PASTORITA
Estaba
esperando a que pasaran por lo alto sus supuestos amigos, se mostraba nerviosa, iba de un lugar a otro, agachaba su
cabeza, luego la subía, buscaba en el horizonte, y volvía a repetir sus pasos
en nerviosismo febril y continuo a lo largo de un palo que llegaba desde la
ventana a una de las esquinas del muro…De pronto comenzó a chillar
desaforadamente, emprendió vuelo y voló alto hasta unirse con un grupo de loros
que pasaba, de vuelta hacia las montañas
por encima de la casa… Se unió a ellos, y desde acá la vimos unirse y volar con el grupo, para
luego perderse en la distancia… Los espasmos de emoción y sentimientos,
afloraron de inmediato en la resequedad de nuestras gargantas, nuestras manos
crispadas; las miradas vidriosas
queriendo soltar un cordón de lágrimas… Pastorcita, nos dio con su ausencia.
Toda partida
o despedida es dolorosa…Sentía un nudo en la garganta, y una fuerte contracción en el estómago…Y en
la mente: palabras y frases… Se fue, se marchó, se fue con sus amigos, con los
suyos…Encontró su lugar… Interrogantes reflejados en los labios, en los ojos, en
las manos… Pastorcita voló, se fue con los suyos.
Era una lora que mi esposa encontró un día en la
calle cuando iba para el mercado… Según contaba: Tuvo que rescatarla de
entre los carros y las motos que pasaban
por su lado, amenazando con pisarla, y atropellarla… “Como pude me agaché, le
tendí mi mano y ella se subió, contaba emocionada, y me fui con ella hasta el
mercado, allá le compré su primera mazorca, la cual vino picoteando hasta
llegar a casa… Al parecer se escapó o cayó de algún balcón o un techo…y lo
peor, era que un perro callejero andaba detrás de ella…se la hubiera comido…”Es
era lo que contaba la Percanta, así era como yo
llamaba entre nos, a mi esposa.
Cuando llegó con la lora a casa, le dije: que debía dejarle crecer las alas,
para que un día volara y así recobrara su libertad…
Con los días
salió de su lugar habitual de dormir debajo de un armario, y poco a poco
comenzó a dar pequeños vuelos a la mesa, luego pasó a las salientes de los
muros, a los arbustos cercanos.
Luego
comenzó a volar hasta un árbol cercano del cual volvía rápidamente por el
ataque de los pájaros que habitaban allí. Con los días, siguió volando hasta aquel
árbol, y los pájaros terminaron aceptándola, y allí dormía; y por la mañana
volvía a la ventana de la huerta donde siempre encontraba una mazorca. Pasaba
el día en la huerta, o haciendo vuelos cortos de aquí para allá, hasta cuando
eran las cuatro de la tarde, y volvía a dormir nuevamente al árbol vecino.
Sus alas
crecieron, y poco a poco se fueron
completando, y cada vez fue haciendo vuelos más largos… Primero hasta los
árboles más cercanos al vecindario, y luego hasta más allá, hasta donde se perdía de nuestra mirada…pero
siempre regresaba.
Una mañana
pastorcita estaba en un arbusto cercano con otros loros, al parecer sus nuevos
amigos, y en su lenguaje les decía (de pronto) que allí pasaba sus ratos del
día, entre aquellos humanos, que allí tenía su comida, y que dormía en el árbol
cercano…Aquella escena la interpreté
como preludio de despedida…Lo cierto es que no supimos si era hembra o varón, fuera
lo que fuere, encontró en los loros que cruzaban por lo alto de la casa a sus
compañeros, enamorados o pretendientes,
y allí en ese mismo momento, sentí que se estaba despidiendo.
Antes de
hacer su vuelo definitivo, hizo varios vuelos de prueba. Primero voló con el
grupo hasta perderse en el horizonte, pero volvió…Al parecer no soportó el
vuelo largo y continuo al cual no estaba acostumbrada, o sintió duda o miedo de
enfrentarse a ese otro mundo que le esperaba…Los interrogantes revoloteaban en
la mente…¿Y ahora qué comerá? Mal o bien acá tenía su mazorca y otros granos o
cosas que tomaba: Pan remojado en leche, granos de maní tostado, arroz con
hilachas de carne…Cuando se vaya de acá qué comerá, a dónde irá, de pronto un
cazador o un campesino la atacará cuando esté en su huerta comiéndose su maíz…
El novio que
consiguió: qué le ofrecerá…Pensábamos que algún día volverá con su prole
para presentárnosla…
Lo cierto,
pastorcita voló desde ese triste y emocionante día, y nunca la volvimos a ver…En
mi egoísmo, pensaba que hubiera sido mejor cortarle periódicamente su alas para
que nunca nos abandonara, al igual que otros que tienen muchos animales en
cautiverio…
EDWARD
BWLLOUM. 014.
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