miércoles, 14 de mayo de 2014

PASTORCITA



PASTORITA


Estaba esperando a que pasaran por lo alto sus supuestos amigos, se mostraba  nerviosa, iba de un lugar a otro, agachaba su cabeza, luego la subía, buscaba en el horizonte, y volvía a repetir sus pasos en nerviosismo febril y continuo a lo largo de un palo que llegaba desde la ventana a una de las esquinas del muro…De pronto comenzó a chillar desaforadamente, emprendió vuelo y voló alto hasta unirse con un grupo de loros que pasaba, de vuelta hacia las montañas  por encima de la casa… Se unió a ellos, y desde acá  la vimos unirse y volar con el grupo, para luego perderse en la distancia… Los espasmos de emoción y sentimientos, afloraron de inmediato en la resequedad de nuestras gargantas, nuestras manos crispadas;  las miradas vidriosas queriendo soltar un cordón de lágrimas… Pastorcita, nos dio con su ausencia.
Toda partida o despedida es dolorosa…Sentía un nudo en la garganta,  y una fuerte contracción en el estómago…Y en la mente: palabras y frases… Se fue, se marchó, se fue con sus amigos, con los suyos…Encontró su lugar… Interrogantes reflejados en los labios, en los ojos, en las manos… Pastorcita voló, se fue con los suyos.
Era  una lora que mi esposa encontró un día en la calle cuando iba para el mercado… Según contaba: Tuvo que rescatarla de entre  los carros y las motos que pasaban por su lado, amenazando con pisarla, y atropellarla… “Como pude me agaché, le tendí mi mano y ella se subió, contaba emocionada, y me fui con ella hasta el mercado, allá le compré su primera mazorca, la cual vino picoteando hasta llegar a casa… Al parecer se escapó o cayó de algún balcón o un techo…y lo peor, era que un perro callejero andaba detrás de ella…se la hubiera comido…”Es era lo que contaba la Percanta, así era como yo  llamaba entre nos, a mi esposa.
Cuando  llegó con la lora  a casa,  le dije: que debía dejarle crecer las alas, para que un día volara y así recobrara su libertad…
Con los días salió de su lugar habitual de dormir debajo de un armario, y poco a poco comenzó a dar pequeños vuelos a la mesa, luego pasó a las salientes de los muros, a los arbustos cercanos.
Luego comenzó a volar hasta un árbol cercano del cual volvía rápidamente por el ataque de los pájaros que habitaban allí.  Con los días, siguió volando hasta aquel árbol, y los pájaros terminaron aceptándola, y allí dormía; y por la mañana volvía a la ventana de la huerta donde siempre encontraba una mazorca. Pasaba el día en la huerta, o haciendo vuelos cortos de aquí para allá, hasta cuando eran las cuatro de la tarde,  y volvía  a dormir nuevamente al árbol vecino.
Sus alas crecieron,  y poco a poco se fueron completando, y cada vez fue haciendo vuelos más largos… Primero hasta los árboles más cercanos al vecindario, y luego hasta más allá,  hasta donde se perdía de nuestra mirada…pero siempre regresaba.
Una mañana pastorcita estaba en un arbusto cercano con otros loros, al parecer sus nuevos amigos, y en su lenguaje les decía (de pronto) que allí pasaba sus ratos del día, entre aquellos humanos, que allí tenía su comida, y que dormía en el árbol cercano…Aquella escena  la interpreté como preludio de despedida…Lo cierto es que no supimos si era hembra o varón, fuera lo que fuere, encontró en los loros que cruzaban por lo alto de la casa a sus compañeros,  enamorados o pretendientes, y allí en ese mismo momento, sentí que se estaba despidiendo.
Antes de hacer su vuelo definitivo, hizo varios vuelos de prueba. Primero voló con el grupo hasta perderse en el horizonte, pero volvió…Al parecer no soportó el vuelo largo y continuo al cual no estaba acostumbrada, o sintió duda o miedo de enfrentarse a ese otro mundo que le esperaba…Los interrogantes revoloteaban en la mente…¿Y ahora qué comerá? Mal o bien acá tenía su mazorca y otros granos o cosas que tomaba: Pan remojado en leche, granos de maní tostado, arroz con hilachas de carne…Cuando se vaya de acá qué comerá, a dónde irá, de pronto un cazador o un campesino la atacará cuando esté en su huerta comiéndose su maíz…
El novio que consiguió: qué le ofrecerá…Pensábamos que algún día volverá con su prole para  presentárnosla…
Lo cierto, pastorcita voló desde ese triste y emocionante día, y nunca la volvimos a ver…En mi egoísmo, pensaba que hubiera sido mejor cortarle periódicamente su alas para que nunca nos abandonara, al igual que otros que tienen muchos animales en cautiverio…
EDWARD BWLLOUM. 014.

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