veces, dizque la primera copa al piso para las ánimas… Serví
las copas y llené los vasos con agua, rompí
el paquete y le brindé un cigarrillo…ella por sí misma tomó el chicle.
Raspé en seguida, y la llama proveniente del cerillo iluminó su
rostro, dejando ver sus rasgos de mujer fuerte como tallados en piedra, desde
donde me miraba fría y fijamente con sus ojos que habían tomado un color
grisáceo y un tono de ultratumba por el reflejo de la luz negra…A la luz del
cerillo, parecía un dolmen, una rusa sacada de un película de los Camaradas…Y qué tal que de pronto que me resulte: Lesbos
me dije… Levanté las copas, por cortesía y gentileza le insinué que tomara la
copa, ella la recibió…Le dije: -¿Por qué brindamos? Ella respondió: ¡Por la
Revolución! No quise contradecirla, total ya estábamos adentro, y lo siguiente
era preparar el terreno para mirar si había forma de algo más, yo tenía mis
mañas de conquistador, y eso era lo que iba a
practicar…Salió un disco de Alfredo Linares, y la invité a bailar… lo
cual, aceptó sin mostrar alegría o buena disposición.
Cruzamos las
mesas, y nuestros cuerpos se dispusieron en la pista… Alrededor, otros cuerpos sudorosos, ansiosos, ilusionados
también se disponían y comenzaban a danzar… Puse los primeros movimientos, y ella
los siguió como experta en las lides…
Pensaba que la
estatua se movía de lo bueno, y que algo provechoso de todo aquello podría
salir…besos, caricias, sexo…Bailamos dos piezas de seguido, y luego nos
encaminamos a la mesa. Llegando dispuse la segunda copa, ella la tomó sin agua, y en seguida se sacó un saco
delgado que traía, dejando ver sus hombros ceñidos por las tiras de su
enterizo, mostrando unos hombros tallados y fuertes, e insinuando unos senos bien formados…Cuerpo era lo que le
sobraba a la estatua, por donde se la miraba, resaltaban sus formas duras, logradas tal vez en un gimnasio o algo
parecido.
No quería decir ni
insinuar nada por temor a sus respuestas, desde ya sabía que cada palabra
dirigida a ella debía tener un sentido lógico y práctico…Ella interrumpió mis
pensamientos cuando dijo: -¿Por qué tan
callado? Pensando. -Respondí.
Le dije: -¿Que
dónde trabajaba? Trabajo como asistente en un juzgado, pero pienso viajar a los
Llanos en los próximos días…Sonó otro disco de salsa, y dijo: Vamos a bailar.
Salimos a la pista guardando las reglas de cortesía, ella adelante y yo atrás…
Las luces de los
reflectores hacían círculos sobre nuestros cuerpos, su pelo rubio, lacio, algo corto hasta los hombros, recogido en una
pequeñas cola, brillaba con luces diamantinas que caían al piso, ella colocó el
primer compás, y comenzamos a movernos entre los acordes…
Vueltas…
movimientos de lado, cogiendo y soltando con una mano a la vez…A momentos nuestros
cuerpos se acercaban, y podía sentía el calor de su cuerpo… el calor de su respiración agitada que
saliendo de su boca con olor a chicle y a ron… Y de momento a momento, nuestros
cuerpos se fueron acercando, cada vez
más, y más, hasta quedar juntos, unidos,
pegados entre el baile, y los
movimientos…
Levanté la cabeza,
y mis labios quedaron muy cerca de su
boca, la estatua era alta 1.75 tal vez sin tacones, y sin más, terminamos en un largo beso que
repetimos una, y otra vez…la estatua
tenía vida, y qué vida…El espíritu había entrado en su cuerpo, el ron había
sido el aliento de vida, y ahora, respiraba deseo por todos los lados…Redundábamos
en los besos… Lo cierto, es que estábamos metidos en el cuento del amor, y eso
era lo que contaba.
Estuvimos largo rato en la pista, luego nos dirigimos a
la mesa tomados de la mano, yo casi quedaba perdido detrás de ella, ella era
robusta para mi talla, yo no pesaba más de 62; con 1.74 de estatura…
Algo atlético resultado de la natación y de
las barras…Tomamos asiento, ella sirvió las copas, tomó un poco de la de ella,
me acercó su boca apasionada y depositó un poco de licor en la mía: Beso Chino,
me dije, ¡Huepajé! Quería gritar, pero me contuve. El beso me pareció pleno, a
tiempo y apropiado, lo hizo con tal exquisitez que lo degusté cerrado los ojos.
Se sentó en mis rodillas, pensé que no
iba a aguantar su peso, pero no sé cómo hizo ella para balancear su peso,
para yo no la sintiera como carga…
Entre beso y beso,
dijo que la disculpara por su trato descortés, y que la razón era: Que no
quería tener relaciones serías con nadie, y que una forma de alejar a los
posibles pretendientes, era usar ropa holgada, no usar maquillaje, y responder
fríamente a cualquier pregunta o insinuación…
Pasamos el resto
de la tarde entre besos, uno que otro chiste de americanos y capitalistas,
hablamos de las canciones de Piero, de la lucha estudiantil, de Violeta Parra…Amacices
y besos en la pista… Sentados, mis manos comenzaron a deslizarse por su cuerpo…
primero se llenaban entre un seno y otro, luego pasaban complacidas acariciando
sus nalgas, y luego entre nerviosas y acaloradas, buscaban algo en su entrepierna…En un rato le
dije que tenía un cuerpo bien formado, ella me respondió: que había sido
instructora de Educación Física.
Terminado el
licor, decidimos salir del lugar, y en la calle la invité a comer, ella me
cogió de la mano y me dijo: -Caminemos,
y más adelante decidimos…
Abrazados,
besándonos como pareja de hace mucho
conocida…Nos deslizamos por las calles, ella me detuvo a la entrada de una
residencia…y dijo: -¿Subimos? …Sin demostrar mucha gana ni sorpresa, como
queriendo disimular, dije: -Vamos. Pero por dentro estaba que me lanzaba sobre
aquella, la tarde o la pesca había resultado buena, pensaba… En un rato,
estábamos haciendo malabares en la cama.
Su cuerpo era
hermoso y bien formado, senos duros y grandes, caderas redondas, voluminosas…Supimos
del fuego y de nuestros anhelos, le dije: ¡Linda Mamasota! Confundidos, y entre gritos y suspiros llegamos varias
veces llegamos a la satisfacción…Recuerdo que ya no hubo más preguntas entre
nosotros, ni siquiera en los momento de solaz, solo acción, delirios, y
suspiros de amor.
Por los tragos y
el ejercicio quedamos lasos sobre la cama, no supe el momento en el cual quedé
dormido… Cuando desperté, ella no estaba
en la cama, la busqué en el cuarto. Sobresaltado pensando que me había hecho la
voladora, verifiqué mis
pertenencias…todo estaba en orden. Fui al baño, pasé por una ducha rápida, me
vestí algo contrariado… A la salida, pregunté al portero a qué hora había salido
aquella, respondió: -Que hacían dos horas. Era la medianoche, salió
aproximadamente a las diez, pensé.
No había otra que
irse a la casa. En los días siguientes esperé siempre después de las doce del
mediodía, para ver si pasaba como antes a la vuelta de su trabajo, pero nada. Quise averiguar con algunos vecinos por
aquella, cerca de las calles que suponía
que vivía, pero nada…que descuido, de
pronto el lugar que suponía donde vivía no era el indicado. Otro día, di vueltas
por los juzgados para ver alguien me informaba de ella, o si la miraba, tampoco hubo resultados...
No supe nada de
ella, hasta después de diez meses, eran días cercanos a navidad, estaba
atendiendo en mi pequeño negocio de miscelánea a unos clientes, cuando apareció
cargando un niño. Me llamó con señas, me dijo: Cuide de nuestro hijo, no puedo
hablar mucho porque me vigilan, luego me comunico. Me lo entregó el envuelto en una manta, y se perdió entre la multitud… Embarcado… Rápidamente
pensé en una solución: llevar al niño
dónde una señora amiga que conocía, hasta la tarde cuando cerrara el negocio, y luego
mirar qué hacía…Todo en mí era extrañeza entre las miradas burlonas de los
vecinos, qué diría a una novia que seguramente le irían con el chisme, a mis
familiares...
Padre a la carrera
pensaba, y apenas cumplía los veinte.
Sin más respuestas, solo interrogantes me
dirigí a dejar al niño donde la señora amiga…Será mío, será el fruto de aquella
salida de meses atrás…Qué haré, qué nombre le pondré…
Cuando cerré el
negocio, me dirigí rápidamente al lugar donde había encargado al niño, la
señora que lo cuidaba estaba encantada con él, que niño tan juicioso dijo:
comió, luego lo bañé, se durmió nuevamente, despertó, pero ni siquiera molesta
o llora…Es un ángel decía…Se parece mucho a usted, dijo…
Quién es la
mamá…Yo escuchaba todo lo que decía la mujer sin poner mucha atención, varios
interrogantes pasaban por mi mente…
Lo único que le atiné
a decir a la señora amiga, es que si ella se podría hacer cargo del niño por
unos días, y que yo le pasaría el dinero para los gastos…Respondió que
encantada, y me fijó una suma de dinero que necesitaba en ese momento para
comprar algunas cosas que necesitaba.
De allí en
adelante, todos los días antes de ir al trabajo, o en las tardes, pasaba para ver a al niño. Los fines de
semana pasaba largos ratos con él, al principio le daba su tetero, le cantaba
alguna canción, lo estrechaba sobre mi pecho, y recordaba a aquella, y pensaba
en él como fruto de una rápida aventura… Luego, jugaba con él, lo sacaba a
algún parque…Como padre responsable siempre estuve cerca de él, y traté de
proveerle de los juguetes que yo nunca tuve… Pensaba que lo mandaría a la
escuela, y luego a la universidad…y otros cuentos del delirio de la paternidad…
Pasó el tiempo… el
niño había cumplido tres años… Se llamaba Julio César, hijo de un solo padre, y
así figuraba en el registro. Nuevamente había llegado diciembre con sus horas y
ajetreos en el negocio, y como siempre atareado atendiendo a los clientes,
cuando la voz de una mujer tras de mí, me
sacó de mis obligaciones: -¿Qué hubo? Regresé a mirar, y noté que era ella, ni
siquiera sabía su nombre, pero allí estaba…La noté algo cambiada como más
tranquila y relajada, vestía un gabán de color habano en el cual guardaba sus
manos… ¿Dónde está el niño? –Preguntó. Respondí: que estaba bien, al cuidado de una señora. Y sin más, dijo:
Estoy de vuelta, y en adelante me encargaré de su cuidado… Acordamos vernos a
las siete para llevarla a dónde él.
Cuando salí del
Centro Comercial, ella estaba afuera esperándome en un carro, pitó, la reconocí,
y me invitó a subir. Puso en marcha el
motor y me dijo: Adónde. A la vuelta respondí.
Llegamos a la casa
de la señora que cuidaba el niño, abrió la puerta, y la mujer se presentó,
dijo: Soy la madre del niño, dónde está él.
Seguimos, y cuando
el niño me miró, vino hacía mí, nos
saludamos, le puse entre su boca un dulce y le entregué un pequeño juguete con
el que luego buscó el piso para hacerlo rodar…
Ella dijo: -Está bien. De inmediato le habló a
la señora que su intención llevar a
vivir al niño con ella, y que si ella estaba disponible para pasar unas horas
con él en la casa de ella…algo acordaron entre ellas, y procedieron a empacar
algunas cosas del niño…Luego los cuatro en el carro llegamos a una casa estrato
5 en un barrio residencial.
Pitó, y una señora
abrió desde adentro la puerta del garaje, y luego la verja de entrada; el carro entró, bajamos, a mí me invitó a sentarme en la sala, mientras
las dos instalaban al niño en su nueva vivienda.
Luego bajó, y
atiné a preguntarle su nombre…Qué descortesía dijo, yo tampoco sé el tuyo, te
recuerdo como vecino de los dulces…Dijo que se llamaba Ligia, le dije mi
nombre, y le pregunté sobre lo que seguía en adelante…
Me dijo que su tía
había muerto hace poco, y que ella estaba encargada de administrar las cosas
que dejó, que se residenciaría en la ciudad, y que el niño quedaba desde ese
día en sus manos… ¿Y yo?... le dije: Usted, ya conoce la casa, puede venir a
ver al niño tres días en semana, y eso es lo que dice la ley.
Quedé un largo
rato pensativo, entre mí me decía qué hacer, esta mujer no considera los
sentimientos, trata a las personas como a cosas… ¿Tendré que consultar el caso
con un abogado? Finamente ella era su madre… Le dije que el niño se llamaba Julio
César, y que estaba registrado solo con mi nombre como único padre, que hubo
que hacer una Declaración Extra juicio para poderlo registrar…Me contestó que
no había problema, que ella conocía la ley, y que luego me comunicaría
sobre el procedimiento de nuevo
registro… Miré que sobre lo nuestro, que
sobre nosotros no afloraba nada… y sin más me retiré del
lugar. En cuanto a la señora, dijo: que ella se encargaría de llamar un taxi
para que la devolviera a casa en cuanto el niño se durmiera.
Salí de aquella
casa como dado un puntapié en las nalgas con gran alevosía, nadie en mi verraca
vida me había ofendido o despreciado tanto…Aquella cortaba un sentimiento
urdido en largos momentos de interrogantes…Caminaba como sonámbulo, las luces
de la calle, los adornos navideños me causaban trastorno antes que alegría…La
estatua, esa maldita estatua, había
cortado en pocas horas el sentimiento logrado en tres años, mis ilusiones al
futuro…¡Ojalá que te derrumbes como la estatua de Lenin, -pensaba!
Yo seguí siendo el
padre en el papel de Vladimir, ese fue el nombre que llevaba en el nuevo de
registro. Mi relación con él, durante su crecimiento se redujo a pequeñas
visitas o salidas a un parque o un corto paseo, sin ella…La mujer era igual que fría todo el
tiempo, nuestro trato se remitía a cortas palabras del saludo, y no más. La
notaba igual de fría como al principio, antes de que se doblegara por aquellos
tragos…
En mis ratos de
desprecio, la llamaba La Paleta…Era
igual que antes, solo que ahora disponía de una fortuna producto de la herencia
de su tía… Pero no daba ni la más pequeña esquina como para insinuar o pensar
que yo pudiera entrar en su vida.
Nunca hubo más
acercamiento entre nosotros, y las palabras que cruzábamos hasta cuando Vlado
murió producto de un ataque de la delincuencia común, se remitieron
estrictamente a relaciones que tenían que ver con la escolaridad o la salud del
niño o del joven…Luego de su muerte, como ya no había relación de por medio, me
alejé, perdí su pista, nunca supe qué fue de aquel bloque…Nunca traté de ser Pigmalión
con ella, entiendo cómo algunos artistas se enamoran de su obra, y otros ilusos
de los maniquíes, por cierto, pienso que éstos últimos son más tiernos y
románticos…
A propósito, por
el tiempo que tuve algún trato con ella por la obligación con Vlado, no
conocí algún pretendiente, u otro parecido cerca de su vida…La estatua
me dio un sentimiento, una vida cortada en plena florescencia…No entiendo cómo
la muerte corta estas vidas, que sin ser geniales tienen y ganan muchos méritos y reconocimientos… Vlado era
despierto, estudiante excelente, amable, servicial con todos, trabajador de la
ecología y en defensa de los animales. Tenía una mente abierta fuera de
cualquier complejo o pensamiento de secta; era cómo los políticos en época de
elecciones, con la diferencia que sus virtudes nacían de sus sentimientos y
forma de ser, y no de los intereses. Tenía tantos amigos, que durante los días
de su sepelio se llenaron los atrios de iglesia, y similares, de gentes que lo
despedían compungidos, amilanados por el dolor… que no entendían, y creían como
nosotros, en su desaparecimiento…Ligia, casi no se mostraba a la gente, la
estatua estaba pálida, no hablaba, se refugió en gruesas ropas de color negro,
un gabán y unas gafas del mismo color…
A veces cuando
miro o me acerco a una estatua, pienso que la frialdad de Ligia está en todas
ellas, y otras, siento que las estatuas nos miran, que se burlan de nosotros,
de nuestras debilidades extremas…Tal vez nunca aprenderemos, que para
acercarnos a esos visos de eternidad, debemos aprender a ser como ellas…
Edward Belloum.
014.
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